POETAS SIN FRONTERAS ENERO 2019

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Poetas sin Fronteras

ENERO 2019 Año 6 Ejemplar 58


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POR UN TOQUE DE TUS LABIOS Bertha Laraf Veracruz, México. Por un toque de tus labios, Cruzo la mar encadenada, cruzo el tiempo para recordar, que el frío de mis manos se derrite en tu mirar. Brilla la noche cuando somos dos lindo el susurro como es tu voz me robas suspiros, a cada trazo que escribo en el papel siento que giro y giro por verte otra vez. Pero hoy no, no siento tus besos sabor a miel no siento tus manos que me hacen soñar tan solo caminas sin voltear atrás por esa mirada me pongo a llorar Me pregunto por qué, tantas veces uno a uno lo busqué en mi mente, sin derrochar el tiempo que se desvanece encontré tu sabor a miel en el toque de tus labios, en el roce de tu piel. Dic 11, 2018.


ME PREGUNTÉ PORQUÉ. Por Bertha Laraf Veracruz, México. Me pregunté por qué, uno a uno lo pensé, sin desperdiciar alguno, porqué me robaste un beso inoportuno. ¿Por qué querías? tomar el chocolate aquel ¿Porqué? tus miradas con sabor de miel. Medité tus por qués en una banca del boulevard, esperé el sonido del oleaje para avivar mis sueños, se acercó la Luna que le dio por pactar llegaron tus pensamientos calmados y serenos. Escondí uno a uno, nuestros secretos debajo de las rocas humedecidas, bajé los brazos, repletos de objetos, no sé, porqué tanta pasión vertida. Las dejé marcadas con saliva de ansiedad, enjugué mis ojos, buscando más seguridad, con la lentitud de las lágrimas, que sólo imaginé, para que tú, ni nadie, me vieran llorar.


UN SUEÑO LOLA VARA. Argentina (Cristina Marino) DEJÉ QUE MIS PUPILAS SE DESPLAZARAN POR CADA PALABRA. ENTORNÉ MIS PÁRPADOS CANSADOS EN ÉSTA MADRUGADA. Y ALLÍ ESTABA DESANDANDO MIS HUELLAS EN LA PLAYA. SÓLO ESTABA MI SUEÑO/ LA CLARIDAD DE LA LUNA VOS Y YO. EL MURMULLO DEL MAR ATURDÍA EL SILENCIO. Y SUPE QUE ALLÍ QUERÍA ESTAR EN UN SUEÑO QUE FUESE MÁS QUE UN SIMPLE SUEÑO.


Intervalos Azules Isidoro A Gómez Montenegro México Entre cielo y flores pedazos de cielo colgados de los árboles ante lo indistinto embriaga. Laberintos de polvo el tiempo recorre abre senda,se mojan al tocar el arroyo. Los relámpagos tienen raíces efímeras en el cielo, ámbares rosáceos las encienden aliento ensordecido imanta el silencio. Petrificado el silencio se mira es rugido encarcelado sierpe cautelosa, imagen de la sombra, de la imagen. En aurigas tardes la otredad revive erguido, disciplinado, abiertas las pupilas, alertas, frontispicio de estatua. Añoró el laurel, lleva en las manos el secreto del tiempo en las estrellas viven artilugios de luz diluyese en sí mismos; los mundos se dislocan. Azul siena circundante del poeta enemigo del sueño guardas un trazo de rubí en tu pecho consagras palomas al olvido en el palmo azul de tu mirada. Recuérdame amor, amar el día distintamente de otras plumas finas vendrán secretos en alas de luz tras desnudo cuerpo. Siente que ha sembrado en la arena Les ha obsequiado sus jades, turquesas y demás piedras preciosas.


