P E R I Ó D I C O
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L I B R O S
Lecturas P V P $ 6 . 0 0 0 - Pe r i ó d i c o d e c r í t i c a b i b l i o g r á f i c a . No . 9 . B o g o t á , m a y o d e 2 0 1 1 - I S S N 2 0 1 1 - 6 1 2 8
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La santidad subversiva de Tolstói
J.M. Coetzee, Roberto Bolaño, Antonio Tabucchi, Enrique Vila-Matas, Rodolfo Fogwill, Celedonio Orjuela, Raul Zurita, Hernán Casciadi, Jimmy Corrigan, Paul Valéry, Carl Sagan Mayo 2011. No. 9. 1
Director Carlos Andrés Almeyda Gómez
C o n t e n i d o
editorial@periodicodelibros.com
Subdirector Celedonio Orjuela Duarte Editor Juan Carlos Gonzalez Franco artfranco@periodicodelibros.com
Asistencia comercial Duvan Carvajal Restrepo Coordinador editorial Andrés Gómez Morales Editor web Hollman Lozano ISSN 2011-6128 Periódico de libros Lecturas Críticas www.periodicodelibros.com No. 9. Mayo de 2011 PVP: $6.000 correo@periodicodelibros.com ©2011 Criterios editoriales y de selección competen exclusivamente a PdL. Colaboración solicitada. Los juicios emitidos en la presente edición son responsabilidad exclusiva de sus autores y no comprometen la opinión de Periódico de Libros.
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orjuela@periodicodelibros.com
A la memoria de William Orlando Beltrán Carrillo cercano colaborador y amigo entrañable, fallecido el pasado mes de abril en la ciudad de Bogotá.
Cristianismo y anarquía
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Por Iván Darío Álvarez
Contra la censura
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Por Celedonio Orjuela Duarte
Rodolfo Fogwill
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Por Andrés Gómez Morales
2666, Bolaño vs. Raúl Zurita
9
Por Daniel Rojas pachas
Lejos de Veracruz
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Por Camilo Morón
El tiempo envejece deprisa
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Por Rosa Bruch
Sin puntos cardinales
16
Por Carlos Andrés Almeyda
Más respeto que soy tu madre
17
Por Annabell Manjarrés
Jimmy Corrigan
18
Por Cristian Soler
Paul Valéry
20
Por Alberto Bejarano
El mundo y sus demonios
21
Por Alberto Rahal
A pesar del desaire de algunos medios editoriales y/o oficiales, aparte de la industria que se precia de ‘cultural’ y que viene ejerciendo un pontificado a menudo castrante, este periódico sigue su curso, como se debe. Los textos que aquí se incluyen son críticos, por lo general de caracter académico y argumentativo, no se aceptan textos cortos y de tendencia comercial. Agradecemos a quienes siguen creyendo en la inteligencia, el término cultura ya es tan público como denodado.
El director Nuestra carátula: “Tolstói”, por Julio Cesar Ibarra Warnes
http://institutosurrealista.blogspot.com 2 Mayo 2011. No. 9.
Dibujante, ilustrador y caricaturista. Nació en Buenos Aires el 16 de mayo de 1974. Obtuvo los títulos de Maestro Nacional de Ceramica y el título de Maestro Nacional de Dibujo en La Escuela Manuel Belgrano. Ha trabajado como ilustrador y caricaturista en diversos medios gráficos latinoamericanos y ejercido como profesor de caricaturas en el Museo Severo Vaccaro. La presente ilustración fue especialmente elaborada para esta edición. www.julioibarra.com.ar/
Ensayo
La santidad subversiva de Tolstói Cristianismo y anarquía León Tolstói Domingo atrasado Bogota, 2011 75 paginas
“Tolstoi, uno de los más nobles héroes de la historia, uno de los santos más puros con que pueda hermanarse nuestra raza”
Rafael Barret Al final de su vida, el octogenario Conde huyo hacia la libertad. Al fugarse de su mansión se rebelaba contra todo su pasado opulento. Liev Nicoláievich Tolstoi, el gran escritor ruso, antes de morir cumplió 82 años y llevaba 48 años viviendo un apasionado y contradictorio matrimonio. La suya era una existencia melancólica que pugnaba entre el deseo radical de una vida austera y el lujo aristocrático en el que lo asfixiaba su esposa. Es un gran Conde que se siente condenado y por ello decide, en aras de su propia libertad y de su insobornable deseo, fugarse para esconderse de ella. El erudito anciano intuye que su utopía campesina no es de ese mundo y que quizás no encontraría un lugar para su quimera. Su deseo de llegar a ser un santo le hacía sentir que la vida en la que se encontraba lo alejaba del ideal de serlo. Esa transgresora consideración de vivir entre campesinos pobres era en sus entrañas superior a la miseria de sentirse desolado entre los ricos. Su regreso al campo y a la vida sencilla se teñía con su rechazo visceral de las grandes ciudades y de las sociedades industriales, que proseguían como borregos
Iván Darío Álvarez ciegos, para él, al ya perverso modelo de desarrollo occidental. Estaba en esos días hastiado de vivir entre criados, aduladores y lacayos, lejos estaba ya la vida militar de su juventud que su pacifismo deploraba con vehemencia ahora, o los grandes salones de juego de la capital dónde de revivirse se sentiría como “Moscú en leche”. Gracias la herencia de sus títulos como Conde en Yasnaia Poliana, se reencontraba con su infancia rural y su amor por la tierra, plantando hortalizas y haciendo
esa misma época había fundado en su terruño una escuela campesina, convirtiéndose él mismo en maestro experimental de una pedagogía como práctica de la libertad. Su esposa Sofía, por el contrario tenía miedo que su insumiso cónyuge terminara dilapidando, en aras de su inquietante idealismo, su patrimonio familiar. Además, que llamara la atención de las sagradas autoridades con su actitud y que sus palabras transgresoras del orden zarista, provocaran ac-
“La fama es un enterrador de seres creativos y críticos que antes de ser aclamados y embalsamados, estaban ante todo vivos”. paseos contemplativos a lomo de caballo, valorando como nadie la vida campestre y proclamando a los cuatro vientos su anarco pacifismo cristiano y agrario, tratando de sembrar desde allí la rosa negra para esparcir sus semillas libertarias. Sabía que si en realidad quería ese tipo de socialismo utópico, el ejemplo a dar era socializar su extensa propiedad de terrateniente aristo-‘ácrata’. El evangelio lo tentaba con sus llamados a despojarse de toda clase de posesiones: “Si quieres ser perfecto anda y vende cuanto tienes y repártelo entre los pobres”. La idea liberadora que lo alienta es que hay que evangelizar, educar y amar como hermanos. Por ello es que por
