Revista AGITBA n° 2

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Ingeniería Química

sugiere para sobrevivir dignamente. Vale comparar: un habitante promedio de la ciudad de Buenos Aires consume 370 litros de agua por día, directa o indirectamente, según indica el propio GCBA. Los desafíos son muchos y no triviales, pero podemos confiar en que encontraremos las tecnologías necesarias para asegurar la provisión de agua segura donde se demanda y resolver las desigualdades que se observan hoy en cuanto al acceso a ese recurso.

Agua potable como derecho La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró en 2011 el acceso al agua potable y servicios sanitarios como derecho humano. A diferencia de otros como el derecho a la vida, la libertad y la justicia, el derecho al agua lleva aparejado un costo económico que no es despreciable. El tendido de red de cañerías de agua potable y cloacales son obras de ingeniería importantes, y para recibir el agua en nuestras casas se requieren varias estaciones de bombeo o elevadoras para lograr que el fluido obtenga la presión necesaria. Los habitantes de la ciudad de Buenos Aires son muy afortunados en cuanto a su localización, ya que se encuentran a las márgenes de una enorme y cuasi inagotable fuente de agua para beber. Sin embargo, cualquiera que haya paseado cerca de nuestra costanera seguramente advirtió que es necesario un proceso para convertir el recurso en el producto que nosotros consumimos. Ese proceso de potabilización involucra el agregado de coagulantes para ayudar en la sedimentación del material particulado de mayor tamaño, el pasaje por filtros de arena, la desinfección con cloro para asegurar la aptitud bacteriológica del agua, y mucha energía eléctrica para mover más de 3 millones de m3 de agua por día desde el río hasta el consumidor. Más de mil millones de personas mundialmente no tienen acceso a agua potable y si bien son conocidas las condiciones de extrema pobreza de algunas regiones de África y el sur de Asia, se pueden ver grandes carencias al respecto también en nuestro país (ver Proyecto Pastos Chicos y Proyecto CIMA-Un Techo para mi País), con situaciones de extrema vulnerabilidad para los habitantes, donde el agua contaminada por arsénico produce consecuencias directas sobre su salud.

De la contaminación natural a la antropogénica Si bien es cierto que son muy pocos los cuerpos de agua que hoy no han recibido algún impacto de la actividad del hombre, también hay situaciones en las que la contaminación está relacionada con procesos naturales. Puede ser discutible el uso de la palabra contaminación en estos casos, pero es importante tener en

cuenta que existen fuentes de agua que tienen potencialidad como recurso para agua potable, pero requieren de algún tratamiento previo para ser apto para bebida humana. El ejemplo más conocido es el del arsénico, elemento de gran toxicidad que se aplica en la fabricación de medicinas veterinarias, municiones, pinturas y recubrimientos especiales. Implica trabajar con mucho cuidado en todas las etapas de su manipuleo, incluyendo la disposición final de los residuos. Pero el arsénico es parte de minerales presentes naturalmente en los suelos, y como consecuencia de la disolución de estos minerales, también está presente en las aguas subterráneas de algunas partes del mundo. En este caso, el nivel de arsénico es relativamente bajo, pero dada su toxicidad, igualmente nocivo por acumulación de la exposición, si el agua se consume durante períodos largos de tiempo. Suma a la complejidad del problema el hecho de la dificultad en la detección del arsénico: el agua no presenta color ni sabor particular, y es necesario equipamiento químico analítico medianamente sofisticado para la correcta medición de la concentración. Existen distintas metodologías para su remoción, pero no siempre la población afectada tiene los recursos económicos y técnicos para ponerlas en práctica. Por eso, es importante trabajar en el desarrollo de tecnologías sencillas, económicas y eficaces para la remoción de arsénico de aguas subterráneas (ver más adelante el trabajo conjunto de investigadores y alumnos del ITBA para obtener una membrana filtrante de óxido de hierro que tiene la capacidad de llevar el nivel de arsénico por debajo del máximo recomendado por el Código Alimentario Argentino y la OMS). Por otra parte, las aguas superficiales, ríos y lagos pueden presentar complicaciones en el tratamiento, ya que si tienen alto contenido de compuestos orgánicos -normalmente presentes por el decaimiento natural de la florapueden formar compuestos extremadamente tóxicos durante el proceso de desinfección con cloro. La cloración es una etapa fundamental e ineludible de la potabilización de aguas, y por lo tanto se requiere pensar en estrategias para la remoción de estos compuestos orgánicos que pueden dar origen al problema. Una forma de separarlos del agua es utilizar membranas de ultrafiltración, como las membranas cerámicas que fabricamos y probamos con excelentes resultados en el laboratorio. La problemática del agua excede el aspecto químico y se relaciona con temas energéticos, de salud y puramente sociales. Las actividades del CIMA dentro del Departamento de Ingeniería Química buscan un tratamiento holístico a la temática a partir de los diferentes proyectos de investigación que se desarrollan. Los invito a conocerlos a través de sus protagonistas.

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