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Tabla 36. Síntesis de las categorías líticas identificadas en los sitios discutidos
Tabla 36. Síntesis de las categorías líticas identificadas en los sitios discutidos
Categorías líticas Q. Santa Julia Taguatagua 1 Taguatagua 2
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CV Frac. T CV Frac. T CV Frac. T
Des. retoque/reactivado 9,94 4,46 14,4 - 1,16 1,16 - - -
Des. de talla 22,21 48,28 70,49 23,26 22,09 45,35 9,38 15,63 25,01
Des. adelgazamiento 1,52 0,51 2,03 11,63 3,49 15,12 3,13 - 3,13
Derivado de núcleo 3,25 1,42 4,67 11,63 8,14 19,77 3,13 6,25 9,38
Lasca filo vivo 0,1 - 0,1 2,33 - 2,33 - - -
Lasca retocada 0,1 - 0,1 1,16 2,33 3,49 3,13 - 3,13
Lámina - - - - 2,32 2,32 6,25 12,51 18,76
Punta destacada 0,1 - 0,1 - - - - - -
Raspador
Raedera 0,1 0,1 0,2 1,16 - 1,16 - - -
0,2 0,1 0,3 2,33 - 2,33 - 3,13 3,13
Cuña (?) - - - - - - - 3,13 3,13
Cuchillo bifacial - - - - 1,16 1,16 - - -
Bifaz expeditivo - - - - - - - 3,13 3,13
Preformas bifaciales 0,1 - 0,1 1,16 - 1,16 6,25 3,13 9,38
Punta de proyectil - - - - - - 9,38 - 9,38
Fragmento bifacial - 0,1 0,1 - - - - - -
Núcleo 0,1 - 0,1 - - - - - -
Subproducto e indet. 2,13 5,07 7,2 1,16 1,16 2,32 6,25 - 6,25
Guijarro/clasto retocado - 0,1 0,1 2,32 - 2,32 6,26 - 6,26
Total 39,86 60,14 100,0 58,14 41,86 100,0 53,13 46,88 100,0
CV: cuentas válidas, Frac: piezas fracturadas, T: totales por sitio, Des: desechos, todos los valores expresan porcentajes.
En el margen de una de las más significativas concentraciones de cuarzo, cerca de la localidad de Tilama, se registró Valiente, un contexto donde los restos de producción lítica se asocian de forma no ambigua a muy escasos restos óseos de fauna moderna. El contexto representa una serie de ocupaciones superpuestas sin distinción estratigráfica, definidas sobre la base de edades 14C, de carácter muy breve. Dominan casi exclusivamente las evidencias de producción de cabezales bifaciales, lo que podría homologarse a la situación de instrumentos retirados entre los materiales líticos. La intensidad de la señal humana es fuerte y el hecho que sea diferente a los otros sitios descritos permite aportar distinciones funcionales al conjunto de asentamientos discutidos. Solo se diagnosticó una cadena operativa donde se reflejan las etapas de abastecimiento y producción, aunque no el uso y descarte. Si bien las evidencias acusaban una completa secuencia de manufactura de los instrumentos, la intención fue usarlos en otros contextos. Restos de zorro y de artiodáctilo muestran huellas de fuego, consistentes con manipulación humana, las que se interpretan —de manera preliminar— como consumo incidental enmarcado en actividades de abastecimiento lítico. La selección del emplazamiento, la homogeneidad en los recursos líticos y la exclusividad de instrumentos retirados apoyan nítidamente que se trataría de una cantera-taller. Quebrada Santa Julia, Taguatagua 1 y 2 y Valiente se consideran como reuniones o locaciones duraderas donde se cristalizó la acción material (Gamble, 1999). Estas se caracterizaron por ser breves, discretas y con actividades acotadas. Muestran instancias de interacción social de grupos humanos muy reducidos en espacios abiertos donde las actividades involucradas no se prolongaron más allá de la adquisición, faenado y consumo de presas, así como la producción de material lítico, junto con actividades domésticas en el caso de los dos sitios más antiguos. Esto es consistente con un régimen de movilidad que privilegió los desplazamientos residenciales, como fuera propuesto con anterioridad para la región (Jackson y otros, 2004). Taguatagua 2 es probablemente la localidad con mayor intensidad de ocupación por su singular orientación funcional. Una situación similar es defendible para Valiente, donde se observó el aprovisionamiento de recursos tecnológicos. Los dos últimos sitios se caracterizan por distintos niveles de reiteración del uso del espacio, por lo que involucran —a diferencia de los más tempranos— los restos materiales de varias ocupaciones y no solo un piso discreto de ocupación. Quebrada Quereo aporta mayor complejidad al conjunto de datos evaluados. Corresponde a un contexto del Pleistoceno terminal, donde una gran abundancia de restos óseos de fauna extinta se asocia de forma ambigua a mínimas evidencias líticas. Los datos más sólidos provienen de restos de huesos con marcas sistemáticas
