No obstante para el psicoanálisis el síntoma es algo distinto, por supuesto que es un signo, pero es uno que nos lleva más a la repetición Kantiana que a un cuadro nosológico, en pocas palabras es un retorno a lo reprimido, en ese talante el síntoma es un significante a lo reprimido de la consciencia del sujeto y es precisamente lo que lo diferencia de las demás psis, pues el análisis se pregunta ¿Qué sentido tiene el síntoma?, lo cual es una gran distancia a ponerle prácticamente un título nobiliario, que es básicamente lo que las humanidades han hecho, al contrario éste trata de hallar el sentido del sin-sentido, pues en el sin-sentido trabajamos, por no decir les dejamos trabajar, es decir si tú llegas con un analista porque te comes las uñas, al analista le puede interesar el bledo más pequeño que “X” tratamiento haya logrado calmar la angustia de 20,000 personas, lo que conllevó a que las mismas dejaran de comerse las uñas, a él le interesa ¿Qué es lo que a ti, te hace comerte las uñas?
Para el analista el sentido del síntoma es lo que ha quedado fuera del sentido, y esto que se ha quedado fuera del sentido sólo puede obtener otro sentido mediante la interpretación, en pocas palabras el comerse las uñas, en función de lo anterior ubicamos al síntoma como el sentido de un trozo borrado que puede encontrarse situado entre lo simbólico y lo real, recuerdan los tres circulitos del mes pasado… vayan acostumbrándose pues los verán seguido por acá, aquí se encuentra el sinsentido profundo del síntoma, es decir la raíz del síntoma se encuentra atrapada entre estos dos registros. Por el contrario el sentido comprensible del mismo se puede encontrar ubicado entre lo imaginario y lo simbólico, a poco no les dan ganas de que estudiar un poco más el nudo Borromeo, por lo tanto el síntoma es un significante del capítulo de mi historia marcado por un blanco o por un embuste en el capítulo censurado, ¿Alguien gritó trauma o las vocecillas que me dictan estas cosas se encuentran peleando de nuevo?
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