Allá en la montaña América Guerrero González México Con la esperanza de llegar a su destino se encontraba Alex ansiosa de conseguir un boleto de avión, existe amenaza de tormenta y el aeropuerto no se expone a que salgan los vuelos, al día siguiente ella se casaría con el amor de su vida, su trabajo de reportera la lleva a muchos lugares distantes, desesperada por encontrar un tiket escucha que otro pasajero está en la misma situación, él tiene urgencia de llegar a ver un paciente, es neurocirujano. Alex lleva la voz cantante, se aproxima a él y le propone que alquilen una avioneta para llegar a su destino que es el mismo, el acepta y llegan al hangar de las avionetas, los atiende un hombre entrado en años que se siente vigoroso que se hace acompañar de su perro y asegura que el bordeará la tormenta que es experto piloto. Emprenden el camino preguntándose sus nombres ella le dice a Ben que se casará al día siguiente, el calla su semblante refleja un presente ausente, en el intimo rincón de su memoria duerme una historia de dudas. Vuelan sobre grandes montañas cubiertas de nieve y el hombre dicharachero que pilotea la nave comienza a sentirse mal, Ben en seguida reconoce los síntomas de un infarto cerebral, pierden la cola de la avioneta y enseguida Ben se vuelve a poner el cinturón y de acomoda para no sufrir grandes daños, caen sobre montañas cubiertas de nieve. El primero en despertar después de la caída es Ben, revisa el celular, no tiene señal, se aproxima al piloto lo examina, está muerto, el perro vive, Alex se encuentra dormida la ausculta, tiene fuertes golpes en la cara y una pierna rota, le practica los primeros auxilios y le entablilla la pierna.


se dedica a sacar al piloto, a despejar el lugar, enciende fuego, coloca una manta en la parte donde se desprendió la cola de la avioneta esa será la salida, desprende los asientos para que Alex este bien. Paredes mudas de hojalata del pequeño espacio, será su hogar, acomoda las pertenencias de ambos, encuentra dos frascos con almendras y dos barras de chocolate, eso les ayudará a sobrevivir algún tiempo y derrite la nieve para tomar agua, Alex permanece inconsciente 36 horas, despierta con mucho dolor, dentro de sus pantalones traía algunos analgésicos que sirven para que se sienta mejor, pasaron días preñados de melancolía, días sin horas ni espacio. Compartiendo sonrisas de agradecimiento por las atenciones de Ben, con angustia de muerte, no avisaron de la decisión de viajar en avioneta, sin esperanza que alguien supiera en dónde buscarlos y a la vez se sienten eternos ante la inmensidad del blanco indiscreto y el azul que resplandece y los rodea. Alex le exige a Ben que vaya a un risco cercano para explorar y saber si tienen alguna opción de salir del lugar y como el amor no es cuestión de piel, sino de mirarse a los ojos y verse reflejado en el otro, compartir experiencias y trazar rutas de salvación juntos, se acerva en la soledad en que se encuentran, esa necesidad naciente empuja a Alex a indagar en las pertenencias de Ben, encuentra una grabadora, escucha los mensajes que tiene la mayoría de casos médicos que lleva y uno de la esposa de Ben en donde le reclama que es tirano y arbitrario, el perro comienza a ladrar desesperadamente, ella cree que es Ben que regresa, es un puma, se asoma por las ventanillas el perro sale volando a defender su guarida, es herido por el puma, al entrar el animal al refugio, Alex le dispara una bengala, Ben escucha el disparo y regresa corriendo, primero encuentra al perro herido y grita desesperado: ¿Alex, Alex, estás bien?, ¿estás bien?


