Tecnología significa desarrollo. Hoy en día, carencia de tecnología implica innegablemente estancamiento, involución y retraso. Dicha realidad es visible en los núcleos humanos reducidos (p.e. familias, empresas, etc.) y evidente cuando nos enfocamos en grandes agrupaciones como naciones o regiones económicas. La relación es tan directa que casi podríamos afirmar que el nivel de ingresos nacionales y, por ende, la calidad de vida de sus habitantes, dependen necesariamente de la inversión en tecnologías aplicadas a las distintas áreas. El dilema ahora consiste en puntualizar hasta qué punto “tecnologizar” al hombre y hasta qué punto humanizar la tecnología.