– ¿Por qué te paras aquí? – Porque aquí vive mi dueño. La mariposa se dio cuenta que había perdido el brillo de sus alas y preguntó: – ¿Dónde está mi brillo? Y el ratón le dijo: – Se te fue en el camino. Ella le contestó: – Culpa de los cuervos que nos persiguen. La mariposa se sintió muy triste y se detuvo delante de los cuervos y les preguntó: – ¿Por qué me persiguen? – Perdón si los hemos asustado, sólo queremos decirte lo bellas y brillantes que son tus alas y ser tus amigos. La mariposa se sintió muy feliz y volvió a ver el brillo de sus alas. También comprendió que hubiera pasado menos susto si se quedaba en el árbol con su hermana. Colorín colorado, este cuento ha terminado. 105