Ben regresa desolado se encuentran perdidos en parajes de ausencia, no encontró señal telefónica, empieza a desollar al puma ese será su alimento en día venideros. Alex no se resiste a seguir la espera crece y al día siguiente, muy temprano emprende el descenso, se lleva al perro, con la pierna en malas condiciones se apoya con una vara, firme, decidida a regresar al mundo, a su mundo, Ben despierta y se encuentra con una nota de despedida, se resiste a dejar el refugio, lo envuelve el reloj paciente del tiempo consumido y se aventura a seguir a Alex, aún las huellas están visibles. Pronto los alcanza, en su peregrinar Alex quiebra el hielo con la vara y se hunde, Ben la rescata, le vuelve a salvar la vida, encuentran una cabaña abandonada en donde Alex se recupera e insiste en que Ben siga adelante que encuentre auxilio, ya la cercanía es difícil de sobrellevar en los dos el sentimiento crece y la necesidad de abrazarse el alma. Al día siguiente el partirá sólo, ella está extenuada y lo que tenía que suceder sucede, la entrega no se hace esperar, antes Alex le había dicho que escuchó el mensaje de su esposa. Después del ímpetu del amor llega la calma, él le aclara que su esposa lo amaba, no lo dejó por esa razón, tuvo un tumor cerebral, pasó de ser su esposa a su paciente y no la pudo salvar, Alex se disculpa y comprende el silencio y la tristeza de su mirada. A la mañana siguiente sale Ben en busca de ayuda pero no puede seguir, las imágenes de todo lo vivido en la montaña lo hacen regresar por Alex, ella le dice que será más difícil la travesía, él se niega a dejarla. En el camino el perro se les pierde de vista y Ben lo busca lo llama perro, amigo, no saben su nombre en esa desviación descubre que está próximo un bosque verde que están talando, pero cae en una trampa para osos, Alex tiene que seguir sola hasta encontrar ayuda, encuentra un tráiler cargado de troncos.


Ben despierta en un hospital con los dedos quemados por la hipotermia, se levanta y su primer impulso es buscar a Alex, la encuentra en otra habitación con su futuro esposo. En ese punto se separan cada uno a sus actividades Alex lo llama en repetidas ocasiones, él no contesta la cree casada, pasa el tiempo ella le envía algunas fotografías en la montaña, del perro y de él dormido con el torso desnudo la que le tomó el día del amor y una nota “Sólo tú puedes entender esto” Alex había perdido la esperanza que él la buscara, Ben vence sus temores y la llama, la invita a tomar un café, al verse él tiene el impulso de abrazarla, ella lo detiene, le reclama su silencio después de todo lo vivido en la montaña y que su novio es un hombre extraordinario pero no pudo casarse, Ben le dice que por qué no le avisó, ella le contesta que no es muy bueno para contestar llamadas, predestinados al exilio y al olvido, se despiden fríamente y caminan en sentido contrario, ambos no pueden detener las lágrimas y en un impulso regresan corriendo a encontrarse con el amor.


Mi manera JAMES COONOR Ciudad: Monterrey, Mexico Supe de mis sueños logrados Y también de los que no. Qué más puedo decir, Ahora que ha pasado el tiempo, Si no está Alegría mía, Que ni el tiempo a borrado Forjándome en los años Llevo los besos tatuados anidados en mi piel Que enamorado de la vida He recibido en el tenue Vivir de mis días extraviados, ni la lluvia ni tormentas Han borrado mi sonrisa ni los otoños han impedido Que siga enamorado De todo lo que he realizado No la luna tan inquieta, No ha dejado de brillar en mis ojos sin memoria Tal vez... nunca dude de mi luz, tan solo preciso de mi alma para tanta alegría En este tiempo tan bello De mis días Donde supe vivir a mi manera...


Mis tristes alegrías María Guadalupe Castillo López Veracruz, Ver. Mi triste alegría es recordarte Mi triste alegría es ver tus fotos, soñarte, pensarte. Tu ausencia duele y cala cada día, cada noche, cada instante, Pero es Dios quien me levanta y fortalece para no perder la fé de encontrarte. Alegrías momentáneas que se empañan con tu ausencia, Tristezas que se alegran al traer a mi mente tu sonrisa, Lágrimas que salen de alegría y de tristeza por ti mi flaco. Tres años, dos meses y 14 horas 1171 días, 28089 horas sin ti. Pero de pie hasta encontrarte y de rodillas ante Dios para implorar por tu regreso. Nuestra cuarta navidad sin abrazarte, duele, duele mucho. No soy estoica por recordarte, solo soy tu tía y segunda madre sufriendo. No me digan que lo supere, no me digan que yo puedo, caigo y me levanto Jamás nada será igual así que déjenme llorar. Me he negado a aceptar la realidad, la irá me ha invadido, he tratado de negociar con mis pensamientos y recuerdos, he caído al vacío


