Género y Falocentrismo en la UNAM. Poder, dominación y resistencia en el trabajo administrativo

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Género y Falocentrismo en la UNAM: Poder, dominación y resistencia...

Discusión teórica

“La exclusión se legitima por una denigración sistemática de la capacidad del otro sexo para producir ciertas cosas (la cacería, la metalurgia, etcétera) o para reproducir los seres (y en ese caso los hombres pretenden, al iniciar a los muchachos, regenerarlos fuera del seno materno) o bien para discernir lo que conviene o no conviene a la sociedad y por lo tanto para poder dirigirla. [...] Los hombres atribuyen a las mujeres en forma imaginaria ciertas impotencias que ellas, de hecho, no tienen, o bien se conceden a sí mismo unos poderes que no poseen, se agigantan idealmente al rebajar idealmente al otro sexo. O bien los hombres reconocen a las mujeres poderes que ellos no poseen (los niños no nacen del vientre paterno); pero pretenden poder apropiarse por medio de sus ritos y en sus mitos ese poder generador y ponerlo al servicio de sus intereses y los de la sociedad entera. [...] Obviamente no existe poder alguno sin una dimensión imaginaria, y para excluir o subordinar hay que realizar un formidable trabajo mental, un trabajo ideológico que, ante el pensamiento y por el pensamiento, haga aparecer como legítimas para todas las partes involucradas las relaciones sociales por medio de las cuales ciertas partes del cuerpo social están subordinadas a otras.” (Godelier 1993:81)

Se trata pues, de una “invención imaginaria”, de carencias de facultades de unos y de sobre-dimensionamiento de estas por los otros, se trata de una “dimensión imaginaria” válida para la sociedad porque ha sido introyectada en la mente de cada uno de sus componentes. Ambos sexos comparten pues esas creencias, y en eso radica su eficacia. Todos los gestos, ritos y prácticas simbólicas que los Baruya producen para mostrar y demostrar la primacía de los hombres en el proceso de reproducción de la vida se nutren del imaginario, pero tienen un vigor social avasallador. La participación, convencida, de las mujeres constituye la fuerza principal, silenciosa e invisible de la dominación masculina. (Lamas, 2003). Se trata de relaciones asimétricas que sin embargo no se realizan sólo como una imposición de un sexo al otro, sino que se realizan con una suerte de consenso social que se construye precisamente con el establecimiento de estas dimensiones imaginarias de la cultura. 37


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