Revista de Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares - Tomo XXXVII – Número 1/2, 2014

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Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Tomo XXXVII, 2014, pp 251-283

que es ya indispensable) pero me parece que el ejercicio posible es el de la entrada y la salida. Y ahí es donde me parece que se puede trabajar. Habituarse a poder colgar los teléfonos, cerrarlos, el tema de bajar la velocidad... El tema de la velocidad que es muy adictiva y peligrosa porque produce una gran emoción. Ahí se puede pensar algo, pequeñas terapias, pequeñas dosis de silencio, muy pequeñas dosis de silencio, al menos, pero ese silencio necesario para, en todo caso, volver a tramar, organizar los datos que se están manejando. Pablo Hupert: «Pequeñas dosis de silencio» y también dijiste «pausas», ¿no? Solange Camauer: Sí, pausas. Apagar el celular... usarlo sólo cuando hace falta, sin que se vuelva un antídoto o un fetiche. Me parece que nuestra generación es afortunada porque tenemos una cultura libresca con la que podemos realizar síntesis de lo heterogéneo, tenemos el entrenamiento de textualización –tejido– del mundo y organizamos la diversidad en una representación muy lábil que es la de la narración pero podemos seguir organizando así. Ahora, los chicos chicos... eso no sé, es una preocupación, es una forma muy distinta de representar, de organizarse, muy adictiva. La estimulación que producen los jueguitos es fuertísima, sonora, manual, visual y se ve en la ansiedad de chicos muy chiquitos que cuando se los cortan hacen unas crisis como si les hubieran sacado cocaína. Revista: Produce esto que decían de la tristeza. El corte abrupto produce tristeza y aburrimiento. Una frase que usan en los dibujitos: «¡Qué aburrido!» Solange Camauer: Claro, totalmente. Revista: Corresponde a la caída de la adrenalina.


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