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Cumanana

Boletín Virtual de Cultura Peruana para el África

MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES

El Perú y el África: biodiversidad y cultura como ejes para una nueva agenda común

Al Perú y al África les une un lazo de amistad que trasciende el invaluable aporte cultural africano a la identidad peruana. En este sentido, podemos encontrar dos motivos adicionales para profundizar las relaciones de hermandad y de cooperación del Perú con las naciones que integran el continente africano: su enorme biodiversidad de flora y fauna y su incalculable valor histórico y cultural en la formación de dos de las más grandes civilizaciones de la era pre global: Caral y Egipto.

Efectivamente, el continente africano posee la cuarta parte de la biodiversidad animal, vegetal y marina a nivel mundial. Por su parte, el Perú es uno de los veinte países megadiversos que albergan el 70% de la diversidad biológica del planeta. Según el CONCYTEC, el Perú concentra 84 de las 104 zonas de vida del planeta, es el segundo país a nivel mundial que alberga la mayor cantidad de bosques tropicales y es uno de los centros mundiales de recursos genéticos. A ello se debe sumar la gigante cantidad de recursos naturales que nos han convertido en un país minero y agroexportador.

Esta rica biodiversidad compartida crea una invalorable oportunidad para promover la cooperación científica y cultural del Perú con los países africanos, tanto a nivel bilateral como multilateral, a partir del desarrollo del libre comercio y el fomento del turismo entre países. En este sentido, la rica biodiversidad compartida constituye una de las mayores ventajas comparativas de nuestro país y los países africanos, lo que podría ser aprovechado para convertirnos en un hub para atraer la inversión extranjera vinculada al sector turismo, especialmente el turismo científico, y convertirnos en un gran centro de investigación científica e innovación tecnológica relacionada al medio ambiente y al desarrollo de energías limpias.

Asimismo, la rica biodiversidad compartida por África y el Perú los convierte en dos actores geoestratégicos llamados a liderar la protección de la biodiversidad del planeta a través del reconocimiento, la defensa, la promoción de los derechos ambientales y de la justicia climática. Se trata, pues, de una materia gravitante que debería jugar un rol protagónico dentro de la agenda común de la política exterior peruana hacia los países del continente africano.

Gran Pirámide de Guiza. Fuente: baobabnature

Ahora bien, el Perú comparte con el África el ser cuna de dos de las mayores civilizaciones de la Antigüedad: por un lado, Caral es la cultura matriz de América, mientras que Egipto lo es del África, sin olvidar que el nacimiento de la primera antecedió al de su par africano en, al menos, quinientos años. Ambos pueblos, Caral y Egipto, representan ejemplos de un mestizaje cultural, étnico y gastronómico que se remonta a los inicios de la historia del hombre y perdura hasta nuestros días.

Y es que, al igual que el Perú, el continente africano es un mosaico de diversos colores y texturas: es negro, es rojizo, es blanco, pero sobre todo es verde. Es áspero, es rugoso, aunque también es suave, cálido y fuerte. Es problema y posibilidad.

Esa posibilidad ya ha sido finamente advertida por nuestro Servicio Diplomático desde hace algunas décadas y prueba de ello son las embajadas abiertas en Argelia, Egipto, Marruecos, Sudáfrica, Ghana y Kenia. Sin embargo, hay muchas otras posibilidades que aún faltan ser exploradas dentro de nuestra política exterior y en las que podrían incluirse o potenciarse diversas líneas de trabajo, a partir de una agenda basada en la promoción de nuestra biodiversidad y la defensa de los derechos ambientales.

Finalmente, si el mundo ya estaba en deuda con el África, pues ahí nació la humanidad, ahora el mundo además está en deuda con el África y el Perú, pues juntas son la más grande reserva de biodiversidad sin la cual la humanidad podría morir. Busquemos en el turismo, la ciencia y la historia, en armonía con el libre comercio y la democracia, un camino más solidario, justo y equitativo para que tanto los pueblos del Perú y del África como el de las generaciones futuras alcancen a gozar dignamente sus derechos humanos.

¡Viva la hermandad peruano-africana!

