EL VESTIDO DE LAS HADAS
Érase una vez una modista que era tan pobre que no le quedaba tela más que para un vestido. Aquella noche, comenzó a cortar la tela para confeccionar el vestido para poder terminar al día siguiente.
A la mañana siguiente se llevó una increíble manos para observarlo más de cerca, y estaba tan bien hecho que no había una mala puntada en el vestido, como si fuera una obra maestra. Sorpresa, cuando se sentó a trabajar vio que el vestido estaba completamente terminado en su mesa. Estaba tan asombrada que no sabía qué decir. Tomó el vestido en sus
Tiempo después, entró a su tienda una compradora:
-¡Que vestido tan hermoso, es perfecta, me la llevo!, dijo la compradora quedando complacida por lo bien que estaba hecho, le pagó más dinero del habitual por el vestido.
-Con este dinero, la modista pudo comprar tela para otro vestido. Aquella noche, volvió a cortar la tela y se fue a dormir.
¡No puedo creer lo que estoy viendo!
El vestido estaba terminado y además tienen una perfección, exclamó asombrada la modista cuando se despertó por la mañana.
Esa misma mañana, dos compradoras entraron a la tienda y se llevaron el vestido, pagando más dinero de lo que valía ante la buena confección del vestido.
Así, la modista pudo comprar
más telas para dos vestidos mas. Y, ocurrió exactamente lo mismo, la modista cortó las telas por la noche y a la mañana siguiente, encontró los dos vestidos terminados; y así continuaba constantemente: lo que cortaba por la noche se terminaba
por la mañana, de modo que pronto no solo dejó de ser pobre, sino que además, se convirtió en una mujer rica.
Paso el tiempo, una tarde no mucho antes de Navidad, la modista que había estado cortando la tela, le dijo a su esposo, antes de irse a dormir:
¿Qué te parece si nos quedamos despiertos esta noche para ver qué ocurre? ¿quién es esa mano amiga que nos está ayudando?
A su esposo le gustó la idea, encendió una vela y se escondieron en un rincón de la habitación, detrás de algunas ropas que colgaban y observaron. Cuando dieron las doce, llegaron dos hadas sin ropajes, se sentaron junto a la mesa de la modista, tomaron todo el trabajo que tenían delante y comenzaron a coser tan hábilmente y tan rápidamente con sus pequeños dedos que la modista no pudo apartar la vista. No se detuvieron hasta que todo terminó y tras dejar los vestidos sobre la mesa, huyeron rápidamente.
A la mañana siguiente, el esposo dijo:
Las hadas nos han hecho ricos, y debemos demostrar que estamos agradecidos por ellas. Corren por ahí, y no tienen nada, y deben estar
frías. Te diré lo que haremos, les haré unos pequeños pares de sandalias, y tú colaborarás con sus vestidos”.
Estaré muy contenta de hacerlo dijo la modista.
Cuando tuvieron todo listo, depositaron todos sus regalos sobre la mesa y luego se ocultaron para ver cómo se comportarían las hadas. A las doce entraron en la casa pero no encontraron ningún corte de tela, sino solo las bonitas prendas de vestir. Al principio quedaron asombradas y felices y se vistieron con la mayor rapidez, poniéndose su preciosa ropa nueva mientras cantaban:
“Si ahora los niños ya nos pueden ver”
Luego bailaron, brincaron y saltaron sobre las sillas y mesas. Por fin salieron al aire libre y, esa fue la última vez que la modista y su esposo les vieron. A partir de ese momento no volvieron más, pero a la modista no le volvió a faltar el dinero y, pudo vivir feliz gracias a todos los vestidos que las hadas he habían confeccionado.
Fin.