Raices nº2 marzo 2018

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situación y la fragmentación política creo que exige esto.

tenido tanto protagonismo como otros territorios, ya ha puesto patas arriba el sistema político español otras veces y ha sido motor de cambio de muchas cuestiones. Pero esto requerirá un tiempo y un espacio exclusivo.

En tercer lugar, profundizaré en la complejidad del panorama político español. Sé que me dejo muchas cosas, pero creo que los elementos fundamentales son los que mencionaré aquí. Primero, la desigualdad aberrante que existe a todos los niveles, pero sobre todo la desigualdad económica que ha avanzando rampante desde el inicio de la crisis y que el actual modelo capitalista económico y de producción lo potencian. Un modelo de precariedad, inestabilidad laboral y vital, incertidumbre, trabajo de muchos y beneficio de muy pocos. Curiosamente gracias al Estado y a los servicios públicos, es decir, que unos pocos se aprovechan de lo que es de todos y todas. Está también, con una tendencia imparable, la cuestión feminista. En estos momentos, el movimiento feminista está en auge en nuestro país porque han (y hemos, o tendríamos que entender) entendido que la democracia no vale si la mitad de la población no vive en condición de igualdad. No puede haber democracia sin las mujeres, y están encargándose de recordarlo cada día más. Como ya dije en el anterior artículo, cualquier movimiento transformador que no entienda la necesidad del feminismo, mejor que se quede en casa. El último elemento que quiero mencionar como parte de los fundamentales de nuestro paisaje es el territorial. España, con multitud de lenguas, culturas, tradiciones y costumbres muestra una evidente e innegable complejidad del territorio político (y físico). Nuestro país tiene varias naciones, y ya es hora de explicitar y acabar con la hegemonía durante siglos de Castilla sobre el resto de naciones, y más ahora que nunca que tenemos formas democráticas para resolver estos problemas. Con la causa catalana se ha evidenciado que hay un gran número de personas que han decidido que no quieren seguir formando parte, por ahora, de nuestro país. No quiero ser fatalista ni determinista porque creo que la política no funciona así, pero es evidente que no se puede negar la realidad y que la plurinacionalidad es un tema pendiente, y que la Historia así lo demuestra: es quizás el problema más consustancial a la historia del Estado Español. No obstante, y por lo que me toca, no quiero acabar con este tema sin dejar de mencionar que Andalucía, aunque haya visto anestesiado el sentimiento andaluz durante décadas y no haya

En cuarto lugar, quiero que se entienda esta enumeración de elementos o divisiones fundamentales de nuestro sistema político como los ingredientes de la receta que es la defensa de la democracia. A nadie se le puede olvidar que vivimos, a nivel internacional y a nivel “nacional” también, un paso atrás de la democracia y las conquistas sociales en detrimento del capitalismo financiero y las opciones políticas totalitarias y autoritarias. En resumen, nuestras élites nos están diciendo a la cara que les importa mucho más el capitalismo que la democracia, que el primero estaba antes que la segunda, y si hace falta, el capitalismo seguirá siendo existiendo sin democracia. Por todo esto, creo que es necesario y urgente empezar a pensar y a activar un nuevo movimiento político por la defensa y ampliación de la democracia. Durante los siglos XIX y XX la clave fue la consecución y la implantación de los sistemas democráticos y las conquistas de derechos sociales. El reto de nuestro siglo tiene que ser el de tomar conciencia de que nos la están arrebatando y que es nuestra obligación defenderla y ampliarla. La democracia no se pide, se exige. Para finalizar, quiero volver a inyectar dosis de realismo puro y duro. Como dije antes, los niveles de fragmentación de nuestras sociedades son tan

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