y una tristeza profunda me ha inundado, me reúso a no tenerte, y aunque la aceptación no ha llegado, si estoy consciente de que he aprendido a manejar mi dolor por tu ausencia. Pero ayyy… cómo duele que te hayan arrebatado de nuestros seno familiar. Seno Familiar que no supo cómo cuidarte y protegerte. Perdón hijo mío por no haberte librado de esta triste realidad. Perdón hijo mío por haberte perdido dentro de nuestro hogar. Hasta el último instante de nuestra vida viviremos implorando tu regreso.


“MI HISTORIA DE NAVIDAD” Diógenes Escritor. Veracruz, México

A lo lejos vio la gente que se arremolinaba a la entrada de la privada. El corazón y su sexto sentido de madre le avisaron que algo andaba mal, muy mal. Apretó a Lalito contra su pecho, sin esperar a que el taxi se detuviera por completo y sin medir el peligro bajo corriendo. La negra columna de humo que salía de la ventana le hizo pensar lo peor, la saliva amarga y espesa dentro de boca le impedía hablar. A empellones se abrió paso entre los vecinos y curiosos. La comadre Sara le arrebató a Lalito de sus brazos, entonces pudo llegar hasta la puerta de su casa, misma que estaba destrozada al igual que el marco, dentro de la sala los compadres Joel y Julio lanzaban cubetadas de agua a la fuente del incendio: El arbolito de Navidad. —¡Mamá, mamá! —el grito de sus tres hijos la hizo voltear. Abrazados fuertemente a la falda de doña Juana lloraban asustados. El alma volvió al cuerpo de doña Leo cuando casi sin aliento corría a buscar sus pollitos. Sin importarle que su blanco vestido se llenara de hollín, limpió la cara y las lagrimas de sus pequeños hijos. —Escuchamos los gritos y corrimos a salvarlos —ronco por haber aspirado humo decía Miguel ahijado de doña Leo. Madrina tuvimos que romper la chapa para poder entrar. —No importa hijo, no importa…


En su mente doña Leo trataba de imaginar lo que había sucedido, y lo supo días después, ya que había pasado todo. … —Niños voy a ir al centro. Voy a comprar lo de la cena de Navidad me llevo a Lalo. —Si má, aquí te esperamos —dijo José Manuel el mayor. —¿Me compras una bolsita de cacahuates ma? —con ojos suplicantes pidió Guty. —Y a mí me traes una “sorpresa” —sin quedarse atrás exclamó Nica. —Si, si, a todos les voy a traer lo que me pidan, pero por favor, por favor, pórtense bien. Voy a dejar cerrado con llave, no me tardaré nada. No quiero ver que anden de tentoniches. Cargó a Lalito, cerró la puerta y se alejó por la banqueta de la privada. Asomados por la ventana tres caritas sonrientes le despidieron. —¿Qué hacemos? —¿Jugamos a la escondidas? Dijo Nica mientras brincaba arriba de su cama. —No, mejor vemos la tele. —En la tele no hay nada, es muy temprano.