tos de desobediencia colectiva. Tolstoi se cuestionaba duramente a esa tardía edad, que si quería abrirse a la intensidad del mundo, tenía que empezar por derribar lo que consideraba hasta tal fecha –como los muros opresivos de su matrimonio–prisión. Se debatía con irreprimibles ansias y se sumía en la más profunda angustia, entre el amor posesivo de su mujer y su fidelidad a la libertad. Ella quería para él la vida cómoda de la ciudad, para que siguiera escribiendo obras maestras sin renunciar a su vida como noble. Una relación así, resultaba en sus propias palabras: “venenosa para el aire que respiro”. Las situaciones histéricas de amor –odio daban a su vida cotidiana
un tono trágico y una amarga puesta en escena familiar. Muchos veranos e inviernos amorosos se sucedieron en el drama del tiempo. El quería que Yasnaia fuese el retorno al paraíso y se convirtió en un enfermizo infierno del que se desterraba día a día, con fina espina dantesca, todo signo de esperanza. Fue así como el tren de su utopía se apagó como su corazón en su última estación, en dónde el viejo patriarca libertario se marchitó y descarriló para siempre. En su viaje a la libertad a través de su postrer suspiro, huyó finalmente de sí mismo hacia un cielo abierto. El viejo León indomable de largas barbas y blancos cabellos, dejó de rugir hasta sumergirse en un largo silencio, cuyo feroz eco todavía nos susurra himnos para la libertad, como éstas recuperadas páginas que hoy celebramos. Ese fue su legado. Como héroe de guerra y como militar no quiso una estatua, y como artista consagrado rehusó a colocarse en las alturas gloriosas de un falso pedestal que lo alejara del barro de la vida, al precio de disecar su alma rebelde. La fama es un enterrador de seres creativos y críticos que antes de ser aclamados y embalsamados, estaban ante todo vivos. Su anarquismo religioso es autentícame cristiano, bebe de sus aguas limpias y primitivas, pondera la sabiduría ética cristiana, pero reniega de las jerarquías eclesiásticas. Condena la guerra. “La guerra es el arte perverso de matar a los pueblos”. Por ello es inmoral que un cristiano verdadero preste el servicio militar. La revolución como acto interior, es la abolición del mal y la violencia. El pertenecía a esa milenarista progenie de sectas místicas y heréticas - que de vieja data abo-
Mayo 2011. No. 9. 3
Ensayo
Tolstói sabía que si en realidad quería ese tipo de socialismo utópico, el ejemplo a dar era socializar su extensa propiedad de terrateniente aristo-‘ácrata’.
minaban a la iglesia oficial. Muchas de ellas renegaban del dominio y la opresión de un hombre por otro y predicaban, desde la concordia comunitaria, que para convivir en sana paz nada mejor que el apoyo mutuo. En su constelación de talante ácrata, la religión es un deber ético de perfección que ve en cada ser a un hermano con el cual es posible crear una sociedad de amigos, que está de acuerdo con “amar a tu prójimo como a ti
mismo”. Para el viejo Conde místico y renegado, Jesús es el modelo a seguir de lo que puede llegar a ser el gran ejemplo de un gran anarco, pero éste no tiene nada que ver con los poltrones del Vaticano, sino con el legendario líder espiritual de los desposeídos, esto es, el que murió por ser coherente con su propia doctrina y fue capaz de dejar de ser Dios para convertirse en un abanderado de los más humildes y por ello ser perseguido. El Estado para Tolstoi como a semejanza de otras corrientes del anarquismo, representa el gran monopolio del crimen. La guerra es el mayor pecado. No hay que pagar impuestos. No importa si los gobiernos son de derecha o izquierda; las mismas instituciones estatales, en uno u otro caso, per-
El árbol imaginado Carlos Flaminio Rivera (Novela)
vierten, corrompen. Suele suceder que entre más degradados son los gobernantes, más malos son los gobiernos. Los representantes del pueblo siempre se representan a sí mismos. El poder deprava a dominadores y dominados. Lo justo como cristianos es volver al seno de la comunidad y de la tierra donde se oye el latido de la vida colectiva, pues quien se atreva a apropiarse de la tierra de todos –y que Dios nos regaló para disfrutar y compartir– es un infame ladrón. La tierra es para quienes la trabajan, como así lo exigía Emiliano Zapata desde otra orilla libertaria y campesina. En esa suerte de utopía agraria, entre más natural sea el ser humano mayor será su regocijo. Hay que superar el lastre histórico de la violencia, que como especie
nos hace injustos y nos degrada. La violencia nos hace semejantes a lo que más odiamos. Por tanto, desde esta perspectiva, el boicot ético contra toda forma de dominación se inscribe, sin temor a sus implicaciones, en la bondad subversiva, en la renuncia al poder, lo cual también invita a la resistencia, convocando a la generosidad y a los sentimientos más elevados que pueda exaltar el hombre y la mujer, mediante el ejercicio de la libertad y la razón. Ese sueño sigue sin cumplirse, no por ello conserva su antiguo perfume y se hace cada día más vigente. Tolstoi nos recuerda que el fin no justifica los medios porque los medios determinan el fin. El capitalismo aún triunfante sigue siendo un camino tortuoso para la mayoría y nos precipita, con su darwinismo social y consumista, a un callejón sin salida. El mundo sigue a la espera de un renacimiento y un re-encantamiento global. Iván Darío Álvarez es titiritero y escritor. Director de La Libelula Dorada.
Sin puntos cardinales Celedonio Orjuela D. (Ensayo)
Reimpresión Arrieros y fundadores Eduardo Santa (Crónica) Doble fondo IV Kenia Cano Nelson Romero (Poesía)
Lit. Latinoamericana Varios autores (Ensayo)
Novedades editoriales XXIV Feria Internacional del Libro de Bogotá 4 Mayo 2011. No. 9.