de modificación por talla a lo largo de sus cantos (López y otros, 2004; Labarca y otros, 2005). El contexto representa dos niveles superpuestos, mediados por un acotado corto lapso temporal, donde se depositó un conjunto óseo muy variado que atestigua la diversidad ecológica de la localidad. La señal humana podría tipificarse como débil y difusa en términos funcionales, probablemente solo indicativa de intervención humana sobre las carcasas. Pensamos que una posibilidad a considerar es que los restos óseos de animales muertos hayan sido efectivamente reconocidos y aprovechados por los grupos, al menos así lo apoyan las fracturas y evidencias sistemáticas de talla en bordes de huesos en este sitio (López y otros, 2004), como en varias locaciones del área circundante (López, 2008). Muy cerca del anterior, el sitio Las Monedas muestra un contexto con similares características depositacionales, aunque con mayor precisión, pues las edades 14C se efectuaron sobre los restos óseos. La asociación entre restos óseos y líticos es ambigua, aunque estos últimos resultan un poco más claros en cuanto a sus atributos técnicos. La presencia humana en el sitio tiene un carácter muy débil en tanto hasta el momento no se ha podido conocer los contextos primarios desde donde se originaron las evidencias. Las débiles indicaciones de presencia humana en los sitios de quebrada Quereo y Las Monedas, donde solo es posible sugerir presencia humana sin cualificarla, puede ser entendida como una instancia de encuentros, o simples de actividades en el espacio, las cuales difícilmente dejarán rastros perceptibles para la arqueología (Gamble, 1999). Esta situación también podría extenderse a las actividades detectadas a partir del hallazgo de una punta de proyectil aislada, la cual fuera posiblemente perdida en el marco de actividades de caza en el sitio de Santa Inés. Los sitios discutidos se enmarcan entre trece mil años atrás y el inicio del Holoceno sobre la base de conjuntos de edades 14C, lo que faculta compararlos y usarlos en la interpretación del uso del espacio y la organización de los primeros grupos de cazadores recolectores que poblaron la región. Del análisis global de su cronología se desprende una distinción de dos momentos: un primer bloque entre los ~13200 y 12700 años cal AP. caracterizado por los sitios de Taguatagua 1, quebrada Santa Julia y el inicio del depósito de Valiente; y un segundo, entre los ~12000 y 11000 años cal AP. sobre la base de las edades de Taguatagua 2 y el techo fechados del depósito estratigráfico de Valiente. Al respecto, pensamos que la continuidad de las poblaciones que conformaron el registro arqueológico de estos dos bloques es difícilmente discutible. La reiteración del uso del espacio, la selectividad de emplazamientos como las lagunas, el aprovechamiento común de materias primas puntuales y la presencia común de indicadores tecno-estilísticos acusan
continuidad. No obstante, las diferencias temporales sí implicaron distintos niveles de conocimiento y costumbre en el espacio. Proponemos que esta situación imprimió diferencias importantes a la hora de poblar el centro de Chile. Estas diferencias están dadas por: (i) las funciones de sitios; (ii) el modo de uso de los recursos líticos; (iii) los proyectos tecnológicos; (iv) la gestión diferenciada de las cadenas operativas; (v) los regímenes de movilidad; y, (vi) la forma de aproximarse al medio.