Orsai Número 7

Page 82

SOBREMESA

La ley del mínimo esfuerzo

D

isco Libra, la disquería de Quique Fauri en Mercedes —se acuerda Chiri—, tenía unos cuatro mil long plays en las bateas. ¿Te acordás que nos pasábamos horas buscando música rara, después del colegio? —Me acuerdo que estuvimos años enteros buscando Películas, el segundo disco de La máquina de hacer pájaros. Y también había un disco muy raro, en inglés, de Spinetta solista, que era imposible conseguir en Mercedes. —Only Love Can Sustain —me dice, en un inNStZ LZWHU[VZV· ,YH SH ÄN\YP[H KPMxJPS KL SH KPZcografía del Flaco. Ahora todo está en Taringa, gracias a dios y a la virgen santa. —¿Pero no te queda como una melancolía del esfuerzo que ya no hacemos? —le pregunto. —Explicáte. —Quiero decir: hoy todo lo que había en Disco Libra, todos esos miles de discos, están en internet y entran en un pendrive de ocho gigas. —Ocho gigas sobran. Te queda espacio para meter los estrenos de Video Gioscio, que estaba a la vuelta. —Por eso... Era lindo no conseguir algo, y buscarlo por todos lados, viajar a Buenos Aires y recorrer las disquerías de Cabildo, con el corazón a mil por hora cada vez que aparecía una tapa amarilla —le digo, con voz de viejo—. Estos pibes de la cancionística nueva, los de la crónica, tienen esa sensación de clandestinidad, por eso me gusta la movida que hacen. —Martín Graziano escribió un libro que se llama Cancionistas del Río de la Plata, donde entrevista a Gabo Ferro, Lisandro Aristimuño, Ana Prada y Martín Buscaglia, que es uruguayo, entre otros muchachos de la joven guardia argentina —me cuenta Chiri—. La tesis del libro es la misma que Martín formula en la crónica de Orsai: cómo músicos que nacieron en el rock empiezan a barajar tradiciones anteriores como los folclores rurales, el tango o el jazz, y crean un sonido nuevo y personalísimo. —Pero no solo eso: también convidan a sus oyentes a hacer un esfuerzo para encontrar esa música. En esta época el acceso a la cultura es sencillo, y está bien, pero nos hace muy sedentarios. Y estos pibes entendieron eso: hacen

ÄLZ[HZ ` JVUJPLY[VZ JVTWSPJHKVZ KL LUJVU[YHY —Nosotros hacemos eso también, con la revista —me dice Chiri. —Claro. Sería más fácil llenar la revista de publicidad y hacerla gratuita para el público. Pero lo gratuito, lo que no cuesta nada conseguir, va a la basura más rápido. —A la papelera de reciclaje. —Estos chicos lo saben —digo—. ¿Serán conscientes de que a lo mejor realmente sean el inicio de una nueva etapa? —¿Te acordás de “Cómo vino la mano”, aquel libro de Miguel Grinberg? —dice Chiri—. Un libro emblemático sobre la historia del rock argentino desde el inicio, desde que no era nada. —¡Claro! Como Martín Graziano ahora, Grinberg fue testigo directo de los inicios del rock argentino en la década del sesenta. —¿Sabías que Grinberg era amigo personal del polaco Witold Gombrowicz? —No tenía idea —le digo. —Incluso escribió mucho sobre él. Gombrowicz llegó a Argentina en 1939 y se quedó acá casi veinticinco años. Era medio marginal, no le daba pelota a la gente del grupo Sur y a los intelectuales porteños los despreciaba. Pero estaba rodeado por un grupo de iniciados, o discípulos, con los que se juntaba en su pensión y en los bares y les comía la cabeza. Entre ellos estaba el joven Grinberg. —Para mí Gombrowicz y Luca Prodan son lo mismo —le digo—: dos extranjeros que llegan a Argentina medio de carambola, uno se queda en el país anclado por la guerra europea, el otro llega escapando de la heroína… Pero los dos pusieron patas para arriba la música, en un caso, y la literatura, en el otro. —Es cierto, Jorgito. Estos tipos nos miraron desde muy adentro con ojos de afuera, y nos enseñaron a vernos a nosotros mismos. —Hay un libro, de la época de Prodan, del Buenos Aires de los ochenta, que nunca pude conseguir —le digo—. Ni siquiera en internet. Lo busqué muchísimo, porque lo recordaba hermoso, sexual, adolescente, marginal. Y hace poco alguien lo escaneó y lo colgó. ¿Te leo algo? —Dale. [

82 | CUANDO DOS PERSONAS SE TOMAN A GOLPES, DARWIN SE REGODEA EN SU ACIERTO.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.