Cuadernos Hispanoamericanos (nº 803, mayo 2017)

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◄  (Fotografía de la doble página) Laura Restrepo © Daniel Mordzinski

Laura Restrepo (Bogotá, 1950) es periodista y narradora. Ha publicado las siguientes novelas: La isla de la pasión (1989; Alfaguara, 2005 y 2014), Leopardo al sol (1993; Alfaguara, 2005 y 2014), Dulce compañía (1995; Alfaguara 2005 y 2015; Premio Sor Juana Inés de la Cruz de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 1997 y Prix France Culture 1998 a la mejor novela extranjera publicada en Francia), La novia oscura (1999; Alfaguara 2005 y 2015), La multitud errante (2001 y 2016), Olor a rosas invisible (2002; Alfaguara, 2008), Delirio (2004, Premio Alfaguara de Novela), Demasiados héroes (2009 y 2015, Alfaguara), Hot sur (2013) y Pecado (2016, Alfaguara). Sus libros han sido traducidos a más de veinte idiomas. Otros premios recibidos: Premio Grinzane Cavour 2006 y Premio Nacional de Literatura de Colombia Libros & Letras.

conocía yo, bien porque los tomé de la vida real –o sea, que físicamente los conocí–, bien porque los había imaginado desde mucho antes, y si escribí Pecado fue, en parte, para ponerlos a todos ellos a vivir, por decirlo así, en una misma casa. Algunos de ellos incluso ya habían dado vuelta por mis escritos anteriores, tal vez con otro nombre, de otra manera, con otra máscara, pero siempre con un drama en común: su vínculo con el mal. O al menos con aquello que hemos dado en llamar el mal, y que es una suerte de marea negra que, si vives en un país como Colombia –y por qué no decirlo, en un planeta como la Tierra–, te va envolviendo, sin que acabes de comprender cómo ni por qué. Hoy experimentamos como un sino la maldad de los pueblos privilegiados frente a los desposeídos, de los fuertes frente a los débiles, de los violentos frente a los pacíficos, la maldad destructora de la naturaleza, la crueldad del ser humano frente a los animales. Sientes que

Pecado, su novela más reciente, tiene sus raíces en el cuadro del Bosco El jardín de las delicias. ¿Fue así desde un principio o fue tomando forma con el tiempo? Un poco sí y un poco no. Sí en la medida en que ese cuadro lo conozco desde pequeña, cuando mis padres me llevaron a verlo en el Museo del Prado, y desde entonces se me metió adentro como una obsesión. Supongo que así le sucede a cualquiera que lo observa con atención. Es pintura que no te abandona ya nunca más. Por enigmática, por genial, por perturbadora. Porque plantea el enigma de tu propio destino y, en general, el del género humano, en términos que no acabas de saber si apuntan hacia la salvación o la condena, el Génesis o el Armagedón. Y al mismo tiempo no, no estuvo desde el principio ese cuadro en mi mente cuando empecé a escribir Pecado. En realidad, muchos de los personajes que luego irían a aparecer en este libro ya los CUADERNOS HISPANOAMERICANOS

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