Historia del Imperio Bizantino tomo II

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usos de Hungría, Alemania, Italia, España, Francia e Inglaterra. Esta gran diversidad justifica la observación de un crítico, quien declara que Laónicos tiene el don de despertar nuestra atención, inspirándonos curiosidad e impidiéndonos bostezar durante su lectura”.506 Critóbulo, imitando a Tucídides con la misma falta de éxito que Calcocondilos, escribió, en alabanza de Mahomet II, una historia del período 1451-1467. La época de los Paleólogos, tan abundosa en historiadores, no tuvo casi cronistas, salvo un cierto Efraím, que escribió en el siglo XIV una crónica en diez mil versos, sin interés histórico, abarcando los hechos desde Julio César hasta la restauración del Imperio en 1261. El problema de la unión, tan candente en la época de los Paleólogos y resuelta oficialmente por tres veces bajo esta dinastía, y, por otra parte, las largas querellas hesicastas, provocaron gran actividad en el campo de la literatura dogmática y polémica. Tal actividad correspondió tanto a los adversarios como a los partidarios de la unión y la hesiquia. Ya hemos tratado de algunos de esos escritores en el examen de la vida religiosa durante los Paleólogos. Entre los unionistas más eminentes debemos citar tres autores que fueron a la vez hombres de acción: Juan Beccus, que murió a fines del siglo XIII, Demetrio Cidonio, que vivió en el siglo XIV, y el famoso humanista del siglo XV, Bessaríon de Nicea. Juan Beccus, contemporáneo del primer Paleólogo, empezó por oponer viva resistencia a la política unionista, lo que le atrajo la cólera del emperador y le costó ser encarcelado, a pesar de su alta jerarquía religiosa. Según los testimonios históricos, Beccus fue hombre eminente por su talento y saber. Con frase de un historiador griego, “distinguióse por su cultura, por su larga experiencia y por su elocuencia, que pudo poner fin al cisma de la Iglesia”.507 Gregoras le califica de hombre inteligente, “maestro en la elocuencia y la ciencia, dotado por la naturaleza como ninguno de sus contemporáneos... La penetración de su ánimo, la claridad de su lenguaje, su conocimiento de los dogmas eclesiásticos, hacían que junto a él todos pareciesen pequeños”. Al conocer las obras de Nicéforo Blemmidas, Beccus cambió de opiniones religiosas y se tornó partidario de la unión. Miguel VIII le elevó a la sede patriarcal, que ocupó hasta principios del reinado de Andrónico II. Éste, al romper con la unión, depuso a Juan Beccus y encerróle en una prisión, donde murió. La obra más importante de Beccus es la titulada De la unión y paz entre las Iglesias de la antigua y la nueva Roma. En este tratado el autor se esfuerza en demostrar que los Padres de la antigua Iglesia griega reconocían ya el dogma latino, pero que los teólogos griegos posteriores, empezando por Focío, deformaron la doctrina. Beccus trata con igual tendencia el tema del “origen (de la procesión) del Espíritu Santo”. Ha dejado otros ensayos teológicos inspirados en iguales ideas. Las obras de Beccus, en lo sucesivo, sirvieron de manantial donde bebieron su documentación los partidarios de la 506 Miller, ob. cit., p. 38 507 Paquimeres, De Michaele Pal., V, 24 (I, 403).

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