Club Renfe Nº1

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ESCAPADAS CERCANÍAS

Rafael Casaos Supervisor de la estación de tren de Cercedilla

ESQUIADORES, PASEANTES Y SENDERISTAS

Paisajes en el tren. Cabina del tren en la línea C-9 entre Cercedilla y Cotos [arriba]. Es de vía estrecha y el único que remonta ese nivel de pendiente sin cremallera. Debajo, mirador de La Gitana, en Cotos.

por un ingeniero austríaco de ferrocarriles para unir la Fuenfría con el angosto, pero señorial, puerto de Navacerrada.

LA CULTURA DEL SENDERO Ya en Cotos, a los pies del Peñalara, nos encontramos con la cima más espigada de la sierra, serpentean siete sendas plácidas o rompegemelos. La de las lagunas es una ruta clásica hacia los circos glaciares cuyas rocas verde bronce dejan en bandeja la metáfora de escultura natural. La senda parte desde el mirador de La Gitana, cuyo mecanismo de aguja identifica las cimas al frente y un reloj de sol usa la sombra de quien consulta la hora. Para el neófito es una sabia experiencia esa cultura senderista. Da la impresión de que los habituales caminan por estilo de vida. Respeto es la palabra. Se saludan los desconocidos como los vecinos de pueblo, se ciñen a las tarimas de madera para no pisar ni una brizna, ni un envoltorio de caramelo a la vista,

Rafael es una de esas personas que ponen cosas en marcha, desde trenes a clubes de triatlón. Explica que la estación (una atracción arquitectónica en sí misma) y el tren de Cotos tienen personalidad propia a fuerza de recibir viajeros especiales, aproximadamente 50.000 cada año: esquiadores, senderistas, paseantes… gente que va a disfrutar. Rafa es también un guía turístico ‘ad hoc’, informa en detalle de lo que haga falta, rutas, seguridad, contactos, rincones de experto... Aquí van algunos: “El puente romano a pocos metros de la estación de tren, el paraje de las piedras de Laínz, a las faldas de Siete Picos –el lomo serrado por el que en la Edad Media se conocía a Guadarrama como Sierra del Dragón– y los corrales del Moreno, ambos con unas vistas majestuosas”.

Valle de Fuenfría. Parte de la panorámica que ofrece el mirador de La Pelona sobre Cercedilla y las faldas de Guadarrama. La población también linda con el Valle de la Fuenfría.

regalan una respuesta exhaustiva a cualquier consulta, en confianza. Junto al centro de visitantes, encontramos un ejemplo, cuando una profesora de instituto intenta poner orden en la horda adolescente. Implora: “Que nadie grite en el camino”. “¿Por qué, profe?”. “Para no asustar a los animales”, remata la docente. Por alusiones: tejones, águilas imperiales, tritones alpinos o esos raros endemismos, desmán de los Pirineos y topillo de La Cabrera. Cotos es único en otro sentido. A finales del siglo XX acogió una experiencia ecológica sin precedentes: devolver al hábitat natural las pistas de la antigua estación de esquí. Juan Vielva, investigador del Parque de Guadarrama, resume con una anécdota el bien emocional que depara la naturaleza bien tratada. Recién restaurado el parque, en su paseo de estreno se topó con un anciano que gemía al borde del camino. Le ofreció ayuda y el hombre se la devolvió amplificada: “Tranquilo, amigo, lloro de alegría”. CLUB + RENFE 41


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