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dos de análisis, y generalmente se miden en unidades monetarias diferentes. Con respecto a los beneficios económicos, en la documentación se encuentra una cantidad razonable de información sobre el concepto de beneficio y de cómo éste puede definirse y medirse en el ámbito de la recuperación de áreas urbanas deterioradas. No obstante, no se han llevado a cabo muchos estudios empíricos que incluyan observaciones de control sobre lo que habría sucedido —por ejemplo, respecto al valor del suelo— si no existiese un proyecto de recuperación. Muchos de los proyectos y programas que se describen en la bibliografía disponible parecen haberse emprendido sin una clara medición previa de los beneficios económicos. Además, no se tiene prácticamente ningún dato sobre los resultados logrados, situación que se explica en gran medida por las dificultades de medición ya señaladas. La mejor utilización de los recursos existentes, incluidos aquellos que tienen un marcado carácter de bien público, constituye un elemento primordial del argumento socioeconómico en favor de la ejecución de programas de recuperación urbana. Ese argumento indica que la disponibilidad alternativa de estos bienes públicos con el mismo nivel de servicio en localizaciones periféricas implica mayores costos sociales y económicos. Newton (1972) hace un análisis de los costos y beneficios de diversos proyectos desarrollados en el Reino Unido, entre los que destacan los relacionados con el mejor uso de los bienes públicos. Además, se expone que los beneficios externos relacionados con la naturaleza de bien público de estos activos —cohesión social, control y prevención del delito, mayores índices de educación y salud— serían menores si se construyeran en una ubicación distinta o nueva. La puesta en uso de tierras baldías y edificios residenciales, comerciales, de oficinas e industriales abandonados o subutilizados es un resultado directo de los programas de recuperación urbana. Asimismo, esos programas generan empleo adicional durante su ejecución ya que una parte, a veces significativa, de las acciones de recuperación son rehabilitaciones de edificios y mejoramiento del espacio público que requieren una gran densidad de fuerza laboral y tienen un gran impacto sobre el empleo y el nivel de ingreso de la mano de obra poco calificada, que en América Latina es abundante. Las pruebas disponibles indican que las inversiones en recuperación de edificios, además de los beneficios descritos, utilizan menos materiales importados, de modo que demandan menos divisas que los proyectos de construcción nueva (Rypkema, 1998). El aumento del valor del suelo en las áreas de recuperación se considera un indicador de los beneficios económicos producidos por estos programas, en la medida en que esta alza de precios guarda relación con las mayores rentas que pueden extraer los propietarios como resultado del aumento de la demanda de espacio construido o rehabilitado en el área de recuperación. El aumento del valor del suelo se puede deber a nuevas actividades económicas surgidas como resultado de la recuperación del área y atracción de actividades al área por las ventajas de localización. Es necesario distinguir entre esos dos tipos de actividades por cuanto las provenientes del exterior, como es el caso de las empresas de servicios financieros atraídas a Londres por el proyecto de los muelles, deben considerarse beneficios económicos del programa de recuperación, es decir, que generan nuevos empleos en la economía urbana atribuibles a la ejecución del programa. Un caso notable de nuevas activida-

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