Los cuentos del destino

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maestro y el borracho. Cada uno representa un paso hacia la maestría; el maestro no nace siéndolo. El personaje que te resulte más odioso eres tú, así como el personaje que te haya atraído tanto como para querer imitarlo. Quizás la única manera de entenderlo sea observar el cielo desde lo más alto de un árbol. O tal vez aún más sencillo: es posible que baste con contemplar una flor. A este propósito me gustaría citar unas líneas de Víctor Hugo que me regalara una buena amiga: «Te deseo que acaricies un gato, alimentes un pájaro y oigas un jilguero erguir triunfante su canto matinal, porque de esta manera te sentirás bien por nada.... deseo también que plantes una semilla, por minúscula que sea, y la acompañes en su crecimiento, para que descubras de cuántas vidas está hecho un árbol». El Ermitaño que puede haber en ti, como el que hay en mí, apreciarán enormemente estos consejos. Este arcano es una de mis figuras preferidas. De pequeña pensaba que Papá Noel y El Ermitaño eran lo mismo. Lo encuentro bondadoso y tranquilo sin excluir su autoridad, su porte. Sallie Nichols afirma que «... El Ermitaño ha encontrado dentro de sí mismo lo que como sociedad perdió o ignoró.»2 No solamente porque esté retirado. Me gusta intuir que cuando lo peor está lleno de intensidad apasionada y lo mejor carece de toda convicción aún queda en nuestro interior este especial reducto donde albergamos a nuestro Ermitaño. Esta carta nos invita a deliciosas tardes de invierno solitarias, a leer poesía donde nos reconozcamos temblando de humanidad, a subirnos a una colina y contemplar 2. Nichols, Sallie, Jung y el Tarot, un viaje arquetípico, Kairós, Barcelona, 1989.

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