Ensayo
La censura como para-Estado Sobre la censura J.M. Coetzee Débate Bogota, 2011 352 páginas
En los últimos años, la academia sueca ha dado prioridad a pensadores que, unos desde sus trincheras académicas y otros desde el exilio, han venido denunciando, a través de sus novelas, ensayos y en algunos contados casos desde la poesía1, el malestar que ocultaron los paises regidos por el stalinismo. Algunos de ellos militantes de izquierda, indagaron en su momento en el fondo de los regímenes totalitarios develando la persecución al pensamiento y a la crítica endógena y exógena – permítasenos esta expresión que viene de los economistas– que conlleva el malestar de la censura. Esta reinterpretación de los Estados después del colapso de la revolución rusa puso al descubierto la presión a la que los artistas y pensadores se vieron sometidos. Para los académicos suecos, ha sido una constante en los últimos años reconocer este tipo de creadores. Una ley escrita en los anales del Nobel recomienda que los premios deben ser entregados exclusivamente en atención al mérito del galardonado, olvidando detalles como el de su país de procedencia. Lo aclara el filántropo sueco en su ya famoso testamento: Es mi expreso deseo que, al otorgar los premios, no se tenga en consideración la nacionalidad de los candidatos, sino que
Celedonio Orjuela Duarte sean los más merecedores los que reciban el premio, sean escandinavos o no. En esta línea de galardonados se encuentra el sudafricano John Maxwel Coetzee, premio Nobel 2003, quien, aparte de ser un prestigioso novelista, es uno de los más rigurosos ensayistas y críticos en la actualidad. De ello dan cuenta sus libros Costas extrañas, Doblando el cabo, Mecanismos internos, Contra la censura, ensayos sobre la pasión de silenciar. Los ensayos reunidos en este último libro constituyen una tentativa de comprender el silenciamiento y censura a los cuales es proclive cualquier forma de poder. El sondeo lo hace el autor desde una perspectiva históricosociológica. Por eso la censura muda de piel de acuerdo a los intereses de los gobernantes de turno que la han inventado mediante constituciones palaciegas como aparatos paralelos que vigilen la conducta de sus gobernados. Coetzee inicia sus reflexiones sobre un tema actual que más que debatido ha sido excomulgado por los moralizadores del establecimiento, la pornografía. Sobre este tema se ocupa en dos sendos ensayos “El amante de Lady Chatterley: el estigma de lo pornográfico” y “Los años de la pornografía: Catharine Mackinnon”. En el primero, el investigador hace un recorrido a través del erotismo, D. H. Lawrence quien hizo una despiadada crítica de la sociedad de su tiempo con la novela El amante de lady Chatterley, que provocó un tremendo escándalo, llevada en numerosas ocasiones al cine. Cuando su marido queda incapacitado en la I Guerra Mundial, Lady Chatterley empieza un cálido romance con el jardinero. En sus relaciones sexuales la sodomiza y le enseña un lenguaje “vulgar”. Esto escandaliza a los guardianes de la moral, no fueron sólo las urgentes y minuciosas descripcio-
nes eróticas, sino sobre todo la transgresión de los tabúes sociales. Lo peor no era precisamente que Lady Chatterly le fuera infiel a su marido entre los matorrales, sino que el objeto de sus pulsiones sexuales era un obrero de su casa de campo: “Si supiese que el obrero se había acostado con ella y le hablaba con aquel acento plebeyo, (…) la detestaría”. Este modelo literario que toma Coetzee para hablarnos acerca de aquello que es tomado por erotismo o pornografía. La novela de D. H. Lawrence, no podemos calificarla de pornográfica, es apenas una novela erótica que abre el pensamiento inglés y universal con el rompimiento de los tabúes sexuales que predominaban y predominan en algunas sociedades lo erótico y lo pornográfico. Lo dice así el ensayista: El juicio y absolución de El amante de Lady Chatterley se considera a menudo un acontecimiento: una liberación pública de fuerza sexual contenida que marcó el comienzo de la nueva y luminosa década de 1960. En el segundo ensayo, Coetzee se centra en mostrarnos el debate que genera la pornografía en cuanto que enfatiza los errores que cometen ciertos movimientos feministas, al hablar de sus reivindicaciones, desde el punto de vista meramente político y olvidan los matices que implica la sexualidad, por eso el ensayo se centra en los trabajos teóricos y falencias por su visión sesgada, de la dirigente feminista norteamericana Catharine Mackinnon2. El análisis feminista prioriza los tabúes viéndolos como dispositivos estructurales que sostienen la cultura (creada por los hombres), dichos tabúes pierden el control sobre la gente, y la cultura de dominación que respaldan resulta socavado. Ello explica por qué hay que invertir gran cantidad de recursos en mantener viva la idea de lo que es un tabú. Por
tanto, el analista observa a través de las expresiones populares de las últimas décadas de qué manera el sexo es cada vez más explícito: Los intereses y deseos de los seres humanos son muchas veces más complejos, enrevesados, inescrutables y opacos para sus sujetos de lo que ella parece admitir; la oposición que elabora entre intereses masculinos y femeninos está simplificada hasta el extremo de la caricatura. Sin embargo, resulta difícil no quedar impresionado o incluso resultar arrastrado por el brío, el empuje y la energía a veces temeraria de su ataque. El autor nos recuerda que hay dos negocios de la industria moderna, el uno se encarga de señalar el tabú a través del signo (el anuncio publicitario), el otro da (el cine pornográfico). Coetzee sugiere un estudio más amplio alrededor del discurso feminista esto es, un análisis sobre la reivindicación de los derechos de las mujeres más allá del examen meramente político. En los ensayos: “Osip Mandelstam y la Oda a Stalin”, al igual que “Cesura y Polémica: Solzhenitsin”, el sudafricano se dedica a indagar en el papel de los censores de la era stalinista a partir de dos celebridades de la literatura y otras figuras de la estética rusa. De paso nos muestra cuán nocivo fue la creación de esa suerte de para-Estado llamada Unión Nacional de Escritores, encargada de vigilar las plumas que no loaban al dictador como le ocurrió al menos genuflexo de los escritores rusos: Aleksandr Solzhenitsyn. Luego de haber pertenecido a la Unión Nacional de Escritores Soviéticos, es expulsado de ella hacia 1969 debido a sus constantes ataques a la burocracia que empezaba a consumirla, más odiosa según él que la propia burocracia del partido. Al recibir el premio Nobel en 1970 se negó a ir a recogerlo si no se le garantizaba el regreso a la URSS. En el caso de Mandelstam, es perseguido por el Mayo 2011. No. 9. 5
Ensayo
Solzhenitsyn ataca con rigor a la burocracia de la Unión Nacional de Escritores, más odiosa según él que la propia burocracia del partido. dictador por haber osado escribir un epigrama en el que retrata su figura con versos como estos: Forja decretos como herraduras; /decretos y decretos: /a este le da en los huevos, /a ese en la frente, A aquel entre los ojos. /Siempre que tiene una víctima, /se regocija como un georgiano /de pecho recio masticando una frambuesa. Desde la época de los zares en Rusia se han creado organismos para-Estatales que dan cuenta de la actividad de los pensadores y artistas rusos, por tal motivo Nicolas I, creó la Tercera Sección para hacer seguimiento casi paranoico a sus opositores. Stalin empleó el mismo organismo, pero esta vez lo llamó Unión Nacional de Escritores Rusos dedicados a perseguir a quienes no le rindieran culto a su personalidad. En el caso de Mandelstam, Stalin, a través de la Unión, obligó al poeta a escribir tres odas laudatorias. Su esposa, Nadiezhada Mandelstam, ve el sometimiento ante Stalin de esta manera: “Se les cortó la lengua y se les obligó a glorificar al tirano con el muñón que les quedaba”. En el texto “Zbigniew Herbert y la figura del Censor”, explora más el papel de estados satélites del stalinismo, en este caso Polonia, donde era prohibido leer figuras emblemáticas como Czeslaw Milosz, premio Nobel en 1980, y de quien no se podía hacer mención sin la aprobación previa y específica del ministerio; en los medios de comunicación populares (radio, televisión, prensa) tenían que ser totales. Zbigniew Herbert tenía 24 años cuando los comunistas tomaron el poder en Polonia. El partido esperaba que los escritores fueran, según la frase de Stalin, “ingenieros del alma humana”, Herber abandonó la Unión de 6 Mayo 2011. No. 9.
