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Figura 35. Material lítico de Las Monedas

No obstante estas observaciones, en el sitio se registran algunas modificaciones sumarias menores sobre bordes que sugieren intervención humana y —al menos— dos lascas claras; una de ellas asociada al nivel Quereo II (Núñez y otros, 1987). Con todo, la imposibilidad de establecer una clara función de estas piezas y su baja frecuencia hacen muy difícil la diagnosis funcional del contexto. En Las Monedas, por su parte, el conjunto lítico —incluso más pequeño— se compone de 16 piezas, lo que lo hace similar a Quereo, sobre todo si consideramos las dimensiones excavadas. Al igual que el caso de las evidencias óseas, las piezas líticas se disponen aisladas en distintas posiciones dentro de la gruesa unidad estratigráfica 6 (>55 cm). Al igual que en el caso anterior, se buscó, ante todo, evaluar la señal humana en piezas. El conjunto se caracteriza por representar variedades de rocas inmediatamente disponibles (56,25%) o disponibles a nivel de la localidad (37,5%) de acuerdo a la caracterización regional. Además, gran parte de las matrices corresponden a fragmentos de roca (62,5%) o bien a clastos tabulares (18,75%). Solo tres piezas corresponden a lascas y ninguna es concluyente a nivel de atributos técnicos. Las huellas de intervención humana evidentes en este caso se limitan a tres artefactos (figura 35). De estos, uno fue recuperado en una limpieza de perfil y no se tiene claridad sobre su contexto estratigráfico.

Figura 35. Material lítico de Las Monedas; (a) lasca (#24), (b) núcleo multidireccional (#17), (c) fragmento distal de lasca.

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La pieza cuyas características técnicas son más convincentes de acción humana intencional corresponde a un pequeño núcleo —o fragmento de núcleo— de toba silícea verde con corteza, manufacturado sobre una matriz tabular natural.

Desde este se realizaron al menos seis extracciones multidireccionales, de las cuales algunas terminaron en cortes en bisagra superpuestos. Otras piezas líticas registradas muestran algunas señales sugerentes de acción humana, por ejemplo: caras de fractura, talón de extracción, extracciones anteriores sobre el anverso siguiendo un mismo eje tecnológico. No obstante, ninguna cumple con varias características combinadas, y muchas de ellas poseen huellas de abrasión intensa que recubren completamente la pieza, limitando la posibilidad de observar los atributos.

Una de las evidencias líticas más sugerentes, sin embargo, corresponde una pieza de toba verde de grano medio (figura 33), que fuera registrada directamente asociada a un metacarpo III de caballo nativo. Presenta talón cortical, punto de impacto y estrías que revelan la dirección de la fuerza aplicada. Se observan intensas huellas de abrasión homogéneamente distribuidas por toda la pieza: anverso, reverso y cantos. Esto es consistente con una pieza lítica descartada en un contexto inestable, la cual tuvo exposición subaérea alternada sobre ambas caras. Si a esto sumamos la posición sugerente de rotación que mencionamos, su asociación funcional al resto de fauna extinta resulta poco defendible. Las evidencias registradas en la excavación del sitio Las Monedas, tanto en sus características, como en términos de su depositación, brindan una interesante perspectiva en las dinámicas de hallazgo de contextos con fauna pleistocena. El registro corresponde, tanto a restos óseos del esqueleto axial, como apendicular de mamíferos en asociación ambigua a escasos artefactos líticos, a un depósito secundario donde las características del meandro arenoso generaron un ambiente propicio para el entrampamiento de restos. La discusión conjunta de los contextos, así como las evidencias de la desembocadura de quebrada Quereo y del sitio Las Monedas, proveen de una instancia singular para la evaluación de la acción humana sobre el elenco de fauna del Pleistoceno tardío al sur de Los Vilos. El registro en ambos lugares de muestreo corresponde a restos óseos de varias especies de mamíferos en asociación a escasos restos líticos. En Quereo, el depósito se considera primario en tanto no se han reportado contundentes evidencias que sugieran arrastre (Núñez y otros, 1994b; López y otros, 2004). El contexto, sin embargo, revela una situación estratigráfica compleja, donde se observó una disposición horizontal ordenada de los restos óseos. Es necesario entender el rol que pudo tener la alta tasa de sedimentación en el periodo correspondiente a la depositación de los dos niveles. Por otra parte, Las Monedas ha sido descrito como un depósito secundario, donde el entrampamiento estaría desempeñando un rol en la supervivencia de los restos y la acentuación

