Caperucita y el temible y terrorífico Lobo

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—¿Cómo te puedo llamar, animal lanudo con olor a pantano? —¡No tengo olor a pantano! ¡Me bañé hace un mes y... no tengo nombre!, aunque algunos me llaman "Lobo". —¡Qué gracioso! ¡Un perro que se llama "Lobo"! –reía a carcajadas Caperucita. El Lobo se miró en un charco de agua y se sintió confundido. Nadie nunca jamás en la vida le había dicho que podía ser un perro.

—¡Pero a mí me dicen LOBO! –gritó el animal. —Yo tengo un amigo que se llama León... ¡y no es un león! –le dijo Caperucita. Y en este momento, el Lobo sufrió una crisis de identidad, hasta pensó en hacerse un ADN.


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