JULIO VENEGAS VASQUEZ
esta pregunta es, no. El hombre no puede manejar solo la complejidad de la vida contemporánea; debe acoplarse con las máquinas, o más bien, debe perfeccionar el mundo de sus prótesis tecnológicas –siguiendo la ley del requisito de variedad-, para así potenciar y amplificar su capacidad operativa. La cuestión podría plantearse también de esta otra manera: ¿De qué forma puede proyectarse el acoplamiento entre el hombre y las máquinas, para abrir cauce a mejores niveles de sobrevivencia antes que para la destrucción?. De diversas maneras la sociedad ha encarado este problema, y en algunos aspectos lo ha resuelto con provecho. No obstante, la cuestión es si la velocidad de adaptación del hombre puede siquiera alcanzar la velocidad y el incremento progresivo
de
las
transformaciones
tecnológicas,
la
consiguiente sustitución del trabajo humano, además de los desajustes culturales traumáticos que afectan la salud de la población.
¿Podremos salir de la condición de aprendices de brujo y alcanzar el grado de maestros antes que nuestros conjuros nos sepulten por no saber controlarlos?.
Una
cuestión sin salida, o una paradoja: el hombre al mismo tiempo maestro y aprendiz de brujo, por cuanto ha desatado estos poderes, pero, sin embargo, no puede controlarlos.
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