Migraciones Vemos... Infancias no sabemos

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Niños de maíz y asfalto… infancia indígena migrante en la Ciudad de México

donde operan organizaciones civiles como el Centro Interdisciplinario para el Desarrollo Social (Cides), que atiende a 80 pequeños a quienes ofrece actividades que los ayudan en su desarrollo físico, emocional e intelectual. Los expertos observan que los niños de las familias indígenas migrantes, escolarizados o no, tienen dificultades para desarrollar capacidades como la motricidad fina, que no estimulan en sus hogares. En cambio, adquieren otras habilidades como el manejo de dinero y se desenvuelven con facilidad en las calles, acostumbrados a trabajar entre los autos. Al Cides acuden Ana Luisa y Evelin, de seis y siete años, quienes juegan, dibujan y hablan de sus comunidades. Evelin nació en Amealco, Querétaro, y todavía recuerda su trato con los animales. Allá en su pueblo había borregos, vacas y caballos, dice. Ana Luisa, en cambio, ya nació en el DF, y de los animales sólo atina a decir: “Los que había en el pueblo de mi mamá, se murieron”. Ana Luisa no conoce la tierra de sus padres, pero está segura de que prefiere el campo que la ciudad. No le gusta el lugar donde vive, porque no hay espacio para jugar y no la dejan salir a la calle. Le gusta comer chilaquiles, jugar con sus muñecas (Barbies de piel blanca, altas y delgadas, como ella no es) y dibujar. Sobre su papel en blanco, sus trazos de niña retratan su casa como un lugar chiquito, escondido detrás de un enorme muro, donde no hay árboles ni flores. Allí vive con cuatro hermanos, su mamá y un padre del que nunca habla. Ella tampoco aparece. –¿Por qué no te dibujas?– “No me gusta. Mi falda no es bonita”, responde. A Evelin sí le gusta la ciudad de México porque es grande. Sólo se asusta el motor de los automóviles y las sirenas de las ambulancias. A diferencia de Ana Luisa, a ella sí le gusta el lugar donde vive, porque afuera hay una maceta de la que a veces corta algunas flores para su mamá. En la escuela disfruta hacer sumas y restas, porque dice que así ayuda a su mamá a vender.

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