La ecología tiene su propia arqueología del saber. Nace como complejidad en el desarrollo mismo de la ciencia de la vida, la biología. También se desprende de la geografía, cuando la mirada, que estudia el espacio terrestre, deja solo de ver un espacio físico; sino que encuentra en este espacio dinámicas de interacciones vitales. La vida deja de ser
observada
en
sus
singularidades
aisladas,
metodológicamente, para ser visualizada en sus dinámicas complementarias, imbricadas y co-dependientes. Cuando la geografía adquiere vida, ya no es espacio inerte o mudo, sino es complejidad de espesores vitales, que hacen a los tejidos espaciales; la complejidad, sinónimo de realidad se hace visible. Desde que Ernst Haeckel la bautizó hasta la ecología
compleja
de
Edgar
Morin,
la
ecología
ha
abandonado, casi desde un principio, la división del trabajo intelectual de la episteme moderna.
Por eso, se puede
decir que es, mas bien, multidisciplinar; quizás la primera de la episteme compleja.
Se define a la ecología como la rama de la biología que estudia las interrelaciones de los diferentes seres vivos entre sí y con su entorno; en otras palabras, es la biología de los ecosistemas, según definición de Ramón Margalef. Estudia las interacciones entre los organismos y su ambiente;
cómo
conforman
y
configuran
estas
interacciones a los nichos ecológicos. Se estudian, en los territorios, las propiedades físicas y químicas, descritas 230