Revista Conciencia No. 5

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En voz de ...

PANTOMIMA EN

Voy (como siempre) caminando a la paraPor: Yunuhen Badillo Marroquín, del CBT da. Me esfuerzo ligeramente por recordar Certamen Nacional de Creación Literaria los temas y las respuestas de la guía para el examen de mi vida: La Universidad. masa de la que era parte se contrae, molesta contra sí misma), al mismo tiempo No pasa mucho tiempo. Quizá cinco o diez que se escucha un aparatoso ruido metáminutos desde que llegué ahí, y sin em- lico y todo se sacude, como si el camión bargo, la acumulación de gente es enor- fuera a derrumbarse. El viaje comienza. me. Puedo observar ojos adormilados, ojerosos, otros con esperanza de cambiar Poco a poco esa masa de personas coalgo, y otros más que sólo siguen la ruti- mienza a tomar formas más definidas na. Toda su fe en el futuro está desecha. ante mis ojos. Veo a mi compañera de ¿Cómo se verán los míos?. asiento, una estudiante probablemente de derecho, quien lee los apuntes de su El parachoques metálico del autobús por carpeta. Se nota tensa, cejijunta, concenfin se atisba en el doblez de la calle. Las trada en entender cada palabra en esas personas se acercan aceleradamente ha- hojas. Le deseo, en mi mente, la mejor cia donde todos sabemos que se deten- suerte del mundo en su faena, pensando drá el camión. Sube, subo junto a ellas, que quizá (muy quizá) ella se convierta soy parte del movimiento mecánico de en diputada, o tal vez en nuestra presila masa humana, más acelerada confor- dente. me avanza el minutero del reloj. Saco mi credencial junto con una moneda de diez Un niño comienza a llorar, rompiendo con pesos. El chofer, distraído, se olvida (o no el ya muy tenso silencio con el que se quiere recordar) que el descuento de es- ambientaba el camión. La madre, vestida tudiante sigue vigente. Le hablo, con una con ropa indígena, recoge al pequeño de voz avergonzada, sólo con la valentía su- los brazos de su hermana, una niña de ficiente de quien defiende un derecho por no más de diez años, sin uniforme, con el que luchó, para pedir lo que es mío. sólo una chamarra y un vestido típico Me mira como un niño al que se le quita que le llega a las rodillas, reclamándole el algo que sabe que no tenía que agarrar mal cuidado que le ha proporcionado. Inmientras me devuelve mi cambio. Voy fi- tuyo (porque lo he visto varias veces) que nalmente a un asiento. van al Palacio Municipal, lugar casi siempre de reclamos de nuestra gente, falta Busco entre mis cosas la lectura que dejé de salarios dignos, falta de agua, falta de la noche anterior. Revuelvo todo, la pa- honestidad, falta de todo… ciencia se me acaba. Algo me dice que lo olvidé en mi cuarto. Suspiro, aprieto mi Casi simultáneamente, otra niña llora, esa mochila contra mi pecho y me resigno a vez, un asiento frente a mí. Su madre: mirar por la ventana. una mucha de no más de dieciocho años, primeriza, que con lentitud saca de la paEl chofer cierra la puerta con dificultad ñalera un biberón. No puedo con el peso (se ha sobrepasado el cupo máximo y la de los dos, le da la criatura a la mujer

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