Aleksandr Solzhenitsyn
Escritores y se replegó en el silencio, como lo hicieron muchos escritores polacos y demás artistas de países epígonos del stalinismo. Sobre la poética de Zbigniew reflexiona así Coetzee: Comienzo con un poema que tiene todo el aspecto de ser una declaración antisoviética envuelta en una alegoría para engañar al lerdo censor. La situación dramática de “ A Marco Aurelio”, es común Herbert. Quien habla, representante de un orden moribundo que espera la invasión de los bárbaros (“terror terror oscuro y continuo/ contra el frágil país humano”) se dirige a Marco Aurelio: “Dame la mano a través de la oscuridad”, dice. El poema, pues, trata de la solidaridad, y evoca específicamente la solidaridad entre compañeros que se enfrentan a la extinción.
Erasmo: locura y rivalidad
Zbigniew Herbert
Danilo Kiš
Como nos lo sugiere el título de este ensayo, lo que pretende Coetzee es mostrarnos la forma en la que, a partir de El elogio de la estupidez –obra de erasmo–, (como en verdad debe traducirse su título por estar más cerca del latín y de su contenido y no Elogio de la locura), viene a ser una visión crítica de las ambiciones del hombre por fuera de los los bandos. Para la época de Erasmo, la disidencia luterana y el papado. Dice Erasmo: “Resulta extraño ver como dos facciones se provocan mutuamente como si estuvieran en connivencia”. En estos debates, Erasmo nunca tomó partido pues consideraba que no siempre era cuestión de hacerse a un aliado, muchas veces se trataba de elegir un enemigo. “Rey de los anfibios”, lo llamó Lutero. El elogio de la estupidez – apunta Coetzee– esboza la posibilidad de una posición del crítico del ambito de la rivalidad política que no sólo sea imparcial entre los rivales, sino que también esté, por su propia definición, completamente fuera del escenario de la confrontación: una no posición. Erasmo muestra su mayor lucidez al exponer la dinámica de la rivalidad, en esta confrontación la estupidez termina por constiturse
Ensayo en la mayor astucia y habilidad al eludir los violentos imperativos de la misma. En la época actual la explicación más clara sobre este tipo de rivalidad ha sido la planteada por René Girard. Coetzee no pretende convertir a Erasmo en el marco del proyecto de Girard –o en un Foucault– y aún menos en incluir por la fuerza a estos, junto a Lacan, en una supuesta escuela de Erasmo. Dice Coetzee: Al interpretar a Erasmo a ‘la luz’ de las teorías de nuestra época, simplemente “aspiro a hacer visibles, razgos del Elogio de la estupidez que talvez hayan quedado ensombrecidos hasta el presente. Nos recuerda Coetzee que en la década de los sesenta se lanzó un ataque contra los sectores dominantes de la psiquiatría en nombre de la locura y los derechos de la misma. Quien más teorizó sobre el particular fue Michel Foucault quien sitúa su crítica del manicomio en un contexto histórico y filosofico. La denuncia del pensador francés consiste en poner de manifiesto la razón a la locura en la que sustenta una posición meramente política. Coetzee dice: Una oposición de rivales situados en el mismo plano, uno de los cuales ha silenciado y reprimido al otro. Derrida, desde el estudio del lenguaje y Lacan desde el despojo del sujeto, un sujeto que se supone que sabe pero que está enajenado, para ello recurre a los poetas; desde allí argumenta que no es necesario que este sepa lo que está haciendo y con ello nos recuerda a Freud quien siempre rechazó la interpretación del arte.
