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Tabla 34. Esquemas de producción y uso de los recursos líticos durante el Pleistoceno terminal
Cada una de las localidades analizadas en las inmediaciones de estos paisajes líticos mostró conjuntos líticos con distintivos comportamientos (tabla 34). En quebrada Santa Julia, adyacente al área del primer paisaje lítico descrito, se observó una gran diversidad nódulos ingresados al campamento. Esta diversidad, no obstante, traducida a conjuntos de materias primas, se reduce considerablemente. De hecho, para el sitio, se distinguió el uso de tres agrupaciones: cristal de cuarzo, tobas y riolitas de calidad media y lutitas de grano grueso. Estas variedades son consistentes con tres áreas de aprovisionamiento: rocas exóticas, disponibles en la localidad y obtenidas del entorno inmediato al sitio, respectivamente. Esta situación se tradujo en dos grandes formas de tratamiento de las materias primas. Por una parte, con las rocas inmediatas y localmente disponibles se manufacturó instrumentos informales con vidas útiles muy cortas, con escasa a nula reactivación y descartados al terminar su uso. Por otra parte, con el cristal de cuarzo se manufacturaron y descartaron tanto instrumentos sobre lascas, como piezas bifaciales. Este descarte ocurrió con la fractura de las piezas en el proceso de talla y no con su agotamiento. La abundancia de recursos líticos, tanto en la escala local, como regional, conformó un contexto donde la proporción de derivados de talla a instrumentos fue muy alta, cumpliendo con la expectativa de un contexto de talla lítica localizado.
Tabla 34. Esquemas de producción y uso de los recursos líticos durante el Pleistoceno terminal
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Carácter Q. Santa Julia Valiente Taguatagua 1 Taguatagua 2
Diversidad recursos líticos/grupos tecnológicos Baja Recurso único Alta Baja
Calidad recursos líticos Alta, media y baja Alta a media Alta y media Alta y media
Área(s) de captación Inmediata, local, exóticas Inmediata Local, exóticas Exóticas
Razón instrumentos /derivados de talla
Ingreso de piezas al contexto 0,012 Sin datos 0,25
Extra-locales: lascas Inmediatas: cristales y clastos desde la Locales: guijarros y cantera lascas Extra-locales: lascas e instrumentos terminados 1,5
Extra-locales: instrumentos terminados
Vida útil de las piezas/diseños Inmediatas: núcleos
Muy corta: informales; extensa: bifaciales Locales: lascas
Extensa: bifaciales Muy corta: informales; extensa: bifaciales Extensa: bifaciales, láminas
Disponibilidad Sin restricciones Sin restricciones Sin restricciones Con restricciones
El caso de Valiente es muy diferente, pues se encuentra adyacente a uno de los sectores de mayor concentración de cuarzo. Este fue identificado por medio de prospecciones sistemáticas orientadas a la caracterización de este paisaje lítico. En el yacimiento solo se observó evidencias de cristal de cuarzo. Esto llama la atención, ya que ante la disponibilidad de la variedad lechosa, esta casi no se registró entre los derivados de talla recuperados en la excavación. Es decir, dentro de la oferta se seleccionó con exclusividad una variedad única en atención a su notable calidad para la talla. Ello tiene implicancias sustanciales, debido a que en los sitios anteriores a los 11500 cal AP., como quebrada Santa Julia o Taguatagua 2, el cuarzo solo se ha registrado en la variedad cristalina (Núñez y otros, 1994a; Jackson y otros, 2007; Méndez y otros, 2007a), mientras que para el Holoceno temprano, abunda la variedad lechosa (Méndez & Jackson, 2012). En Valiente no se registró porcentajes significativos de rocas de origen no local. Ello tiene otra implicancia, ya que independiente de otros factores, la exclusividad del cristal de cuarzo ayuda a establecer con certeza la intensión