Narrativa judía americana

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Que los judíos no tienen inclinaciones por la agricultura o las tareas manuales se ha convertido en una máxima y un reproche típico […] [sin embargo] mis observaciones y las de otras personas han demostrado que es bastante posible reavivar en la raza esta capacidad y el amor por la agricultura, y hacerla resurgir” 2

Pero esta postura, más allá de sus buenas intenciones (no haremos aquí un análisis marxista, sin duda, aun pendiente), llevó a la JCA a recelar de sus colonos. Temerosa de que, al cobrar los dividendos de las primeras cosechas, éstos abandonaran los campos y se fueran a abrir comercios a las ciudades, su dirigencia estableció un régimen de vigilancia estricta, para lo cual nombró a administradores autoritarios y diseñó contratos unilaterales que ataban al colono a la tierra y que le impedían sobrepasar cierto umbral económico. Aún cuando muchos de los agricultores eran también idealistas por convicción, que se veían a sí mismos como los pioneros de la “cruzada desestigmatizadora” que proclamaba la JCA, en varias oportunidades la compañía puso bajo sospecha esas intenciones, por lo que varios terminaron alejándose de las colonias. Otros, en cambio, persistieron, y, desde los primeros años del siglo XX, se agruparon en cooperativas agrarias que funcionaron a modo de sindicatos, y que les permitían pleitear con la empresa colectivamente. Por otra parte, las tensiones se vieron a veces agravadas por las diferencias idiomáticas y culturales entre colonos y administradores, así como por varios casos de corrupción. Ahora bien, más allá de los problemas que trajo aparejados, el segundo propósito de Hirsch resultó determinante para la vida de los judíos en la Argentina. Parte de la relevancia histórica de la colonización radica, justamente, en haber sido un elemento legitimante cuando, durante sus primeras décadas de vida en el país, la existencia de miles de agricultores permitió a los judíos identificarse con el trabajo de la tierra y justificarse ante quienes opinaban que no constituían un componente deseable del crisol de razas.

3. La versión romántica de la colonización: Los gauchos judíos Por supuesto, la legitimación anhelada no fue en absoluto automática, sino que demandó la participación de, entre otros actores, intelectuales y hombres de letras que fueran capaces de edificarla con materiales diversos, como discursos, actos

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My Views on Philanthropy, en The North American Review, Volume 153, Issue 416, julio de 1891.

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