241

Page 8

8

VENEZUELA

¿Se inicia la sucesión de Chávez? L

os medios occidentales –especialmente los de América Latina y España– hicieron de la salud del Hugo Chávez un tema principal del fin de año y el comienzo del 2013.Algunos –como el ABC de Madrid, con más de un siglo al servicio de causas como la dictadura fascista de Franco y ahora los ajustes de Rajoy– tomaron sus anhelos por realidad y se apresuraron a informar la defunción del “presidentecomandante”. Sin embargo, dejando de lado estas expresiones de deseos, es probable que, aunque siga con vida, Chávez no esté en condiciones de seguir ejerciendo la presidencia de Venezuela. Queda planteado, entonces, el problema de la sucesión de Chávez, algo que interesa no sólo al pueblo venezolano. Este hecho trasciende las fronteras, ya que Chávez ha encabezado un proceso latinoamericano (muy desigual según los casos) de una mayor independencia respecto a los dictados de Washington, inapelables en la década de los ’90. Esto fue acompañado de una administración del capitalismo que, sin tener realmente un gramo de “socialismo” –ni del pasado siglo XX ni del actual siglo XXI–, difería en mayor o menor medida del neoliberalismo rabioso que continúa siendo la norma mundial. La eventual desaparición de Chávez –o por lo menos su retiro del gobierno– es visto por muchos sectores, tanto en EEUU como entre las expresiones mas cipayas de las burguesías latinoamericanas, como una señal del cielo para “volver a la normalidad” y terminar con las “demagogias” en Venezuela y en todo el continente, restaurando el neoliberalismo sin aspirinas y el acatamiento sin chistar a la Casa Blanca. Aquí, en Argentina, ya tuvimos una experiencia anticipada de esto. La expectativa por el resultado de las elecciones presidenciales venezolanas del 7 de octubre fue vivida en círculos del gobierno y la oposición casi como una elección nacional. Y recordemos el ridículo de los periodistas y políticos gorilas que se instalaron en Caracas y desde allí informaban sobre la “derrota de Chávez”. Pero, con todas su contradicciones y limitaciones, esos cambios políticos registrados en Venezuela, en América Latina y también en las relaciones con el imperialismo yanqui, no se deben a simples caprichos de Chávez y otros gobiernos más o menos afines. Sin subestimar sus decisiones, reflejan acontecimientos mundiales y regionales más de fondo. Uno, es el

relativo debilitamiento geopolítico de EEUU, que se expresa no sólo en América Latina sino en todo el mundo. Otro, principalmente en Sudamérica, fue la serie de estallidos sociales y rebeliones populares, que tuvieron su primera expresión en el “Caracazo” de 1989, y que luego, en los primeros años del siglo XXI, sacudirían varios países del continente. Esos y otros cambios, incluso en los países sudamericanos donde no hubo convulsiones, dieron pie a políticas algo distintas a las abyectas “relaciones carnales” con Washington que fueron norma de los ’90... La mera desaparición de Chavéz no implica automáticamente el regreso a ese “mundo feliz” del neoliberalismo... aunque tiene gran importancia, como veremos. Formalmente, el nuevo régimen venezolano comienza en 1999, cuando Chávez asume por primera vez la presidencia y se realiza también la Asamblea Constituyente que sepultará a la moribunda IV República, y sus viejos y desprestigiados partidos. Allí se constituye la actual “República Bolivariana de Venezuela”. Pero fue la contundente derrota del golpe de estado de abril de 2002, por obra de la movilización popular y de un sector militar antigolpista, y luego el fracaso del lock out patronal y petrolero de fines del mismo año e inicios del 2003, vencido por los trabajadores de PDVSA, los que marcaron la consolidación de una nueva época y régimen político: el de la llamada V República... y el comienzo de la trascendencia continental del chavismo.

