Por una Bogotá Mejor: historias de finalistas 2009

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Experiencia finalista

Agricultores de ciudad

En Usme huele a páramo. O mejor, huele a campo. En esta localidad del occidente de Bogotá todavía las montañas muestran infinidad de verdes, el aire es transparente y los niños se ríen con sus caras rojas y ásperas, quemadas por el sol. Pero la gran ciudad acecha a sus habitantes, la mayoría campesinos o hijos de campesinos: la pobreza, la urbanización pirata y el desplazamiento no dan tregua en una zona donde cada vez hay más cemento. Por eso, treinta familias de 19 barrios de la localidad no dudaron en comprometerse a adelantar el proyecto de agricultura urbana que les propusieron la Unión Europea y la embajada de Alemania en enero de 2008. Les facilitaron insumos, asesoría técnica e infraestructura. De allí surgió la Red de Agricultores Urbanos de Usme, que arrancó con la siembra y producción de hortalizas y tubérculos en enero de 2009 y poco tiempo después se puso a trabajar en el proceso de comercialización. Aprovecharon unos lotes donde se habían asentado familias desplazadas, que debieron ser reubicadas por ocupar una zona de alto riesgo geológico. En esos terrenos los campesinos de la Red comenzaron a cultivar repollo, cebolla cabezona, cilantro y papa con la ayuda de la Universidad del Rosario, que es la encargada de ejecutar el proyecto y organizar los talleres, ofrecer asesoría, administrar el vivero y proveer los insumos agrícolas. Lo que producen lo están comercializando con el apoyo de la Fundación Mario Santo Domingo -que maneja cinco comedores comunitarios en la zona-, en la Ecoferia de Agrosolidaria en Nuevo Muzú cada 15 días y en el “punto de encuentro” que tiene el proyecto. “Todo lo vendemos por kilos. Mujeres, hombres y niños tienen un oficio; lo que recibimos de las ventas no es mucho, pero con los cultivos podemos mitigar el problema de nutrición. Sin duda, el mayor beneficio es la unión de todos para sacar adelante el proyecto”, sostiene al diario El Tiempo Orlando Calderón, integrante de la Red. Y cuando dicen niños es en serio. Cada martes los 450 estudiantes del colegio Ofelia Uribe Acosta aprenden a cuidar mejor su propio ecosistema gracias a la capacitación que la Red atiende en dos aulas ecológicas con la colaboración del colegio. También se le midieron a montar una planta de compós, que están poniendo en funcionamiento para cerrar el círculo biológico y ayudar a la sostenibilidad del proyecto, que es uno de sus propósitos.

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Fundación Social Oasis


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