Tipping, colin el perdon radical

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30.- Velatorio para el niño interior NUESTRA EVOLUCIÓN espiritual depende mucho de que nos recuperemos de nuestra peor adicción, la del arquetipo de víctima que nos mantiene atrapados en el pasado y mina nuestra energía vital. El niño interior no es otra cosa que una metáfora de nuestro apego a las heridas y una conciencia de víctima muy resultona. Envolver a nuestra conciencia de víctima con pañales no la vuelve más aceptable. Invocar a nuestro niño interior no deja de ser un comportamiento adictivo. No me refiero al niño interior, juguetón, creativo y vital como el que describe Richard Bach ni a la parte nuestra que camina por delante para inspirarnos y despertarnos. Estoy hablando del pequeño mocoso llorón que vive en el sótano de nuestra mente, esa víctima infeliz en la que podemos confiar para culpar a todos los demás de nuestra infelicidad. Éste estaba en el centro de los chismorreos en todos los talleres sobre el niño interior de los años ochenta. En beneficio de nuestra evolución espiritual y nuestra liberación final del arquetipo de víctima, tenemos que acabar amorosamente con la vida del mocoso interior. A este fin, propongo que realices un funeral y proclames su muerte. Si quieres seguir adelante con este ejercicio, puede que sientas la pérdida de tu niño interior y esto está muy bien. Sin duda, te ha proporcionado consuelo y comodidad en tu dolor durante años pero es hora de avanzar. El perdón radical te libera de la necesidad de aferrarte a tu ser herido, así que date permiso para soltar a tu niño interior ahora. Mientras sigas aferrado a tus heridas pasadas, el perdón radical es imposible de lograr. Agarrarte a tu niño interior representa tus heridas pasadas. Cuando quieras seguir adelante con tu vida, quizá te sorprenda descubrir que tu niño interior ¡también quiere hacer lo mismo! Para soltarlo prueba la meditación que describo a continuación.

Meditación funeral Siéntate cómodamente y respira hondo tres veces, permite que tu cuerpo se relaje mientras espiras. Presta atención a cualquier área de tu cuerpo que permanezca tensa. Relájala a conciencia, a sabiendas que durante esta meditación tu cuerpo seguirá relajándose con cada respiración y, pronto, estará profundamente distendido desde la cabeza a los pies. Ahora, mira dentro de ti y localiza la habitación donde está sentado el niño que voluntariamente ha portado tu dolor. Encuentra al niño interior que conserva los recuerdos de haber sido maltratado, ignorado, traicionado, abandonado, rechazado o mal amado. Al toparte con esa personita en aquel cuarto, comprueba si está rodeada de listas, libros de contabilidad, gráficos y marcadores. Las paredes del cuarto están empapeladas con nombres de personas, lo que te hicieron y los castigos que considerabas merecen. En los libros, el niño lleva la cuenta de todas las veces en que alguien te victimizó y lo que te costó. Percibe la ausencia de alegría ambiental. Mientras miras al niño, nota lo triste que


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