Máster en Derechos Humanos de la Universidad de Navarra. Abogado de la Universidad de Piura y politólogo de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

CONCYTEC, Programa Nacional Transversal de Valorización de la Biodiversidad 2015-2021. Disponible en internet:https://portal.concytec.gob.pe/images/publicaciones/libro_biodiversidad_valbio_oct.pdf. Consulta realizada el 19 de noviembre de 2024.

Ciudad Sagrada de Caral. Fuente: Afar

El

Movimiento de Países No Alineados en el acercamiento entre el Perú y Argelia

Dahila Astorga Arenas

El 10 de marzo de 1972, el Perú y Argelia establecieron relaciones diplomáticas, en un contexto global de división por la Guerra Fría. Para entonces, el Movimiento de Países No Alineados (MNOAL), fundado en 1961, ya se había consolidado como una plataforma de países en desarrollo que buscaban mantener una posición independiente, evitando el alineamiento con las superpotencias.

El MNOAL buscaba la paz, el desarrollo y la autodeterminación de los pueblos, así como el fomento de la cooperación económica y cultural entre sus miembros. Esta iniciativa es considerada una de las más significativas del siglo XX debido a su impacto político, diplomático, económico y social. Dentro de este marco y desde sus propias trayectorias históricas, el Perú y Argelia desempeñaron roles importantes en esta agrupación.

Un contexto global bipolar desafiante

En la década de los setenta, el panorama regional de ambos países sufría diversas tensiones y transformaciones. En América Latina, se gestaba un periodo convulso caracterizado por dictaduras militares, gobiernos populistas, movimientos revolucionarios, dependencia económica y desigualdad social. Paralelamente, el continente africano atravesaba profundas transformaciones políticas, sociales y económicas.

Hacia 1972, muchos países africanos habían logrado su independencia y se encontraban en un proceso de construcción y consolidación de sistemas políticos e identidades nacionales. No obstante, algunos aún enfrentaban luchas por su liberación y regímenes de segregación racial. Mientras sus economías, al igual que muchas del continente americano, también adolecían de dependencia, subdesarrollo y desigualdad.

En ese contexto, el Perú y Argelia, países no alineados, emprendieron programas reformistas que propugnaban la nacionalización de recursos y la reforma agraria. Según una comunicación enviada a la Cancillería peruana en 1972 por Enrique de los Heros, el primer embajador del Perú en Argelia, ambos países compartían una política exterior “nacionalista e independiente”, marcada por el carácter revolucionario de sus gobiernos y una voluntad común de “dar la tierra a quien la trabaja” (Oficio 5-76-A/4 (SG)(D)).

Argelia, que obtuvo su independencia en 1962, tuvo un liderazgo destacado en el MNOAL. Las acciones del Ex Presidente Houari Boumédiène (1965-1978) fueron cruciales en la consolidación de Argelia como una de las voces más influyentes de ese movimiento.

Argelia en la década de los setenta
Proyección del Pabellón Nacional del Perú en el banco Gulf Bank Algérie (AGB) por el 200° aniversario de la Batalla de Ayacucho.

Producto de su experiencia como excolonia francesa, Argelia apoyó activamente la liberación de otros países africanos aún bajo domino colonial. Asimismo, promovió la cooperación Sur-Sur y defendió la propuesta del Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI) para buscar una redistribución más justa de los recursos globales.

Por su parte, el Perú, al mando del General Juan Velasco Alvarado (1968-1975), se unió oficialmente al MNOAL como miembro pleno en 1973. Este paso reflejó una orientación de política exterior hacia el entonces “Tercer Mundo” que marcó la deriva en otros países de América Latina.

Justamente, la Cuarta Cumbre del MNOAL se celebró del 5 al 9 de septiembre de 1973 en Argel, la capital de Argelia, espacio desde el cual el Perú fortaleció sus relaciones diplomáticas con los países africanos y manifestó su solidaridad con las iniciativas de autodeterminación, así como con la lucha contra el apartheid. Recordemos que ya para ese entonces el Perú había iniciado una aproximación a ocho países africanos a través del establecimiento de relaciones diplomáticas, con Egipto (1963), Marruecos (1964), Costa de Marfil (1964), Túnez (1966), Etiopía (1967), Zambia (1970) y Nigeria (1971).

