Emisiones de gases efecto invernadero en el sistema agroalimentario español

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Resultados

tan huellas de carbono comparables, entre 0,6 y 0,8 kg CO2e / kg producto. Las emisiones por hectárea son también muy bajas en el caso de las leguminosas, un valor que se suma a su papel agroecológico como fijadoras de nitrógeno, lo que reduce las necesidades de fertilizantes nitrogenados y por tanto la huella de los demás cultivos de la rotación. Tanto cereales como leguminosas son productos con un elevado contenido en materia seca, que los hace muy densos en términos de energía y proteína. Las aceitunas y las uvas tienen huellas de carbono en torno a 0,5 kg CO2e /kg, y con valores inferiores a 0,5 kg CO2e / kg producto se encuentran el resto de categorías, que incluyen principalmente frutas y verduras, todas ellas con elevadas emisiones por hectárea pero también alta productividad en términos de materia fresca. Esta alta productividad es debida a la gran presencia del cultivo en regadío y al alto contenido en agua de sus frutos, y por lo tanto bajo en energía y proteínas, si bien su aporte de vitaminas, minerales y fibra a la dieta es muy importante. Por último, la menor huella de carbono se encontró en los cultivos forrajeros, cuya elevada productividad y el hecho de que se coseche toda la biomasa (no solo el grano o el producto principal), hacen que presenten unos niveles de emisión por unidad de producto muy bajos. Hay que destacar que hay algunos grupos de cultivo muy heterogéneos, como los frutos secos, los cultivos industriales y los cultivos forrajeros. En estos grupos sería necesaria una mayor desagregación a nivel de cultivo para determinar las diferencias entre ellos. Las opciones de mitigación de estas emisiones de GEI en la producción vegetal fueron analizadas en una reciente revisión21, incluida en un número especial166 sobre

cuantificación y mitigación de GEI en cultivos mediterráneos, que mostraba cómo la optimización de la fertilización nitrogenada y del riego, su ajuste a las necesidades del cultivo en tiempo y forma, así como aquellas medidas de manejo tendentes a incrementar (o al menos preservar) el contenido en materia orgánica de los suelos (como las cubiertas vegetales o la aplicación de enmiendas orgánicas), resultaban las medidas con un mayor potencial de mitigación asociado, al tiempo que ofrecían las mayores oportunidades (y menores barreras) para los principales actores implicados en su implementación. Entre las opciones de mitigación de GEI en la producción vegetal tenemos aquellas que podemos clasificar de tecnológicas, que podrían quedar ejemplificadas con avances en el ámbito de la fertilización (p.e. nuevos productos fertilizantes de liberación controlada o inhibidores de procesos microbiológicos del suelo), nuevas variedades de cultivo y tecnologías de riego, etc. Como ejemplo, en un estudio a nivel provincial32 proponíamos una serie de escenarios centrados exclusivamente en el manejo de la fertilización para reducir las emisiones de amoniaco de los cultivos de cada una de las provincias españolas. La implementación de este tipo de alternativas pivota en los principales actores implicados y puede presentar importantes barreras técnicas y económicas. Como ventaja, son en muchos casos efectivos a corto plazo, reduciendo la emisión de uno (o varios) contaminantes. Sin embargo, también pueden incrementar la emisión de otros gases contaminantes a los que no están dirigidas, como el amoniaco u otros GEI21. Otras prácticas de mitigación, que podemos clasificar como agroecológicas, y que predominan en los sistemas ecológicos pero que no son exclusivas de ellos, se basan en cambios

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