No se pusieron de acuerdo. Cada quien se entretuvo a su manera. Uno con sus soldados de plástico se imaginaba en un capítulo de “Combate”, otro, viendo un hormiguero que se había formado en el patiecito jugaba a ser “El gigante” dueño de las vidas de los animalitos quienes ajenos ignoraban su presencia. El mayor se entretuvo escribiendo en su cuaderno. Había pasado media hora apenas y ya estaban aburridos. Coincidiendo en la sala el más pequeño dijo: —Yo sé dónde guardó mi mamá las luces de bengala —dijo Andrés. En sus ojos asomó ese brillo de quien sabe que va a hacer travesuras. Un silencio culposo se apoderó de la sala. —No. Mi mamá no quiere que encendamos las bengalas y menos aquí adentro de la casa. —Bueno, sería solo una —insistió. —No. —¿Y si traigo un vaso con agua por si las moscas? —No. Mejor esperemos que llegue mi mamá. —Si encendemos solo una y aventamos el fierrito por la ventana. Nadie se dará cuenta. —No sé. —Sisierto, si lo aventamos afuera mi mamá no sabrá. —Bueno ¡Pero solo una! —dijo José Manuel cediendo al fin.


Seguimos a Nica hasta la cocina. Jaló una silla de madera, subió en ella y arriba del refrigerador detrás de la caja de cereal apareció la caja de bengalas. Tomó la caja de cerillos que estaba junto a la estufa y como chiflido corrió a la sala. Abrió la caja, sacó las bengalas y ni tardo ni perezoso inició la repartición. —Una pa´ti, una pa´ti, una pa´mi, y de nuevo, una pa´ti, una pa´ti, una pa´mi —No, no, no. Dijimos que solo una. Trae acá. Corrimos detrás suyo por toda la sala, las recámaras y el patio tratando de quitarle la caja. Con una escoba le picamos las costillas cuando se refugió debajo de su cama y de esa manera salió. Encab… enojado, pero salió. Con todo cuidado metí las bengalas en su caja y las llevé al lugar de donde no teníamos que haberlas sacado. Seguí escribiendo en mi cuaderno. El silencio que envolvía la casa se me hizo sospechoso, salí de la recámara y entonces escuché las risas ahogadas de mis hermanitos. Al verme se quedaron muy serios. Fingiendo no haberme visto se hicieron mensos. Fui a la cocina, repetí la maniobra que anteriormente había hecho Andrés y me cercioré que la caja continuara sobre el refrigerador. Y sí, ahí estaba. De no haber subestimado el grado de ingenio de Nica, no hubiera pasado nada. Pero ocurrió. Mientras estuvo bajo de la cama se quedó con una luz de bengala. Seguí en lo mío, practicando las letras cuando hasta la recámara me llegó el olor a humo. Enojado salí a su encuentro. Ojalá no lo hubiera hecho.


Nica corrió de nueva cuenta, agitando en su mano la bengala recién encendida haciendo con ella grandes círculos y ya casi para atraparlo la soltó. Como era de esperarse en estos casos, cayó exactamente donde no debía: la mullida base de pastle en donde estaba acomodado el nacimiento. No hace falta decir que el pastle al estar completamente seco ardió instantáneamente y con el las ramas bajas del arbolito, los farolitos de papel, las tarjetas navideñas y el resto de los adornos. —¡El vaso de agua! ¡El vaso de agua! —brincando gritaba Nica ¡Se los dije! La providencial ubicación del árbol de Navidad nos ayudó. Al estar en el rincón de la sala casi pegado al patio nos dio la oportunidad de correr hacia la ventana que daba a la parte central del patio de vecindad. Nuestros gritos fueron escuchados por doña Sara. Replicando nuestra suplica de ayuda logró llamar la atención de los demás vecinos quienes corrieron a auxiliarnos. El resto de la historia la saben ya. Ese día mi padre llegó a casa después de haber trabajado en el primer turno. La ira reflejada en su cara fue dando paso a la resignación al saber que sus hijos se habían salvado de una horrible desgracia. Junto con sus compadres y ahijado se dieron a la tarea de sacar el arbolito quemado, limpiar las paredes, pintar la sala que se había ahumado completamente. El castigo no se hizo esperar: No tendríamos arbolito de Navidad, ni regalos de Santa Claus, ni Reyes Magos. Bien merecido nos lo teníamos.