de algunas asociaciones cuestionables. Las evidencias en ambos sitios han sido posicionadas cronológicamente a partir de análisis 14C. En el caso de Quereo, las fechas son sobre madera y los dos niveles se atestiguan partir de las diferencias estratigráficas, mientras que en Las Monedas, las edades son directas sobre los huesos y las diferencias entre eventos están dadas por una separación estadística de los fechados. Ambos contextos nos muestran dos realidades depositacionales dentro de un mismo sistema.

Respecto a la señal arqueológica podemos sugerir que el sitio quebrada Quereo se caracteriza por una señal débil en atención a la baja frecuencia de material cultural, incluyéndose restos óseos con huellas de acción humana y las cuestionadas evidencias líticas. En Las Monedas esta señal sería aún más débil en atención a la baja frecuencia de material cultural y la caracterización del depósito. Para ambos sitios la señal arqueológica es además ambigua, por cuanto el material lítico está manufacturado con rocas de inmediata disponibilidad y desde matrices tabulares que coinciden con la manera como estas afloran localmente. Algunas piezas mostraron evidentes huellas de talla, pero en el caso de Quereo, con una abrasión distinta entre el sector astillado y el resto de la pieza, sugiriendo fracturas frescas-recientes. En Las Monedas, el examen de abrasión diferencial apoya una fuerte incidencia de aguas corrientes que restringen la observación de atributos técnicos discriminadores. En ambos sitios, muy pocas piezas mostraron evidencias de una sistemática de talla. Asimismo, la señal arqueológica puede caracterizarse como difusa, por cuanto la(s) función(es) que originaron los contextos primarios no pueden ser establecida(s) con claridad. La imposibilidad de contar con material lítico apropiado para esta evaluación, así como la escasa diagnosis técnica del material óseo tallado —no es clara su función—, limitan la posibilidad de establecer las acciones humanas que los generaron. ¿Qué aprendimos del abordaje del sector del graben central de Quereo como localidad? Como primer punto, la dinámica de quebradas dificulta las asociaciones primarias. No invalida la búsqueda, pues es una estrategia metodológica eficiente para el hallazgo de restos óseos. No obstante, a fin de evaluar la presencia humana, es necesario adoptar una estrategia analítica que considere aspectos de la tafonomía lítica. El entendimiento de los artefactos, en su calidad de partículas sedimentarias, ayuda a interpretar los sitios, no solo en su calidad de depósitos con información cultural, sino en la medida que revela sus historias formacionales. La opción de evaluar las piezas de este modo tuvo por objeto reducir la ambigüedad entre génesis natural y cultural de los conjuntos líticos.

Con relativa confianza podemos proponer que existió presencia humana durante el Pleistoceno terminal a nivel de la localidad. Sin ir más lejos, el área de Quereo debió ser recorrida por los mismos grupos que transitaban el sector en búsqueda de las rocas que registramos en quebrada Santa Julia. Sin embargo, esta presencia es difícil de caracterizar. Lo más prudente es considerar los datos como antecedentes que sugieren el paso de humanos en un escenario donde la fauna abundó y donde existieron las locaciones propicias para su aprovechamiento. Es poco probable que la totalidad o una parte importante de los conjuntos de fauna en Quereo y Las Monedas puedan atribuirse a agencia humana. En este sentido, entendemos al graben central de Quereo como parte crucial en la comprensión del comportamiento humano en áreas desconocidas como las que abundaron en el centro de Chile durante el Pleistoceno final; donde lo esperable no necesariamente son los contextos con evidencias claras y patrones recurrentes, sino ensayos de ajuste del ser humano al espacio y sus recursos.

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