PubliMar 99

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27/Mayo/2013

SAN PEDRO POCHUTLA

Chanconchán,

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legendario y entrañable personaje pochutleco • •

Con la muerte de Wilebaldo Gabriel Salinas, alias, Chanconchán, culmina una parte de la historia de este lugar

Durante años fue voceador del periódico Noticias, y era conocido por su manera peculiar de promover comercios y eventos

Patricia Pacheco A Chanconchán solo le faltó vender la nota de su propio homenaje. En Pochutla se le extraña. Porque Chanconchán o Baldo, como se le conocía en estas ardientes tierras a Wilebaldo Gabriel Salinas, no era un voceador habitual; para muchos pochutlecos era parte de la historia del último medio siglo en este lugar, y también uno de los personajes más originales y pintorescos de la comunidad. Verlo era habitual; todos los días desde hace por lo menos 40 años transitaba por las maltrechas calles y recovecos de Pochutla para ofrecer “El periódico de Oaxaca” como le llamaba al diario Noticias, Voz e Imagen de Oaxaca, pero también para promover bailes, negociaciones y hasta entierros, con su peculiar y sugestiva forma de expresarse. “A la pista mi nene” Pobladores, familiares y amigos aún recuerdan con gusto frases y dichos de quien era considerado una leyenda e ícono de Pochutla. “¡A la pista mi nene!” y “vayan entrando y vayan pagando”, son frases que todos conocen en este pueblo, y que Baldo repetía sin parar cuando era contratado para promocionar bailes populares, afirmó Norberto Arvea Salinas, hermano de Wilebaldo Gabriel. A unos días de su fallecimiento, y luego de haber convivido con él durante toda su vida –incluso los últimos meses de agonía-, parientes de Baldo Gabriel recuerdan cómo éste adquirió fama por su característica forma de vocear las notas de periódicos estatales y regionales, y peticiones de publicidad en general. Personalidad singular “Siempre trataba de darle su toque particular, rimaba su publicidad, tenía gracia y su perifoneo no lo hacía de un solo modo, sino que le variaba según lo que fuera viendo o se le ocurriera de momento”, explicó el entrevistado. Por eso, para nadie era raro escuchar y deslizar una o varias sonrisas, cuando Chanconchán circulaba en su legendario ‘vocho’ azul por la avenida principal y de manera improvisada

Chanconchán, como era conocido, se rodeó toda su vida de personas pertenecientes a diversas esferas sociales y políticas.

Wilebaldo Gabriel Salinas, alias Chanconchán, se dedicó durante muchos años a ser promotor de negocios y eventos.

lanzaba frases como; “si su carro se descompone, Carma se lo compone”, o “señora no se haga bolas, y compre sus quesos con Chabola”. Y más aún, cuando al toparse o mirar a lo lejos a algún conocido, le hablaba a través del altavoz por medio de apodos y enunciados chuscos, como si se tratara de una plática de persona a persona, y en medio de las carcajadas de propios y extraños. Vida legendaria Chanconchán era por sí mismo, una leyenda viviente. Según cuentan quienes lo conocieron, “durante toda su vida se rodeó de mucha gente”, y es por eso que entre sus amigos se contaban políticos, empresarios, deportistas, comerciantes y gente del pueblo de todos los oficios y afinidades. En la historia personal de Wilebaldo Gabriel pueden contarse diversas actividades y oficios que marcaron su personalidad; entre los más recordados por sus contemporáneos están el haber sido agente de tránsito, animador de la legendaria orquesta Reyna del Trópico, agente de ventas, presidente del Club Deportivo Pochutla y diversos cargos partidistas dentro del Revolucionario Institucional (PRI), y

A su sepelio acudieron cientos de paisanos y amigos, quienes testificaron el cierre de un ciclo en la historia de Pochutla.

en administraciones municipales. La Hora Azul Una de las principales anécdotas que retratan su personalidad desenfadada y bohemia es recordada por su sobrina Anel: “Cuando trabajaba en el ayuntamiento de Pochutla, en los 80’s, estableció la llamada Hora Azul, que consistía en que todos los días en punto de las 18:00 horas la plaza central se llenaba de música, desde valses hasta boleros y música antigua, que era la que le gustaba, y sonaba a través de una bocinas acomodadas estratégicamente que él mismo había mandado a colocar. Todos los días se sentaban las personas solo a escuchar la música de Chanconchán”. La tradición siguió hasta hace pocos años, continuó la relatora, cuando colocaba su vochito a un costado del parque, y mientras jugaba dominó y tomaba café en compañía de sus amigos, prendía su música para que se escuchara por las bocinas y con eso ambientaba por lo menos un rato cada día. Alegre y trabajador Chanconchán, que según su familia adquirió su sobrenombre por haber

administrado en su juventud una cantina con ese mote, nunca contrajo matrimonio ni tuvo hijos, y era definido como un hombre alegre, de convicciones firmes y trabajador, aunque despreocupado por acumular bienes o riquezas. Hasta hace unos tres años era común verlo por las tardes, luego de su jornada de venta de periódico y voceo, en alguno de los comedores del centro, departiendo con sus amigos generacionales. Fue desde hace dos años que su salud recayó considerablemente. El declive “Hace año y medio le dio parálisis facial, tenía diabetes y constantemente se le subía la presión, y lo peor es que le detectaron cáncer en la boca, pero como no se cuidaba –no dejó de trabajar y se asoleaba a pesar de las quimioterapias-, todo eso le provocó una crisis en su salud que lo mantuvo hospitalizado y en cama desde el mes de marzo”, contaron sus allegados. Después de dos meses de intensa agonía, y una vez que el cáncer abarcó también sus pulmones, Wilebaldo Gabriel Salinas, alias Chanconchán, falleció a los 68 años de edad, dejando tras de sí toda una retahíla de anécdotas y pasajes que han alimentado el imaginario pochutleco. El día de su sepelio, cientos de sus paisanos de todas las esferas ocupacionales, todos ellos amigos, supieron que a Chanconchán “ya le había llegado su tín tan” (como solía hacer referencia de los difuntos), y que seguramente ya se encontraba con San Pedro jugándole alguna que otra broma, eso sí, con buena rima.

Los restos de Wilebaldo Gabriel Salinas descansan, junto con los de sus familiares, en el panteón de la localidad.


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