A mediados del siguiente año nos cambiamos a Casas Tamsa en donde en diciembre nos las pasamos igual al extenderse el castigo, pero sobre todo para evitar se repitiera la escena. Nos habíamos resignado. Sin embargo, en la siguiente temporada Navideña se dio un pequeño milagro. Mi papá había regresado del D.F. en la víspera de la Navidad a donde asistió a un curso relacionado con su trabajo, trayendo con él un regalo especial. Recuerdo que ese 23 de diciembre mi papá nos llevó a casa de mi abuelita María donde pasamos todo el día. Para cuando regresamos ya entrada la noche desde la avenida central vimos a lo lejos que nuestra casa estaba sumida en la oscuridad. —Que extraño ¿Se habrá ido la luz? —Pregunté. —Creo que si —dijo mi papá. Llegando busca las herramientas para que me ayudes a revisar el medidor y cambiar los fusibles. Pero, tan pronto mi padre abrió la puerta de la casa ¡Se hizo la luz! Y ahí en la sala junto a la televisión había un árbol completamente decorado. El mas grande y bello arbolito de Navidad que yo recuerde. Además de las luces de “chilito” que lo iluminaban profusamente, en la parte del frente había una lámpara que tenía una pantalla de colores que giraba dando diferentes tonalidades al árbol y a la sala.


Los gritos de alegría y las lágrimas que asomaban en nuestros ojos no se hicieron esperar, corrimos a abrazar a mi mamá quien se contagió de nuestra alegría y llanto. Mi padre sonriente nos miraba desde el vano de la puerta y sin poder resistirse se unió a nosotros en un gran abrazo. Nos habían levantado el castigo dándonos el mejor regalo de Navidad que habíamos recibido hasta entonces.


“EL LAZO ROJO” Diógenes Escritor Veracruz, México

La espera se le hacia eterna, decidió no aguantar más y se encamino bajo el árbol de navidad. —Este es el más pesado de los cinco ¿qué será? — decía mientras con sus pequeños dedos aflojaba el moño para ver el interior de la caja —Un juego para armar —para Fito seguramente. Sus inquietos ojos se posaban ahora en los regalos que tenía delante de sí. —Este es el más grande —decía mientras abría un poco. Dentro pudo ver una preciosa muñeca de trapo con ojitos de botón y largas trenzas negras de estambre. —No, no es lo que yo pedí —dijo dejándolo de lado. —¿Y éste? —dijo observando dentro mientras cuidaba de no dañar el lazo del moño; un precioso juego de té. De su carita surgió un mohín. —No, este no es para mí —con sus pequeñas manos tomo la penúltima caja encontrándose esta vez que en el interior había un disfraz de princesa color rosa con zapatillas que hacían juego y una brillante corona — No, creo que este tampoco es.


Se quedo quieta por un momento, pensativa. Su cabello rizado le hacía parecer un angelito, confundiéndose con los bellos adornos bajo del árbol. Lucía preciosa rodeada de cajas y bolsas de regalos. La tenue luz de la serie del árbol de navidad le ayudaría a seguir hurgando dentro de la caja restante. Ésta última, aunque era la más pequeña de todas denotaba un especial cuidado en su envoltura. —Ya no tengo duda que este regalo es para mí — dijo, pero ¿por qué es el más pequeño? ¿por qué? si me he portado bien. No terminaba de pensarlo cuando de su carita surgió una sonrisa pícara, — bueno, volvió a decir —sin contar la vez que metí a la niña con todo y ropa a la regadera, o la vez que le jale la cola al perro, o cuando hago berrinche porque no me dan de comer lo que quiero. Creo que no me he portado tan mal como para recibir este regalo, el más pequeño. —¿Y si cambio las etiquetas? ¿Se dará cuenta Santa? —dejando la tentación de hacerlo observó con más detalle la caja que tenía entre sus manitas. Coronando la parte superior brillaba un moño de seda rojo que combinaba con la envoltura dorada. Con cuidado movió la caja para adivinar su contenido y pudo darse cuenta que la tapa del mismo no tenía cinta que la uniera con la parte inferior, por lo que le fue de lo más fácil abrirlo.


