Ajoblanco 102 1997

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Generación X

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nos se borran dulcemente, el reparto de las tareas y los territorios no es estricto. Las mujeres tienen el mismo derecho a perforarse el dedo con una taladradora que los hombres a hacer la cama. El hogar pertenece tanto a uno como a otro. En cuanto al enamoramiento y la sexualidad, la Generación X da una importancia considerable a todo lo que tenga que ver con la emoción. De una manera general, la seducción es menos ritual y más tensa. El primer paso es más directo porque es lógico que ningunQ. de los dos, a estas, alturas, espere ser cortejado. Las relaC!iones son más instintivas. La seducción es como dos aviones que se cruzan en pleno vuelo. Hay que ir deprisa y reaccionar muy rápido. Pero la emoción no se traduce forzosamente en pasión o locura. La emoción es también carnal: es reír, es llorar, es un sentimiento que se expresa con intensidad pero con un apoyo carnal y afectivo. Los sentimientos son indisociables del cuerpo. Las emociones amorosas se buscan siempre a partir de un "yo" de múltiples facetas que finaliza en algunos casos en inestabilidad y en otros en un movimiento armonioso, sin traumas, de una pareja a otra. La búsqueda continua de armonía con el exterior de la Generación X no se limita tan sólo a la convivencia y el trabajo -de todos modos , en cuanto aceche la rutina, no dudará en buscar otros alicientes o romper definitivamente cualquier tipo de relación-o La Generación X ha comprendido que la vida existe, pero existe porque se mueve, y lo que más teme es perder esa vitalidad, perder la vida. La cultura está

viva y por eso les atrae. Les gusta la multirracialidad, el intercambio entre edades y sexos porque enriquece, y la diversidad porque es creativa. Para ellos, mezcla de histriones y misántropos, la sensibilidad es con frecuencia más fuerte que el pensamiento. Y no han perdido todavía la capacidad para maravillarse.

Una generación sin héroes Están en una edad en que necesitan alimentar su alma. Descubren un sentido a la vida, una moral, una ética, el valor de las cosas. No buscan ejemplo en los héroes ni los mitos eternos, para ellos es una expresión demasiado fuerte porque han vivido un periodo de intenso relativismo. Los valores caen, y los héroes también. La Generación X tiene héroes de media jornada; al igual que su atracción por el poder, pasa muy deprisa. Las nociones clásicas de héroes y de mitos están completamente olvidadas. La Generación X no es narci sista ni egocéntrica, pero sí es individualista y está abierta todo lo que venga del exterior. Es una generación pacífica que lucha contra las injUsticias. Ya no se trata de hacer lo que sea porque el sufrimiento ajeno es una traba para el desarrollo personal. Tras el mayo del 68 y el movimiento punk, la Generación X no tiene que desintoxicarse de creencias, la sociedad ha hecho el trabajo por ellos . Es una generación que integra una ética de responsabilidad. Pero esta

moral tiene una particularidad : no es metafísica, no viene de lo alto, es social. En cuanto se les pregunta sobre la moral, lo primero que llama la atención es que emplean este término con precaución. De hecho, lo pronuncian raramente de forma espontánea. Su "moral" parece una noción más individual y más autónoma de ética. "No sé exactamente qué es la moral ni me importa, sólo sé que no hago cualquier cosa" podría ser la frase genérica que resumiera esta actitud. No es que la moral haya desaparecido, simplemente se ha individualizado. Y, al individualizarse, evidentemente se ha confundido un poco con el esceptici smo. Podría definirse como unos grandes "vectores" que se adquieren por experiencia y que indican una dirección más que una estricta obligación. En con secuencia, individual izándose, la moral ha perdido su carácter imperativo y trascendental. Ser moral es poder mirarse todas las mañanas en el espejo y estar convencido de tener las manos limpias. La moral se determina con respecto a uno mismo y a lo que se ve alrededor de uno mismo. La indivualización de la moral junto al liberalismo conduce inevitablemente al relativismo y a la incapacidad para juzgar moralmente. Reconocen que existen lógicas diferentes, que el individualismo extremo impide el juicio. Raramente juzgan moralmente a los demás. Para ellos simplemente existen cosas que se pueden hacer y otras que no deben hacerse. En este último caso, en general, no dicen nada. Se alejan y pierden el interés y el contacto con esa persona que les disgusta.

LAURA PARELLADA, 25 años, filóloga. Ahora está en paro. "Me encanta conocer gente, salir, descubrir personas de las que poder aprender sobre cualquier aspecto. Es verdad que las relaciones humanas son complicadas y que todo el mundo tiene sus problemas. Yo también tengo los míos, y por supuesto los comparto con mis amigos, que para eso están y lo son. Cuando una persona me despierta curiosidad, intento conocerla, pero si en este proceso descubro que no es lo que yo intuía, renuncio a ella. La vida es para vivirla y no se puede perder el tiempo. "

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