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Figura 22. Ensamblaje de base de preforma de punta de proyectil acanalada de cristal de cuarzo

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Bibliografía

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Figura 22. Ensamblaje de base de preforma de punta de proyectil acanalada de cristal de cuarzo. A la izquierda: las flechas muestran la orientación de las extracciones y los números su orden en la secuencia de adelgazamiento (1. #403 [~330°], 2. #370 [~340°] y 3. #3 [~0°]). A la derecha: esquema de ensamblaje.

El orden de la secuencia exhibe la posición del percutor blando con distintas orientaciones, aunque todas tratando de dar la forma general más estrecha en la base del bifaz. Entre la segunda extracción y la acanaladura se observa una rigurosa preparación del borde adyacente a la plataforma, en este caso el filo del bifaz, para la generación de un segmento destacado —mamelón— donde dirigir el golpe. A lo largo de ambos bordes del bifaz se observa una serie de extracciones marginales logradas por retoque. Todas son de las mismas dimensiones, misma orientación, ángulo —ligeramente abrupto— y, en algunos casos, se superponen. Este tipo de regularización fue realizada exprofeso para dirigir la acanaladura, ya que en la otra cara del cabezal no se observa este tratamiento. El golpe fue llevado a cabo sobre el talón preparado y removió una lámina que se extiende a lo largo de la porción disponible del bifaz. Con alta seguridad, esta extracción fue la razón para la fractura, como lo sugieren experiencias de talla que intentaron replicar el gesto técnico (Méndez, 2011).

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Las dos secuencias de ensamblajes también nos informan de los procesos de formación de sitio, en tanto apoyan la integridad y alta resolución del contexto. En el caso de las tobas, los ensambles muestran piezas recuperadas en planta de forma independiente en cada una de las tres campañas de excavación, permitiendo remontar piezas incluso a cinco metros de distancia. En el caso del cristal de cuarzo se unieron piezas recuperadas en la primera y tercera campañas de terreno y a mayor distancia que en el caso anterior. Gran parte del material lítico, específicamente los micro desechos, solo fueron recuperados por medio de harneo. Para incorporar este conjunto de datos en los análisis espaciales se estudió su distribución, puesto que los desechos de menor tamaño tienden a estar menos sujetos a transporte post-depositacional, y por tanto, reflejarán de manera más exacta los lugares específicos donde se llevó a cabo la acción. Para ello se evaluó la concentración de las piezas de acuerdo a cada conjunto tecnológico, graficando las superficies de lo que resultaron distribuciones tanto unimodales, como bimodales (Méndez, 2011). Cada una de las distribuciones es relativa, en tanto representa distinta cantidad de piezas y solo se utilizan para ilustrar los lugares de concentración. Con este fin se definieron arbitrariamente densidades medias y máximas para cada conjunto. Para entender las tendencias espaciales se llevó a cabo una superposición de las concentraciones (figura 23). Igual de importantes para el entendimiento de la organización espacial son las zonas «vacías» o sectores de menor densidad de evidencias. En quebrada Santa Julia la distribución de material lítico no es azarosa, hay áreas con material y áreas sin material. Por ejemplo, cuando se considera la presencia del fogón, ninguna área de máxima concentración de material lítico se superpone a este. Es decir, se sugiere que tanto áreas de talla, como el fogón, funcionaron al mismo tiempo, ya que tobas, riolitas y lutitas se observan dispuestas en forma de «herradura» circunscribiendo al rasgo. Una concentración menor de cristal de cuarzo también se dispone adyacente a las anteriores y parcialmente superpuesta al fogón. En el sector NO de la excavación se observa que la máxima concentración de cristal de cuarzo muestra un área de talla independiente. Esta tiene forma alargada reflejando un «cono» de orientación NO-SE.

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