de abastecimiento que cumplió esta localidad. La mayoría de las evidencias son consistentes con fases de producción de diseños bifaciales, entre lo que se pudo identificar un cabezal tipo cola de pescado. Estos diseños de alta formalidad fueron desarrollados para vidas útiles extensas y con la intensión de ser transportados en los movimientos entre locaciones. Por su parte, los sitios de Taguatagua 1 y 2 se encuentran distantes de recursos líticos de buena calidad para la talla. Los trabajos de reconocimiento en las inmediaciones permitieron observar una gran diversidad de rocas, pero una muy baja proporción de estas puede ser considerada como recursos de calidad aceptable. Esta baja disponibilidad local no se tradujo en variedades de rocas locales representadas en los sitios, salvo el caso de basaltos en Taguatagua 1. Lo que resulta más interesante es que, pese a la contigüidad espacial, los recursos líticos —calidades y formas de uso— se comportan de forma diferente entre los sitios. Mientras que la diversidad puede caracterizarse como relativamente alta en el caso de Taguatagua 1, esta es baja para Taguatagua 2. Para ambos sitios, sin embargo, los artefactos exhiben un amplio dominio de calidades medias y altas. En el caso del sitio más antiguo se puede sugerir que las rocas fueron obtenidas tanto en las inmediaciones del sitio, como en locaciones distantes, y para el sitio más reciente solo se apuntó a un dominio de rocas de procedencia exótica. El tratamiento de las rocas en Taguatagua 1 se tradujo en diseños poco normados, de corta vida útil, con escasa reactivación y de descarte localizado una vez finalizadas las faenas. En cambio, en Taguatagua 2, los diseños fueron más normados, pensados para vidas útiles extendidas, con bajo descarte y piezas que, más que descartadas, en algunos casos
como los dos cabezales líticos bifaciales sin daños, parecen perdidas. Finalmente, una última diferencia permite distinguir ambos conjuntos. En Taguatagua 1, la razón entre instrumentos y derivados de talla muestra una prioridad de los desechos de producción, lo que implica que hubo fabricación de instrumentos en el sitio, aunque no a nivel de la proporción observada en quebrada Santa Julia. Por otra parte, Taguatagua 2, situado a metros del sitio anterior, es el único contexto estudiado donde dominan los instrumentos por sobre los derivados de talla. Los atributos rescatados para cada uno de los sitios estudiados se traducen en una interpretación de la disponibilidad de recursos líticos, que considera tanto su abundancia y calidad (Andrefsky, 1994, 1998), de la misma manera como los seres humanos organizaron su espacio (Gould & Saggers, 1985) y movilidad (Bamforth, 1986). Para el caso de Valiente, es innegable la alta disponibilidad de materias primas dada su orientación espacial y funcional. Quebrada Santa Julia y Taguatagua 1 presentan una estrategia de selección y uso de recursos que acusa que no existieron limitantes en el aprovisionamiento de las materias primas. Esto no solo se debió a la estructura de recursos inmediata a los sitios, sino que se observa a través de la economía del uso de las rocas, donde prevalecieron diseños informales en ambos casos y con significativas tasas de descarte. Al optar por utilizar lo inmediatamente disponible y limitar el transporte de instrumentos, los grupos generaron un marco de amplia disponibilidad. Por otro lado, proponemos un escenario distinto para Taguatagua 2. Incluso cuando comparte características espaciales y físicas con el otro sitio de la cuenca, muestra que el uso y el descarte de las piezas estuvieron desacoplados de las actividades de fabricación de las mismas. Ello, junto a diseños formales y una tasa de descarte muy menor, permiten sugerir un contexto de presión en la economía de materias primas o «escasez». Esta no