Explanación Luego de la lectura de este estupendo libro, entendemos que la verdadera crítica sigue vigente, no es el caso de Colombia en donde parece que ha muerto y su lugar lo ocupa la pasarela. En Coetzee los temas que aborda, es una reflexión seria y argumentativa de una prosa en la que sale a flote sus dotes de escritor. Es el resultado de un largo estudio sobre el tema, a quien por demás lo
tocó de cerca el objeto de estudio de este libro en su propio país. Los ensayos tienen un hilo conductor que genera una atmosfera que los liga de alguna manera, es lo suficientemente argumentado, como observábamos al principio de estas notas, deja ver la erudición de Coetzee con una acentuación propia de su estilo en la articulación de su pensamiento, a pesar de tener una unidad independiente, nos deja un aroma de lo que desarrollará más adelante, de un pensador incisivo, con el suficiente sustento teórico para abordar el contenido de este libro, desde distintos ángulos que preocupan al hombre de hoy. El analista le propone al lector que mire con cuidado el caso del apartheid y los casossubir. André Brink (1935), quien escribe tanto en afrikáans como
sus reflexiones sugiere una distancia (‘Erasmiana’) en cuanto a no querer tomar partido en contra de la censura, lo que realmente lo ocupa es ahondar en un tema de por sí complejo, pero visto de una manera desapasionada, como corresponde a un analista de su talante. No le interesa hacer juegos morales o blasfemos como el caso de Salman Rushdie. Para Coetzee la función del censor es descubrir “lo comprometido”, lo no permitido en política. Por tanto, el censor se erige como una amenaza para el hostigado (el artista) a quien se le impide su libertad creativa. Por tal motivo, el novelista nos recuerda que los estados dictatoriales son los más paranoicos: cada ciudadano es para el otro un espía o un saboteador. Sobre la situación de esta encrucijada de los Estados para-
“Una vez la censura se ha establecido como régimen de escritura y lectura, cabe esperar de los escritores que o bien se regulen a sí mismos o bien, rechazando las reglas se coloquen fuera de la ley”. en inglés. Durante la década de 1960 él y Breyten Breytenbach figuras claves en el movimiento literario en idioma afrikáans conocido como Die Sestigers. Estos escritores se caracterizaban en usar el afrikaans como lenguaje para hablar contra el apartheid, y además para traer a la literatura en afrikaans la influencia de las literaturas inglesa y francesa contemporánea. Lo importante de Coetzee es que no se queda en el solo hecho de denunciar, pone el dedo en la llaga de los organismos y teóricos de la censura como el caso de Geoffrey Cronjé, un sociólogo reaccionario que entre 1945 y 1948, sienta las bases ideológicas de lo que sería la segregación racial. El autor sienta una posición respecto a la censura fuera del tejido de la política. Incurre más en el rol del interventor que en los procedimientos de censura. En
noicos, observa como el reciente premio Nobel Mario Vargas Llosa, ve con desdén o soberbia esta situación, dice Vargas Llosa: “La insumisión congénita de la literatura es mucho más amplia de lo que creen quienes la consideran un simple instrumento para oponerse a gobiernos y estructuras sociales dominantes: [ataca por igual a todo] significa dogma y exclusivismo lógico en la interpretación de la vida, es decir, tanto a las ortodoxias como a las heterodoxias ideológicas. Dicho de otro modo, es una contradicción viviente, sistémica e inevitable de todo lo que existe”, sobre esta desfachatez conceptual, mal intencionada, responde Coetzee: La maniobra ejecutada en este texto por Vargas Llosa – a saber, desplazar su propia oposición a un terreno lógico situado a un nivel por encima de la batalla política a ras de suelo- supone
que el escritor ocupa una posición que simultáneamente se mantiene fuera de la política, rivaliza con la política y domina la política. Por su soberbia, esta pretensión resulta considerablemente marlowiana; por más que sea de manera involuntaria, sugiere que el riesgo que corre el escritor como héroe es el riesgo de la megalomanía. En estos densos ensayos, a propósito de los cambios ocurridos en Sudáfrica en 1990 con la aparición del internet y otras formas de comunicación, se produce un colapso en los sistemas de censura de la Unión Soviética y de los países de Europa oriental (acontecimientos que han dado un giro imprevisto en los últimos años). Coetzee señala que se ha ido disipando el beneplácito liberal sobre la libertad de expresión que había sido el encargado de ligar a los intelectuales occidentales. En la década de los ochenta, el juicio que prevalecía era el de restringir en lo posible el concepto de libertad. Por tanto la censura oficial se había desacreditado, ya no era vista como el puntal de un aparato poderoso, sino todo lo contrario fue mostrando una inmensa debilidad. Si algunas manifestaciones de la libre expresión resultaban desafortunadas, pues eso era parte del costo que suponía la libertad. Por otra parte, en el plano individual, lo más peligroso es la autocensura. Dice Coetzee: Una vez la censura se ha establecido como régimen de escritura y lectura, cabe esperar de los escritores que o bien se regulen a sí mismos o bien, rechazando las reglas se coloquen fuera de la ley, muchos de ellos deciden guardar silencio o escribir para el escritorio, es decir, bajo la censura. Coetzee cita a Danilo Kiš (19351939). De madre montenegrina y padre judío, en su infancia vio el horror de la muerte y la guerra en su estancia junto a su familia en la ciudad de Novi Sad, donde se produjo la masacre de judíos y serbios a manos de fascistas húngaros, durante la Segunda Guerra Mundial. En 1944 su padre fue asesinado en Auschwitz. Gracias a la Cruz Roja, en 1947 es Mayo 2011. No. 9. 7
Narrativas repatriado a Montenegro y más tarde a Belgrado. Posteriormente viaja a París, dónde publica su primer libro que incluye La Buhardilla y Salmo 44, en 1962. Más adelante aparecen obras como Poetika (1975), Una tumba para Boris Davidovich (1976), piedra de escándalo en la exYugoslavia y La enciclopedia de los muertos (1983). En 1979 se traslada definitivamente a Francia, ejerciendo la docencia en la Universidad de Lille. Danilo Kiš tradujo además autores como Baudelaire, Verlaine, Anna Ajmatova o Aleksandr Blok. Con su muerte, el 15 de octubre de 1989, se cortó súbitamente uno de los viajes literarios más importantes jamás hechos por algún escritor en la segunda mitad del siglo XX. La consistencia, la destilación y el nivel de la argumentación piden un lector avisado con el fluir de los pensadores de las últimas décadas, llámese Derrida, Foucault, Girard, por nombrar apenas algunos de los que enriquecen el pensamiento del Nobel sudafricano, de quien por igual sobresale su perspicaz forma de visitar la obra de sus ‘colegas’ escritores, como puede verse en su libro Mecanismos internos. 1
Sobresalen entre aquellos autores Nobel abrigados por la poesía nombres como Derek Walcott (Santa Lucía, 1992), Seamus Heaney (Irlanda, 1995), Wislawa Szymborska (Polonía, 1996), y más recientemente Herta Muller (Rumanía 2009).
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Catharine Mackinnon (1946) es académica y abogada. Ha ejercido, junto a Andrea Dworkin, una muy cuestionada campaña contra la pornografía –‘Anti-porn feminism’–. Para Mackinnon, ésta viola los derechos civiles de la mujer y la lleva a ser víctima de violencia sexual y violación. “El coito heterosexual es una forma de dominación masculina que debe ser totalmente reformulado de manera que no resulte perjudicial para las mujeres”. Otra perla. Robin Morgan, feminista, escritora y poeta estadounidense, pontifica así: “La pornografía es la teoría, la violación es la práctica”.
