Yo soy poollomán

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Ya dime de una vez qué es. Quiero un beso tuyo. Okay. – Y besó su mejilla. No… ahí… no, en… - Poolo estaba sudando frío. Y se quedó más frío aún cuando ella le contestó: ¿En la boca? Sí. – dijo avergonzado y en voz casi inaudible. Ah, bueno, no hay problema. – dijo ella, algo incómoda – Pero vamos a otro lado. No vaya a ser que me reconozcan. Es que soy modelo. – así como Poolo había querido creer.

Era un sueño. Se fueron a un parque de Miraflowers, a uno donde no había gente a esa hora. Ya sentados en una banca, ella le dijo: -

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Cierra los ojos – y él cerró los cerró, juntaron sus labios y el beso se volvió más largo de lo planeado. … Para… - pero él no se detuvo. Si algo había aprendido de la relación con Mariel era a besar bien. Él ya había practicado con su almohada, pero es con Mariel que perfecciona su técnica… y pronto ocurrió algo mágico, ella que estaba a punto de alejarse, seguía besando y lo deseaba aún más y Poolo, ya no podía dejarla. Pronto los brazos se estiraron y empezaron a abrazarse, a quererse con cada roce de sus labios. Ese beso, sin dobles intenciones, espontáneo, inducido al principio con algo de frialdad, se tornó cada vez más cálido, más candente, sin dejar de ser elegante, bello. El beso parecía eterno, y el tiempo se prolongaba, pero ellos seguían como el si el tiempo se hubiese detenido, y a la vez actuaban como si el mundo se acabara, como si la vida se les fuese si dejasen de besarse. Ya no querían soltarse nunca. ¿Era acaso que la admiración de ella por él se había transformado en amor? ¿Era acaso que la atracción superflua de él por ella se había vuelto amor? No… en el fondo ellos se gustaban más que parecía, él se había enamorado verdaderamente de ella al ver su rostro delicado y sus ojos marrones claros, con aquella mirada seria, contrastando con el mar y el atardecer. Y ella se había encontrado la ternura y el buen corazón de Poolo, después que se disculpó con ella en el accidente con la bicicleta. Desde ese momento ese pequeño enamoramiento empezó a crecer, y estalló cuando él le salvó la vida, desde ese momento no paró de crecer y este beso lo confirmaría y consolidaría, dándoles la seguridad para amarse. ¿Quieres ser mi enamorada – le dijo él. Ella sonrió como ninguna mujer le había sonreído y respondió: … No hace falta preguntar.


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