corresponde a una escasez absoluta, sino que puede entenderse como un resultado de las decisiones humanas de movimiento en el espacio y organización de los campamentos que produjeron mayores restricciones temporales en la obtención de materias primas. Las observaciones realizadas tienen una significativa incidencia en la comprensión de los rangos de movilidad mediados por el cambio temporal y el nivel de conocimiento del espacio. En principio, pensamos que la evidencia apoya regímenes altos de movilidad para todo el periodo entre ~13200 y 11500 años cal AP. Sin embargo, para los sitios con edades anteriores a los 12700 años cal AP. la movilidad aconteció a nivel de la región. Es probable que este tipo de desplazamientos se repitieran en distintas regiones, como lo sugiere la contemporaneidad entre Taguatagua 1 y quebrada Santa Julia, en dos ambientes lacustres con abundancia de recursos para la caza. Proponemos que la escala de la región correspondió al «paisaje de
la costumbre», donde los principales flujos de materias primas y las conductas de descarte acusan el tipo de desplazamientos residenciales más habituales. Para el caso de Taguatagua 2, posterior a los 12000 años cal AP., la relativa escasez de recursos líticos estuvo probablemente producida o influenciada por una mayor amplitud en los rangos de interacción, como lo sugiere el dominio de materias primas exóticas transformadas en diseños muy formales. Una movilidad con mayores distancias recorridas puede involucrar restricciones temporales en el aprovisionamiento (Torrence, 1989). Proponemos que los grupos humanos estudiados, en su calidad de exploradores, requirieron desarrollar una plataforma tecnológica confiable que les permitiera lidiar con el desconocimiento del espacio y probablemente con la inestabilidad climática característica del Pleistoceno terminal. Planteamos que una vez reconocido un punto en el espacio como una fuente con disponibilidad de recursos líticos de alta calidad, esta además se constituiría como una referencia espacial en el mapa acumulativo de información aprendida por los grupos tempranos. Nuestras expectativas (cuarto capítulo) se cumplieron por cuanto una vez identificada el área de Caimanes-Tilama como fuente de recursos líticos de alta calidad, (i) esta tuvo una ocupación reiterada como lo sugiere la evidencia 14C en Valiente, (ii) el cristal de cuarzo se identificó en diversas localidades contemporáneas y (iii) siempre en la forma de secuencias operacionales incompletas o solo como instrumentos terminados.
En síntesis, podemos observar que para el periodo temporal estudiado se desarrollaron tanto estrategias de aprovisionamiento lítico «insertas» en otras actividades (Binford, 1979), como suponemos ocurrió con las tobas y riolitas de disponibilidad local y lutitas en el caso de quebrada Santa Julia y con los basaltos y rocas basálticas en Taguatagua 1. Sin embargo, también se desarrollaron visitas «dirigidas» hacia recursos específicos (Gould & Saggers, 1985), como el cristal de cuarzo, cuya calidad justificó desplazamientos dentro de las regiones. En vistas de lo observado a nivel del tratamiento de los recursos, sobre todo en el desarrollo de herramientas informales de corta vida útil, proponemos que para las ocupaciones anteriores a los 12700 años cal AP. dominó la estrategia inserta, con eventuales desplazamientos más dirigidos. Por otro lado, ante un mayor conocimiento del espacio posterior a los 12000 años cal AP., los desplazamientos dirigidos hacia recursos líticos «clave» parecen haberse transformado en una alternativa más frecuente, en consistencia con el modo de tratamiento de las rocas, los diseños formales y las menores tasas de descarte. Este esquema se propone como hipotético a la espera de la incorporación de mayor cantidad de datos que permitan reevaluarlo.