Una relación basada en la autodeterminación y la cooperación

Las similitudes históricas entre el Perú y Argelia han sido fundamentales para definir

el curso de sus relaciones diplomáticas. Desde sus respectivos continentes, ambos países emprendieron procesos de transformación interna que proyectaron en el ámbito internacional, encontrando puntos de confluencia en el MNOAL. Este vínculo bilateral, sostenido desde sus políticas nacionalistas, también les permitió participar colectivamente en los debates globales sobre soberanía, desarrollo y justicia económica.

En el contexto actual, la relación peruano-argelina presenta un panorama prometedor. Ambos países continúan defendiendo la autodeterminación y comparten una vocación de cooperación internacional. Esta voluntad se ha visto materializada en las cuatro reuniones del Mecanismo de Consultas Bilaterales Perú-Argelia, celebradas en 2007, 2008, 2011 y 2022. Estas consultas políticas, llevadas a cabo por las cancillerías, han impulsado iniciativas orientadas a fomentar una mayor interacción económica, comercial y de

inversiones.

Entre los sectores de colaboración más destacados se encuentran los campos energético y minero, donde ambos países poseen una sólida experiencia y recursos estratégicos, respectivamente. También, se han impulsado esfuerzos conjuntos en los ámbitos cultural y agrícola, lo que ha permitido ampliar la cooperación bilateral a diversas áreas, generando mayores sinergias para el desarrollo mutuo.

Fuente: Shutterstock

RECETA: Cuscús con Ternera y Verduras

Ingredientes

1 kg de cuscús mediano, laminado a mano

1 kg de carne de res

1 kg de vainitas (medio cocidas, al vapor o en agua)

1 vaso de garbanzos secos remojados el día anterior (unas 12 horas en agua)

1 cebolla grande, picada

3 zanahorias grandes, peladas y cortadas en bastones

2 calabacines cortados en bastones

1 tomate rallado

Especias: jengibre, comino, cilantro, pimiento dulce, ras el-hanout, pimienta negra, pimiento picante (opcional)

Sal al gusto

1 cucharada de pasta de tomate

4 cucharadas de aceite vegetal

Aceite de oliva

Preparación

Para la salsa del cuscús:

Dorar la carne cortada en trozos junto con la cebolla picada en aceite vegetal a fuego medio. Una vez dorada, añadir el tomate rallado, las especias (jengibre, comino, cilantro, pimiento dulce, ras el-hanout, pimienta negra y pimiento picante si se desea), la sal y la pasta de tomate. Cocinar a fuego lento durante 5 minutos.

Incorporar 2 litros de agua hirviendo y los garbanzos. Tapar y dejar cocer a fuego lento. Cuando la carne esté casi cocida, añadir las zanahorias y continuar la cocción. Una vez las zanahorias estén tiernas, retirar la carne de la olla. Añadir el calabacín y las vainitas, y continuar la cocción hasta que todas las verduras estén bien cocidas.

Para la sémola de cuscús:

Verter la sémola en un recipiente y añadir agua. Luego, ponerla inmediatamente en un colador. Amasar la sémola con las manos o con un tenedor en un plato grande y dejar reposar hasta que absorba toda el agua. Cocer la sémola al vapor durante 15 minutos.

Añadir sal a la sémola y volver a amasarla en el plato grande, añadiendo puñados de agua si es necesario, hasta que no queden grumos (tener cuidado, ya que está caliente). Dejar reposar durante 30 minutos. Luego, volver a amasar la sémola con 1 cucharada de aceite de oliva y cocer al vapor durante otros 15 minutos. Extender la sémola en el plato grande y esponjarla con un tenedor. Añadir 2 o 3 cucharadas de aceite de oliva y mezclar.

Para servir:

Servir el cuscús en un plato grande de forma tradicional. Colocar la carne, las vainitas y las demás verduras sobre el cuscús, y, finalmente, rociar con la salsa picante al gusto.

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