Celedonio Orjuela es poeta, novelista y ensayista. Subdirector del periódico de libros Lecturas Críticas. 8 Mayo 2011. No. 9.
Por el placer de fumar Cartas de marineros en la Pampa Rodolfo Fogwill Mondadori Barcelona, 2010 176 páginas
Rodolfo Fogwill (19412010) nace en el fuego cruzado de las guerras, cuando Argentina era la despensa del mundo y Borges publicaba El jardín de los senderos que se bifurcan... la literatura llegaba a un grado de angustiosa finura. No se cumple un año desde que el enfisema pulmonar contra el que Fogwill se resistió por largo tiempo le precipitara hacia el abismo de todos los abismos. O tal vez no hubo otra resistencia aparte de deshacer metáforas para trazar una ruta hacía el afuera por el placer de fumar, como reza el slogan que él mismo inventó para los cigarrillos Jockey Club. Antes de ser escritor, Fogwill fue publicista (y nunca dejó de serlo). Fogwill es una marca. Por cuestiones de diseño gráfico, su apellido devora el nombre. Fogwill escapa de la tradición literaria que lo antecede, creando un personaje que se anticipa a su literatura. La nota autobiográfica que introduce su obra reunida por Mondadori bajo el título Cantos de marineros en La Pampa, pone en claro el juego entre la imagen que proyecta el autor y sus propios textos. Fogwill hace parte del texto a la manera de hipertexto. En principio, propone una fotografía antigua donde él aparece. Es un niño que chupa su dedo compulsivamente como
Andrés Gómez Morales si contemplara el cambio brusco del sentido vehicular en Buenos Aíres debido a la integración de la ciudad a la carretera panamericana; como si contemplara golpes de estado sucesivos; como si escuchara a los radios de onda corta transmitir las historias de guerra de la BBC e imaginara a los americanos repartir chocolates, chicle, tabaco y medias de Nylon en los lugares en que desembarcan. Posteriormente, aparece aprendiendo la verdad de la vida en una Readers Digest y de repente nota que Borges no hizo otra cosa que manejar la aduana de la literatura argentina, llenándola de hispanofobia. Entonces consigue su primer revolver, un Smith & Wesson 32’. Desde allí, su fama va dando varios pasos adelante de su sombra. Así se dio maña de encarnar en un tipo que se daba permiso para hacer cualquier cosa. Años después, frente a su deteriorada salud, se reprocha en las entrevistas haberse convertido en un mierda que se permite todos los vicios. En los intersticios de la memoria, se ve también piadoso, es un niño que escribe un poema que celebra la entronización de la Virgen de Fátima en la parroquia del sagrado corazón. En parte, Fogwill estaba loco pero nadie niega su prodigiosa inteligencia. Estudió medicina, letras, filosofía, matemáticas, canto, música, francés, alemán, rudimentos de griego y latín., aunque luego es acusado de terrorista y estafador según se comprueba en su prontuario de la policía federal argentina. Tuvo la lucidez de crear una editorial, Tierra Baldía, donde dio a conocer la obra de Nestor Perlongher y de los hermanos Laborghini (Leónidas y Osvaldo). Fogwill reivindica de paso a Alberto Laíseca y César Aíra, porque sus pensamientos iban a contrapelo de la tradición literaria argentina, aquellos críticos de entonces veían la historia como una selección que variaba dependiendo del punto de vista
desde donde se le viera, armaban la historia según el efecto que el escritor pretendía provocar. El primer libro que publica Fogwill es de poesía y se llama El efecto de la realidad. Después de aquel trasegar por la realidad, que según Borges no pertenece a ningún género literario, gana un concurso organizado por la multinacional CocaCola con su libro de relatos Mis muertos punk. Por supuesto, aquí aparece de nuevo el personaje. Se burla del slogan del concurso “Cómo crean en libertad los jóvenes argentinos”. Le resulta hueco y banal, porque, en primer lugar, Fogwill no era precisamente joven y, luego, la idea de libertad iba evidentemente en contra de su formación de hombre comprometido con el mundo empresarial. Su actitud frente a los editores del concurso fue acorde a sus principios: no cumple con las condiciones del concurso, cobra el cheque del premio y además le pone un precio al libro. Lo que más le coarta es el compromiso institucional, declararía años después a la revista Rolling Stone. En aquel libro, principio de la constante fricción entre Fogwill y el establishment, se incluye su cuento más remarcable, a la vez referente de su marca y de su personalidad: La muchacha punk, lleno de saberes no literarios (marcas de carros, licores y cigarrillos) que se entremezclan con la insidiosa voz del autor que va revelando sus procedimientos narrativos y libera al lenguaje de sus metáforas a través de repeticiones: En diciembre de 1978 hice el amor con una muchacha punk. Decir “hice el amor” es un decir, porque el amor ya estaba hecho antes de mi llegada a Londres y aquello que ella y yo hicimos, ese montón de cosas que “hicimos” ella y yo, no eran el amor y ni siquiera –me atrevería hoy a demostrarlo–, eran un amor: eran eso y sólo eso eran. Lo que
interesa en esta historia es que la muchacha punk y yo nos “acostamos juntos”. Otro decir, porque todo habría sido igual si no hubiésemos renunciado a nuestra posición bípeda, –integrando eso (¿el amor?) al hábitat de los sueños: la horizontal, la oscuridad del cuarto, la oscuridad del interior de nuestros cuerpos; eso. Primera decepción del lector: en este relato soy varón. Quizás lo mejor de La muchacha punk es el mantener al lector en el relato, a pesar de los baches que la voz de Fogwill abre en el lenguaje. Pero es precisamente de lo que se trata, de mostrar el afuera donde circulan las palabras. La manera como cuenta en español una situación que ocurre en inglés es un ejemplo de cómo el espacio literario se sacude ante los accidentes de la misma vida: Una vez mi avión tomó suelo en Lisboa y quise yo bajar, pero no permitieron – dijo-: Encuentro que la gente del aeropuerto de Lisboa son unos sucios hijos de perra. ¿Es no, eso Lisboa, Portugal? La duda tintinea en la voz aristocráticamente punk de Coreen, la muchacha del relato, haciendo presente una ausencia que es colateral al lenguaje. Aquí la escritura, ante los grandes monumentos de la literatura en la época de las posibilidades infinitas, no ha tratado sino de apoderarse de los motivos de la trama para producir un tono o una modalidad de voz. No hay para Fogwill un abismo entre la estructura y el sonido del lenguaje, los intervalos no son relaciones sino materia prima de la obra. La novela Los pichiciegos se sitúa en el centro del problema. La primera novela de Fogwill fue traducida al francés, alemán, croata y chino mandarín. Es reeditada constantemente, a pesar de que al salir era casi ilegible. La supuesta ilegibilidad tiene que ver con la necesidad de captar el lenguaje en su estado más puro, más que por ser un criptograma sobre la guerra de las Malvinas. Los pichis es ya hoy un referente obligatorio en la historia de la literatura argentina, porque construye un nuevo sentido histórico y saca del contexto de la tradición literaria al lector atento.
