Revista cabildo 2018

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Nicolás de Bussy; el Pretorio, también de Bussy; las Hijas de Jerusalén, de Santiago Baglietto; San Juan, de Dorado; la Dolorosa, de Roque López; y el Cristo titular, obra maestra de Nicolás de Bussy. La banda de la Misericordia iba a la cabeza, cerrando marcha La Artística. El Jueves Santo, como es de rigor, se iniciaba el Triduo Sacro, y la prensa anunciaba los horarios de los oficios litúrgicos de la Cena y la Muerte del Señor, así como de la Vigilia Pascual, que se celebraban entonces por la mañana, con algún caso llamativo y justificado. Así, los del Viernes Santo tenían lugar en San Andrés a las cuatro de la mañana, antes de la salida de la procesión de Jesús, y en San Antolín y San Nicolás, así como en los conventos de Carmelitas, Isabelas y Verónicas “cuando ha pasado la procesión”. También en las Agustinas se iniciaban una vez que hubiera salido la procesión de Jesús. Cien años desde el primer cambio horario La famosa procesión de los pasos de Salzillo salió a las seis de la mañana, como dictan aún sus Constituciones, que entonces aún coincidía con la hora solar, aunque pocos días después de la Semana Santa de aquél año, el 15 de abril, se produjo por primera vez el cambio de hora al que ahora tan acostumbrados estamos. Es la única procesión que hace un siglo contaba con los mismos pasos que en la actualidad, al haber podido salvar de la destrucción, al contrario que otras cofradías, la totalidad de su patrimonio escultórico. Formaban el cortejo penitente, en consecuencia, los pasos de La Cena, la Oración en el Huerto, el Prendimiento, los Azotes, la Verónica, La Caída, Nuestro Padre Jesús Nazareno, San Juan y la Dolorosa, contando con las bandas de la Misericordia, abriendo marcha, y la Artística como cierre. La relación de los camareros de los pasos nos permite identificar a algunas familias que aún mantienen, cien años y algunas generaciones después, su vinculación a los pasos, como los Soubrier con la Cena y San Juan, los Fontes con la Verónica o los Díez de Revenga con la Caída, como sucede también en el Cristo del Perdón con los descendientes de Jiménez Baeza o en la Dolorosa de los coloraos con los Ruiz-Funes. Merece la pena detenerse en la reseña de la última procesión penitencial de nuestra Semana Santa, tenida desde antiguo por oficial por contar con la más extensa concurrencia de autoridades y corporaciones tanto religiosas como civiles y militares, y peculiar por varias cuestiones. Para empezar, era la única procesión para la que era habitual que no se determinara un horario concreto. Lo corriente es que señalara “el toque de oraciones”, y en 1918 no fue una excepción. Bueno es aclarar que el toque de oraciones es el que se hace, o se hacía, en los campanarios de la ciudad al oscurecer, que en aquellos días finales del mes de marzo estaba señalado para las siete menos cuarto de la tarde, como lo estaba el del alba a las cinco de la mañana. La procesión iba encabezada por una sección de caballería de la Guardia Civil y la ya referida banda de música de Patiño, titulada de Nuestra Señora de la Fuensanta. Marchaba después el estandarte de la Concordia, escoltado por un tercio de nazarenos negros, y a continuación la comisión de la Cofradía del Perdón, encabezada también por su insignia principal y con el paso del titular. La otra cofradía que concurría al cortejo del Santo Entierro con paso era la de Servitas, pero curiosamente eran nazarenos de la Concordia los que alumbraban a la Virgen de las Angustias, como al paso de la Cruz, que estrenaba flor nueva, mientras que el estandarte y comisión de nazarenos azules, como también los enviados por la Sangre, también con su insignia al frente, eran los que antecedían al Santo Sepulcro, que había sido restaurado ese año por sus flamantes camareros, don Antonio López y señora. Acompañamiento oficial Y ahí terminaba el acompañamiento de nazarenos alumbrantes, porque al paso de San Juan le precedían las representaciones de los bomberos y la Cruz Roja y a la Soledad los seminaristas. Cerraban el desfile penitencial la presidencia de la Cofradía, el clero parroquial, las comisiones y representaciones eclesiásticas, civiles y militares, entre las que no faltaron el

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