el experimento de la intencion

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El Experimento de la Intención

y requiere el uso de un equipo caro y altamente sensible llamado SQUID (según sus siglas en inglés), o dispositivo superconductor de interferencia cuántica. Un SQUID, que puede costar hasta cuatro millones de dólares, generalmente ocupa una habitación que ha sido aislada magnéticamente para eliminar el ruido ambiente irradiado. Lo mejor que Schwartz y Connor pudieron conseguir con su limitado presupuesto fue una versión barata del SQUID: un magnetómetro digital portátil diseñado originalmente para medir la polución electromagnética mediante la captación de campos magnéticos de frecuencia muy baja. El magnetómetro era lo suficientemente sensible como para captar campos de una milésima de gauss, es decir, campos magnéticos extremadamente débiles. En opinión de Schwartz, este nivel de sensibilidad era más que suficiente para lo que él necesitaba. A Connor se le ocurrió que la manera de medir el cambio en los campos magnéticos de baja frecuencia era contar el número de fluctuaciones del indicador del dispositivo durante un cierto lapso de tiempo. Al medir campos magnéticos estables, el dispositivo indicaría únicamente desviaciones leves, de menos de una décima de gauss. Sin embargo, ante la presencia de un campo magnético oscilante -con cambios periódicos de frecuencia—, los números cambiarían continuamente, pasando de, por ejemplo, 0,6 a 0,7, y de 0,7 a 0,8, para luego regresar a 0,6. Cuanto mayores y más frecuentes resultasen los cambios, más probable era que el campo magnético hubiese sido afectado por una fuente de energía dirigida. Connor y Schwartz reunieron a un grupo de practicantes de reiki, el arte curativo desarrollado hace un siglo en Japón. Realizaron mediciones cerca de cada mano de los practicantes durante períodos alternados en que estas personas estaban «emitiendo energía» y luego durante los momentos en que estaban descansando con los ojos cerrados. A continuación, la pareja de investigadores reunió a un grupo de «maestros en el arte de curar», con un largo historial de curaciones exitosas y espectaculares. Nuevamente, Connor y Schwartz llevaron a cabo mediciones del campo magnético cerca de cada mano, mientras los maestros estaban emitiendo energía y descansando. Luego compararon los resultados del grupo de reiki con las mediciones que habían realizado a personas que no habían sido adiestradas en el arte de curar. Cuando Schwartz y Connor analizaron los datos, descubrieron que ambos grupos de curanderos presentaban grandes fluctuaciones en las pulsaciones magnéticas que emanaban de ambas manos. Se producía un gran aumento en las oscilaciones del campo magnético siempre que un curandero comenzaba a emitir energía. Sin embargo, el mayor aumento de energía provenía de su mano dominante. El grupo de control, constituido por la gente que no había sido adiestrada en el arte de curar, no presentó el mismo efecto. Luego Schwartz comparó los efectos del grupo de reiki con el de los maestros en el arte de curar y descubrió otra enorme diferencia. Los maestros presentaban una media de un tercio más de cambios por minuto en el campo magnético que los practicantes de reiki.13

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