Portavoz 3Oct2016

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12 AL CENTRO

PORTAVOZ Tuxtla Gutiérrez, Chiapas LU

MEMORIA CHIAPANECA

Emilio Rabasa: un gobernador de 35 años;

multifacético VALENTE MOLINA / COLABORACIÓN

C

uando Emilio Rabasa fue recibido en el despacho del presidente Porfirio Díaz en Palacio Nacional a inicios de noviembre de 1891 para recibir el nombramiento como gobernador de Chiapas, tenía 35 años de edad y seis meses. Había nacido en mayo de 1856 y poseía una exitosa carrera profesional y docente. Por su cercana amistad con varios personajes políticos de primer nivel, había sido sugerido con el Presidente y considerado en la terna para ocupar la gubernatura. Tenía el puesto que había anhelado desde que fungió como diputado local en San Cristóbal.

Foto: CORTESÍA

Al llegar a la gubernatura en 1892, encontró las arcas vacías, la deuda pública elevada y una situación alarmante con proveedores y sueldos de trabajadores

Perfil Rabasa había llegado a la Ciudad de México en 1886 a los treinta años, cuando ya contaba con una trayectoria impresionante en varios ámbitos, mejor que varios paisanos veteranos que buscaban oportunidades. Había estudiado Derecho en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, recibiéndose en 1879. Comenzó su carrera política como síndico del Ayuntamiento de Tuxtla. En 1881 fue diputado local en San Cristóbal y al siguiente año, director del Instituto Ciencias y Artes del Estado en esta gélida ciudad. Entre 1883 y 1885 en Oaxaca, fue juez de lo civil, secretario particular del gobernador Mier y Terán y diputado local. Al cambiar su lugar de residencia a la Ciudad de México cultivó buenas relaciones que le reconocen su talento y capacidad en la abogacía y lo respaldan para ascender puestos de manera vertiginosa. Es defensor de oficio, Agente del Ministerio Público y Juez de lo Penal, posteriormente Juez 1º. de lo Criminal; era además, desde abril de 1888, profesor de Economía Política de la Escuela Nacional de Comercio. También destacó como escritor y periodista. Compartía su gusto

por la literatura con su paisano Ángel Pola, con quien escribe en El Diario del Hogar y colabora desde su fundación en El Universal, de su amigo Rafael Reyes Espindola. Colaboraba con otro paisano Víctor Manuel Castillo, en su revista de jurisprudencia. Sus aptitudes literarias se ven plasmadas en sus novelas: La gran ciencia, La bola (1887), El cuarto poder y Moneda falsa (1888). Esta dedicada y exitosa personalidad correspondía únicamente a alguien dedicado a dos ámbitos: su familia y su carrera. La vida de Rabasa en la capital era modesta, sin lujos; vivía en la casa marcada con el número 4 del Puente de San Francisco con Mercedes su esposa y sus hijos. Ángel Pola describía su vida así: “[…] lo que hay que ver es su gabinete de estudio, es otra prueba de su humildad a más de la que dan su trato y carácter. Con decir a ustedes que es un cuartito desnudo […] lugar en que horas enteras, de día y de noche pasa escribiendo y leyendo. Lo que hay es bien poco: una mesa-escritorio al ladito derecho de la puerta con sus hombros cargados de tomos, enfrente un estante congestionado de libros […] A ras de la mesa están sus armas: el tintero, la pluma […]” Su exitosa carrera lo colocó desde julio de 1891 en la prensa de la capital como posible sustito del Ministro de Justicia, aunque ya había sido presentado con el presidente Díaz y éste veía en él un buen sustituto de Manuel Carrascosa, gobernador que se había visto envuelto en un problema financiero grave y otro familiar que le había causado mala reputación para 1890. Su proyecto estatal Designado gobernador, Rabasa llegó a Chiapas “con la espada desenvainada”, tenía un gran proyecto político y de desarrollo, conocía el estado y su desenvolvimiento político desde que fue síndico en Tuxtla y diputado local en la entonces

capital San Cristóbal de las Casas. Su arribo a esta gélida ciudad fue controvertido y encontró el rechazo de muchos grupos poderosos. Su primera acción fue revisar las finanzas que estaban en bancarrota, había una deuda considerable con los proveedores extranjeros de un proyecto fallido del ferrocarril en Tonalá. El saliente gobernador Manuel Carrascosa había saqueado los pocos recursos existentes. Su primera acción contundente, fue cambiar la residencia de los poderes a Tuxtla Gutiérrez, argumentando “alto costo de los productos en las tierra altas, la apatía de los cristobalenses, la influencia del clero y la importancia comercial de Tuxtla”. Este cambio reorientó geográficamente a Chiapas hacia los valles centrales y hacia la carretera costera hacia la capital del país y ciertamente fue un motivo de discordia política hasta 1911 cuando genera un conflicto entre ambas ciudades. Otra acción inmediata fue organizar una policía rural estatal que dependería directamente del gobernador para reducir el bandolerismo; reemplazó a casi todos los servidores públicos y jefes políticos; acabó con el cacicazgo de Sebastián Escobar en Tapachula y medio para acabar con el control que ejercía el viejo caudillo Julián Grajales en la Frailesca. En 1893 estableció el distrito administrativo de Motozintla para acabar con los conflictos entre los departamentos de Comitán y Soconusco. En lo fiscal, suprimió los impuestos municipales sobre el comercio en tránsito, suprimió las alcabalas que contribuyó a la expansión del comercio en todo el estado. Nombró una comisión especial para estudiar la estructura impositiva y el sistema de recaudación. Aumentó los avalúos a la propiedad rural y redujo y prorrateó la propiedad y los impuestos comerciales y mejoró los procedimientos de recaudación a través de una oficina general de tesorería. El programa fiscal fue


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