A pesar de sus cuatro años, no le costó trabajo leer la tarjeta en el interior de la misma: “Es-te li-bro es pa-ra nu-es-tra- ne-na con-sen-ti-da. Con ca-ri-ño, tus pa-pás” Al terminar de leer la tarjeta Georginita abrazó el regalo, su cálida sonrisa ilumino completamente el lugar. Dentro de la caja estaba el libro “Cuentos para soñar”. Detrás de la pared los papás de la niña profundamente conmovidos con lágrimas en los ojos juntos observaban la bella escena... Fin


HABLANDO DE NOSOTROS México Heidi Sosa Cruz Como el sol que nace y vuelve a morir, como la espiral de nuestras vidas, que conecta al firmamento. Así son los ciclos, que parecen idénticos, pero el río que te moja, no lo hará dos veces. Morí en la tristeza por el niño hambriento y renací en el encuentro de tus ojos. Amor que nace, se multiplica y revienta en estrellas para ti, vuelve a condensarse muy dentro de mí. Hablando de ti y de mí, quiero encontrar el nosotros, palabra difícil en la historia, pero… Nuestro sea el amor, en explosión e implosión, en el día y en la noche, en este año, en esta vida y mas allá.


Me desharé de ti. Lucila Reyes González México ¡M e desharé de ti! como si fueras un bota, que ya no quiero usar, como una tarde de domingo aburrida a no dar más. Como un sábado sin citas o un martes sin jugar como mi tía de visita y mi suegra al llegar aaaaggggggggggggg!! Me desharé de ti para disfrutar mi vida una vida real, por qué soy ingeniero y estar yo quiero en un mundo de verdad. Sin amigas cibernéticas, ni reacciones tardías, ni mujeres cinéticas, que amarguen mis días. Me desharé de ti no vuelvas a molestar pues de este mundo ahora quiero solo quiero descansar Jum!!


AMOR DISTANTE Lucila Reyes González México En la negrura en mi noche triste me pregunto si me extrañaras si sabrás por que no me viste y si algún día me veras amor que destrozo mi sino cundiendo por todo mi cuerpo cual virus maldecido. Amor, amor prohibido cuando te volveré a besar no puedo componerte ni un soneto te has ido, fuente de mi inspiración dejándome sola este momento, sin el recurso de una ilusión me pregunto si un día volveré a sentir eso que a tu lado me incitaba a escribir gracia divina del cielo parecía venir contigo y contigo se tuvo que ir. Ya que no regresas llévame contigo y volverás a estar radiante como lo fuiste cuando estabas conmigo. por que más que mi amante siempre has sido mi amigo, y he estado a tu lado en todo instante.


Amor, amor distante en mi espacio blanquecino de hoja sin tu nombre recibir me has robado el sino de poeta por no escribir pues al irte te has llevado la fuente de mi inspiración. Hoy ha quedado callada, la voz de mi canción las flores de mi jardín se han marchitado pues también te has llevado parte de mi razón. Regresa pronto a mi lado, devuélveme el corazón, amor amor distante devuélveme mi pasión.


DESILUSIÓN Lucila Reyes González México Lo tuyo fue un amor distante lejano inconcluso, amor que parecía tan cercano como mi computadora, amor que me llego a algo más incluso; deje de ser ciber y convertirme en persona No me daba cuenta en mi osadía que yo sola me engañaba y lo virtual con real confundía sin saber mi ciber-sentimiento me dañaba Como, saber que en sueños líquidos se convertían las digitalizaciones que emanaba como saber que solo se quedaban . en la pantalla un instante y se perdían. Como saber que todo ente tiempo que utilizaba de mi mega espacio mi disco duro lleno completo y el vaciarlo fue despacio. Tratando de borrar la ruta fija, al restablecer los links se direcciona; raspa mi RAM como una lija, y en cada tecla se presiona, el recuerdo de tu Nick en mi reacciona. Adiós amor virtual, liquido cibernético adiós a mi computadora adiós a mi disco duro mi link magnético adiós sueños de soñadora.


