María, la bendita hebrea

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la costumbre judía, y al regresar en caravana, después de una jornada de camino, José y la Virgen se dieron cuenta que Jesús no venía con ellos, y después de buscarlo afanosamente entre amigos y parientes, decidieron regresar a Jerusalén para proseguir en su búsqueda. Hasta aquí cuánta contrariedad, ansiedad y susto habrá pasado la Virgen, tomando en cuenta que era la primera vez que su Jesús salía de su pueblito Nazaret. Habrán sido días y horas de completa angustia, el mismo sentimiento (aunque en una mínima dosis) el que sentimos y experimentamos los padres, y sobre todo las madres, cuando nuestros hijos empiezan a crecer y no llegan a casa a las horas habituales. Cuántos pensamientos vienen a nuestra mente: ¿Dónde estará? ¿Qué hará? ¿Con quién andará? ¿Qué le habrá pasado? Dios no quiera... Protégelo Dios mío... Tres días de verdadera zozobra tuvo que pasar la Virgen junto a San José, buscando a Jesús por todas partes, hasta que finalmente lo encuentran en el templo en medio de los doctores. Cuando hallan a Jesús, la Virgen es la que da rienda suelta a ese ahogo contenido, y en el único reproche y reclamo público que se conoce, le dice: “¿Hijo, por qué nos has hecho esto? (Lc 2,48 b). La Virgen en su infinita sabiduría, como para aliviar la tensión, lamentándose, le dice a renglón seguido: “Mira tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando”.

como la fiesta de las trompetas); la fiesta del día de la Expiación, conocida también como la fiesta del Yom Kippur o Día del Perdón, o Reconciliación (Lv 23, 26 – 32; 16, 1 – 34), y la fiesta de las Tiendas, o fiesta de los Tabernáculos. Otra de las fiestas antiguas muy tradicionales es la fiesta de la Dedicación del Templo (Jn 10, 22), que no forma parte de las siete fiestas ordenadas por YAHVÉ.

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