Fotografía: Diego Sandstede
Narrativas
Rodolfo Enrique Fogwill
Si los argentinos los llaman “rusos” y los ingleses –así lo pronunciaban el paracaidista y el de la radio– les dicen “radian”, los rusos, que algunos creían que estaban por llegar, se han de llamar de cualquier manera, pero seguramente a ellos mismos no se dirán ni “rusos” ni “rachan”. Los británicos, que eran los ingleses, llamaban a los argentinos “archis” y a los malvineros “jelps” y a ellos mismos se llamaban “uiners”. Los porteños se llamaban porteños a ellos mismos y a los demás les decían “forros”; por eso les quedó “forro” a ellos, porque andaban siempre diciendo “forro” a un lado y a otro. Un pichi, el tano Brecelli, se tomó el trabajo de anotar todo eso. Bueno: anotar no, porque abajo el único que anotaba era Pipo, que llevaba las cuentas. A diferencia de sus cuentos y demás novelas, en Los pichiciegos Fogwill delimita a su personaje a la de sumiso amanuense, conciencia narradora que permite a la novela convertirse en denuncia contra los acontecimientos históricos, trazando un tiempo y espacio objetivamente reconocibles. En este caso es pasado no es negado
sino parodiado por la escritura. Es claro que en medio del ejercicio de imaginación y testimonio que constituye la novela, el personaje de Fogwill converge con un fondo común a su escritura. El personaje que crea es un gesto complejo de quien devela una exterioridad. Exterioridad que en sus relatos de corte más subjetivista desenfoca la proyección del estilo de vida de cierto sector de la clase media al estilo literario. Como anotaba algún crítico, en Fogwill, el personaje y el escritor se sitúan en la brecha que se abre entre el estilo de vida y el estilo literario. En el conocimiento del fondo que no se puede verbalizar y que incita a explorar la exterioridad del lenguaje donde los sistemas de vigilancia colapsan frente a la semiología, a los lugares, a los objetos, a las marcas, a la juventud y su modernidad. A Fogwill lo mataron los cigarrillos, sí. Pero tal vez la feroz jauría de deseos de fumar, no eran otra cosa que el impulso a darle algo de permanencia a las voces que se pierden efímeras en el aíre y que en el humo negro encuentran alguna resistencia a caer en el olvi-
do. En un célebre elogio al acto de fumar-hablar dice: Arriba de los cuerpos lo único que sale es el aire. Aire soplado, viciado, inútil, usado. Aire soplado, viciado, inútil, usado. Aire respirado o aire vibrado en forma de palabras: Todo inútil, usado se habla, y las palabras que uno dicen se ven. Se habla y se van…el tipo fuma y su respiración tediosa y transparente toma color y olor. El placer de fumar se presenta como un equivalente al acto de escribir, en tanto que en los dos casos se trata de volver visible lo invisible. El aire y aquello que sucede detrás del lenguaje y el pensamiento. Como ocurre en su novela Vivir afuera. La singularidad de esta obra radica en que está construida de materiales cotidianos de los que difícilmente se podría pensar que pudiera surgir un relato: marcas, objetos, etiquetas, el espacio representado como un sistema sensorial que varía con la percepción de los personajes. A un paso de la ruta, Susi fuma. Pita con fuerza el Jockey Suave que encontró en el bolsillo alto de su campera jean, apostando a que el calor de la brasa entibie sus manos, la boca, el pecho, y hasta el mismo aire de la casilla. Y que lo llene de algún sonido, una voz, una música o algo que haga más tolerable la espera. Pero no: así como cruzando el bosque y acercándose al costado de la ruta donde están las casillas, el frío de la noche no desciende, y, al revés, se percibe más, quizás por el contraste con la promesa de aire tibio que viene de las ciudades, también el silencio del bosque, el silencio que envuelve el triángulo de tierras que la gente de Piero llamaba El Barrio, y los del Pichi llaman ahora El Campo, se siente más cuanto más cerca estás del borde de la ruta. Tal vez porque es más alta la barranca y hay menos bosque que repare del viento haciéndolo sonar entre las hojas de los álamos. O por esas ráfagas de ruido y luz que permanentemente trazan los autos y los ómnibu Andrés Gómez es filósofo y Magister en Escrituras Creativas. Escritor y comentarista de libros. Mayo 2011. No. 9. 9
Narrativas
Todo cae por su propio peso 2666 Roberto Bolaño Débate Bogota, 2011 352 páginas En el artículo titulado “2666 de Roberto Bolaño: Un asunto irresuelto” el autor de Purgatorio lanza unas aventuradas opiniones acerca de la novela mamut del desaparecido escritor, mismas que a la fecha, si consideramos el año de publicación del artículo en cuestión “2008” y todo lo que se ha dicho a esta altura con respecto a la novelística de Bolaño, nos lleva a preguntar ¿Qué acaso no hay temas más pertinentes que tocar? Desde luego, algunos pueden y tienen todo el derecho de pensar que la discusión en torno a aquellas opiniones del premio nacional (Zurita) ya fueron zanjadas por ende es válido considerar la siguiente redacción de mi autoría como fútil e inoficiosa; de cualquier modo a favor de ella y pese al desfase de mi recepción y respuesta ante la lectura invectiva que el ex - miembro de C.A.D.A hace de 2666 se puede mentar entre otras variables dignas de atender, primero el que no hayan existido exceptuando una postdata del poeta Carlos Almonte respuestas contundentes al respecto y por otra parte, hay que prepararse ante la batahola de artículos como la nota de marras de Zurita que surgirán y siguen surgiendo frente a las recientes publicaciones de anticipados títulos póstumos de Bolaño como “el Tercer Reich”, lanzado a través de la conocida cadena editorial Anagrama, misma que ha publicado la mayoría de títulos conocidos de Bolaño y que de seguro se hará cargo de los que quedan por aparecer. Este peculiar fenómeno e inusual moda (circunstancial a la escritura y su calidad), aunque claro, regularmente va en desmedro de ella pues no es el creador ya quien tiene la última palabra 10 Mayo 2011. No. 9.