…SI ME PONGO A PENSAR. Osvaldo Pettinicchio (Daniel Vattimo). (Derechos Reservados). ARGENTINA. Me duele si me pongo a pensar que el tiempo es un silencio alquilado de temores y como silencio se me encoje en un susurro al alma. Un susurro cetrino que sabe a tanto encierro que la voz se perdió en un cuajo de cómo y de cuando hasta que esa misma se le anima a la tormenta y anda a saber cómo termina el pitorreo cuando a las causas se las come el diablo. Pasa que las memorias bizarras del tiempo lo llevaron a lamerse las heridas a morderse la vida.


Entonces aparece el agrio sabor de las batallas. Los bastiones caídos que ya nadie reclama pero también de los otros porque hemos dado muchos pasos. Hablo de mucha historia caminada. Me duele si me pongo a pensar que todo se esconde o se disfraza con el color burlón del odio y la revancha. La gente no es manca. Tampoco se olvida que no se tiene que olvidar. Aunque a veces se la piensa que esta como dormida. Me duelen los hijos. Los nietos que aún ya de chiquilines están pidiendo Patria.


CONSTELACIONES . (Osvaldo Pettinicchio – Daniel Vattimo) (Derechos Reservados) ARGENTINA. Salgo… Me muevo bajo el Sol, la luz tiene cabellos largos y un gorrión endulza la tensión de un cable lejano. Siempre… Cielo azul. Celeste que bordea el horizonte. Brisa. Hojas inquietas bailotean extrañando el viento. Paseo interior… Temprano despertar me lleva a un límite de blanco nieve. Veo las palmeras. Altas. Gigantescos testigos de jardines amplios.


Cierro los ojos… Imágenes que se repiten. Vuelven. Las manos tienen como una tendencia suicida hacia el verso que baja por mis venas abiertas. Sangran… Las palabras deformes abandonan el caos inmediato. Se ordenan como notas musicales en el pentagrama de la idea. Siento la vibración que sublima el pensamiento. Abro los ojos… El nuevo Sol me apuñala de miel con un brillo oscuro y necesario. A pesar del momento permanece callado. Quema. Abre mi mente a los espacios.


(Osvaldo Pettinicchio) (Daniel Vattimo) VERSOS DE AHORA MISMO… ARGENTINA. Y así quedó… Glorietas y lodazales fueron lo mismo. Victorias y desencantos fueron las flores robadas de los cantones suizos. Colores de campiña. Pasiones y amores derramaron ríos, en su propia vida. Mientras un piano deslizaba Nocturnos de Chopin gemían leves los cantos de pájaros del invierno, con sus picos nevados y plumaje de montaña helada bajo un Sol aturdido de silencios.


Así mordía la mañana indiferente, su crepitar de versos. Tan acústicos, cálidos, que jugaban escondidas con las gotas frías y un leño agatas encendido, que iba esperando su final sin gloria. Saldría a caminar. Con sus papeles grises crispados en sus manos, buscando ansioso y melancólico el final azul de su poesía. Una mirada burlona dejo en el pasado la última nota blanca en su bemol.


Madrugadas Seudónimo. Lola vara Argentina CRIS MARINO La distancia se impuso Madrugadas vacías. Esta invasión de soles Que no brillan De lunas opacadas Como una vela tibia. Como un trinar de pájaros Me arrebatan. Como marmolada lápida Se me quedo la boca. Los ojos.. como ciegos. La noche es un ensueño De hogueras que murieron. Perecieron alondras En pasajes sin tiempos.


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