2. Los asentamientos: funciones y señal arqueológica Los asentamientos de los primeros pobladores del centro de Chile se dispusieron en localidades que cumplieron ciertas condiciones seleccionadas intencionalmente, como espacios a cielo abierto en las inmediaciones de cuencas lacustres donde se congregaba la fauna (Núñez y otros, 1987). Podemos establecer esto con cierta confianza, ya que una evaluación al modo cómo se generaban nuevos datos para este problema (Jackson & Méndez, 2004) motivó un programa de búsqueda de nuevos sitios arqueológicos a través un modelamiento del ambiente, la definición de espacios propicios para el asentamiento y la búsqueda guiada de locaciones con información arqueológica. En el marco de este programa se pudo registrar el sitio de quebrada Santa Julia (Jackson y otros, 2007). Es decir, se comprobó que las poblaciones humanas se desplazaron entre zonas lacustres motivadas por las presas ahí disponibles. El hallazgo del último sitio además permitió sentar las bases para sofisticar y ampliar el modelo de búsqueda, proponiendo que no solo los recursos de subsistencia permitían prever los hallazgos. El hallazgo de cristal de cuarzo estableció que era fundamental guiar la búsqueda de nuevos yacimientos hacia las áreas de su ocurrencia natural, ejercicio que permitió registrar el sitio Valiente (Méndez y otros, 2010). Este proceso de modelado, independiente de producir nuevos datos, puso de relevancia que el entendimiento del medio ambiente no es solo importante para generar un marco estándar requerido en el reporte de los hallazgos, sino que es fundamental para determinar las decisiones tomadas por las poblaciones humanas estudiadas. Al respecto, en la actualidad parece bastante claro que las condiciones dominantes para el primer ingreso del ser humano al centro de Chile (~13000 años cal AP.) fueron más húmedas que las de la actualidad, aunque enmarcadas en un proceso general de desecación que se inició después del Último Máximo Glacial (Heusser, 1983, 1990; Lamy y otros, 1998, 1999; Kim y otros, 2002; ValeroGarcés y otros, 2005). Esta trayectoria hacia condiciones modernas, no obstante, no fue progresiva sino en etapas y con reversiones (Kim y otros, 2002; ValeroGarcés y otros, 2005; Maldonado y otros, 2010). Los resultados más precisos de reconstrucción ambiental regional establecen que entre los ~13500 y 11500 años cal AP. el área central de Chile tuvo condiciones más húmedas (Valero-Garcés y otros, 2005) que las actuales. Estas permitieron la existencia de grandes y pequeñas masas de agua que abundaron a lo largo de la depresión intermedia y las planicies costeras. Las temperaturas superficiales marinas acusan para el mismo lapso las más fuertes alternancias del final del Pleistoceno, entre el punto más alto en 19° C (comparable al Holoceno medio) hacia los 13000 años cal AP. y un gran descenso
de cerca de 4°C, solo 1500 años después (Kim y otros, 2002). En el marco de estas condiciones de humedad y alternancia térmica, la vegetación contaba con una mayor cantidad de especies arbóreas (Nothofagus) que rápidamente desaparecieron de Chile central (Heusser, 1983, 1990; Valero-Garcés y otros, 2005), migrando hacia su posición actual (Luebert & Pliscoff, 2006). La diversidad de fauna era mucho más alta que la actual, abundando mamíferos de gran y mediano tamaño. Gran parte de esta fauna, hoy extinta, compartía espacios con fauna moderna en proporciones y distribuciones aún no comprendidas claramente. Cada uno de los sitios estudiados fue caracterizado a través de atributos para generar medidas comparativas que permitieran superar los estereotipos de asignación funcional (tabla 35). Esta serie de atributos se formó gracias a la incorporación de los resultados de los análisis contextuales de cada sitio y por medio de la incorporación de la información del análisis morfo-funcional y funcional de cada conjunto estudiado (tabla 36). Entre ellos, quebrada Santa Julia corresponde a un contexto donde los restos de producción lítica e instrumentos descartados se asocian de forma no ambigua a rasgos discretos de acción humana y restos óseos de fauna. Representa una única ocupación de carácter muy breve, lo cual está ratificado por el dominio de instrumentos solitarios y baja presencia de instrumentos retirados del contexto. La intensidad de la señal humana es fuerte y permite aportar a una discusión global en los modelos de organización espacial y social. Posee una integración de dos ritmos de producción lítica, materializados sobre las cadenas operativas de dos grupos tecnológicos de recursos líticos. Los recursos de fuentes distantes acusaron diferenciación temporal en las etapas de abastecimiento, producción, uso y descarte, mientras en que las rocas localmente disponibles este desacoplamiento espacio-temporal no ocurrió y todo aconteció a nivel de la localidad. La organización espacial de sus ocupantes y el tipo de estrategias implementadas hizo que la disponibilidad de recursos no tuviera restricciones. Un ejemplar de caballo fue la única presa consumida, probablemente cazada en las inmediaciones y de la que solo se trasportó al sitio segmentos de su esqueleto axial, lo que se interpreta como un consumo incidental enmarcado en otras actividades. La diversidad de categorías instrumentales y evidencias de producción lítica apoyan la idea que se trataría de un campamento residencial de corta duración en las márgenes de una laguna que congregó los recursos de caza.