LA

SUCESIÓN DE

CHÁVEZ,

UN

PROBLEMA AÚN EN VÍAS DE SOLUCIÓN

Desde entonces, bajo Chávez, ha imperado un tipo de régimen político que el marxismo llama “bonapartista”. Por encima de todo, con formas más o menos autoritarias o democráticas, hay un personaje que decide todas las cuestiones y que además hace de árbitro inapelable entre los diferentes y numerosos conflictos que se presentan en la sociedad y la política. Y esto es así, por más elecciones y referéndums que se hayan hecho en Venezuela. O, mejor dicho, esas innumerables votaciones han sido formas de legitimación plebiscitaria del hecho político central: aquí manda Chávez... que no por nada es conocido como el “comandante-presidente”. Algunos definen a este sistema como de “líder carismático”.[1] Esta terminología irracionalista-religiosa confunde más de lo que aclara. Pero sirve para recordar que, como suele decirse, “el carisma no se transmite”. En el caso concreto de Venezuela, esto significa que el problema de la sucesión de Chávez aún está por resolverse... aunque al mismo tiempo se han ido tomando medidas para evitar un aquelarre. En ese rumbo, que Nicolás Maduro sea vicepresidente y que además, expresamente, al anunciar su última operación, Chávez lo ungiese de hecho como su sucesor, marcaron pasos im-

portantes... pero no es el final del camino... Es que, por un lado, en el caso de Chávez, el arbitraje se extiende sobre un caleidoscopio de personajes, sectores y movimientos sociales, corrientes políticas, milicias bolivarianas, grupos de intereses e instituciones fundamentales del estado, como PDVSA (la corporación estatal petrolera) o la Fuerzas Armadas, etc., etc. Sus demandas, intereses y políticas muchas veces son contradictorias; en primer lugar, en la cuestión fundamental en Venezuela, el reparto de la renta petrolera. Sin embargo, hasta ahora, el acuerdo entre los principales personajes –en primer lugar, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello (presidente de la Asamblea Nacional y ex general que “expresaría” a las decisivas Fuerzas Armadas Bolivarianas)– han despejado nubarrones. El intento algo burdo de la oposición escuálida de enfrentar a Cabello con Maduro, proponiendo que fuese el ex general quien asumiese el gobierno, acabó en el ridículo. El mismo destino tuvo el llamado por twitter y facebook a un “paro cívico nacional” que generó rechazo popular, porque además tomaba el mismo nombre del repudiado lock out patronal de hace diez años. El chavismo respondió a todo esto cerrando filas con el acto masivo de juramento del 10 de enero en Caracas, al que fueron además presidentes o representantes de diversos gobiernos latinoamericanos. Así el chavismo sin Chávez

ganó el primer round... pero de una pelea que está muy lejos de acabar... ESCUÁLIDOS

AL BORDE DE UN

ATAQUE DE NERVIOS

La oposición de derecha se galvanizó con la crisis de sucesión planteada por el estado de salud de Chávez... pero al mismo tiempo demostró sus debilidades y divisiones. Los “pitiyanquis” –como los ha bautizado Chávez, adoptando un término despectivo portorriqueño para calificar a los que imitan servilmente a los estadounidenses y sus modas– vienen de dos derrotas electorales seguidas, las presidenciales del 7 de octubre y las de gobernaciones de los estados del 16 de diciembre. Esa última fue quizás la más seria: el PSUV chavista ganó 20 de las 23 gobernaciones y 22 de las 23 legislaturas estaduales. Sin embargo, Henrique Capriles –el ex candidato presidencial opositor– logró reelegirse en el importante Estado Miranda, que abarca parte de Caracas. Y el ex chavista “disidente”, Henri Falcón, consiguió lo mismo en el Estado Lara, que también es importante. La coalición opositora de derecha –la MUD (Mesa de la Unidad Democrática)– está abiertamente dividida. Por un lado, Capriles juega la carta de la “moderación”. Espera que la sucesión de Chávez se encamine en el corto plazo a nuevas elecciones presidenciales, en las que podría intervenir con probabilidades de triunfo si presenta una imagen de “conciliación” y “apertura”... sin renunciar por eso a criticar a los


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.