Daniel Rojas Pachas El presente artículo, sin ánimo de polemizar o constituirse en una apología de Bolaño y sus obras, de modo más específico 2666, voz y escritura que habla por sí sola, nace a raíz de la lectura de un texto publicado allá por enero del 2008 en el periódico literario “Carajo” en su novena edición por Raúl Zurita (autor sobrevalorado en el ámbito de la poesía Chilena y Latinoamericana). sobre su obra sino los editores y sus intereses. Lo cual mantiene una importante relación no sólo con el texto de Zurita sino con el estado del arte de la narrativa latinoamericana y chilena y desde luego importa a la situación del libro como objeto dentro de las sociedades actuales y el tratamiento general que estas dan al arte. Recordemos que Bolaño pensó entregar originalmente 2666 como cinco novelas interdependientes, ligadas por vasos comunicantes como Archimboldi, la vida y obra de éste ficticio escritor europeo y claro, Santa Teresa, trasunto de Ciudad Juárez. Interesante hubiese sido ver cuán diferente pudo ser el destino de la obra, su recepción critica, la distribución, el juego de las expectativas, el precio de los libros, su impacto y quizá lo más importante, la interacción de los destinatarios entre cada parte de la obra más allá de la linealidad a la que nos somete el mamotreto preparado por Echevarría. Hoy todo lo expuesto se podría argu-
mentar a cabalidad en torno al Tercer Reich o los textos recientes del poeta chileno Gonzalo Millán, el narrador José Donoso y los que de seguro vendrán del norteamericano J.D. Salinger, pero ese factor no se cuestiona o considera en lo absoluto en el articulo del ex miembro de C.A.D.A lo cual es injusto ante una aseveración como la que usa para abrir su comentario acerca de 2666, marcando de inmediato la tónica y talante que desarrollará en extenso a la manera de aquellos emperadores romanos dirimiendo la vida de sus esclavos en una justa de circo: 2666 me intriga, y no porque sea una obra maestra, por el contrario, es una novela convencional que tiene un problema grave y sin solución intermedia: o le sobraron 800 páginas o le faltaron 800 páginas. La pose de crítico demoledor y antojadizo no escatima en artillería y de modo caprichoso pone en tela de juicio la calidad auto-
Roberto Bolaño
ral de Bolaño, sobre todo la de su poesía, tal como demuestra la siguiente cita: Su transacción fue un triunfo personal pero, más que eso, es el triunfo de la economía: era finalmente lo suficientemente bueno como para que tuviera que transar. Tampoco se trataba de que se dedicase a escribir poemas, para eso Bolaño era tan poco dotado como Cortázar, Faulkner y Joyce. Faltó considerar aquí lo poético que dentro de su prosa es Bolaño, a la manera de Woolf, Rulfo y el mismo Joyce, además fuera de lo discursivo el logro de la obra en juicio y su ambiciosa propuesta está en la solución que da a su trama y 2666 a diferencia de Los Detectives Salvajes, la cual no busca repetir, se construye más que en la polifonía y fragmentación en la unidad transversal que otorga la atmósfera y estética del mal que en un sentido apocalíptico desborda las pesadillas que signan a todos sus hablantes y la memoria universal, mixturando genocidios y conflictos bélicos con actos de violencia a veces aislados y otras tantas veces sólo caprichosos o ideológicos, como es el caso del arte y sus -ismos, Las Panteras Negras representadas por Barry Seaman, el Cine Snuff, una pelea de box arreglada o un pueblo pauperizado lleno de pescadores víctimas de cáncer a la piel, sobrepasando en tal medida cualquier ejercicio de racionalidad y escepticismo, allí reside a fin de cuentas la poesía en su sentido extenso, como creación pura y abarcadora, por tanto insubstancial es la distinción entre lírica, drama y narrativa, manida lucha y separación entre géneros que el poeta Zurita arguye de esta forma: El nudo central es que su dilucidación jamás será posible dentro del mercado, o sea, dentro de la novela. (…) ¿Por qué haberle inventado una dudosa trama de novela negra a algo que es artísticamente más fuerte que eso, que es en realidad infinitamen-
Narrativas
“2666 intriga, novela convencional que padece un grave problema y sin solución intermedia: o le sobraron 800 páginas o le faltaron 800”. Raul Zurita
te más fuerte que eso? ¿Por qué no haber dejado desnudos los informes clínicos de las muertes? Haberle posiblemente agregado un párrafo de una belleza, de una belleza literaria límite, dura, esplendorosa, al principio o al final. (…) era imposible que lo hiciese porque escribirlo así es algo que le competía a la poesía. Luego remata su texto añadiendo: Un autor o autora de novelas si no es un fabricante de mercancías es simplemente una mala o un mal escritor. Lo demás queridos amigos, es simplemente poesía. De esta manera Zurita precisa que ciertas atmósferas pueden desarrollarse mejor bajo ciertos discursos y diseños, sobre todo cuando no duda en acusar a la novela de ser un nicho de mercado en arriendo, lo cual torna la discusión y los argumentos como un enojoso juego de artificio pues en el mismo sentido vale la pena discutir la poesía hoy en Chile y Latinoamérica, cuna desmedida y edificio ocupa o terreno de invasión para cualquier impúber estilizado que escribe verticalmente en su blog y hace caligramas en un fotolog. Por ello la crítica no da la talla al señalar el fracaso de “La Parte de los crímenes” al elegir como recurso la novela negra, la crónica periodística y la descripción forense y en tal sentido no alcanzar la magnitud de lo sublime arruinando la belleza de un tema pues este ya no podrá volver a ser abordado. Si pensamos lo que decía Borges, “siempre estamos condenados a leer y escribir las mismas historias”. Entonces como aceptar una opinión tan peregrina como esta de Zurita: (…) era imposible que lo hiciese porque escribirlo así es algo que le competía a la poesía. Pero
el problema concreto es que la poesía no lo hizo. Y si lo hiciera ya no podría poner los informes como los puso Bolaño y por lo tanto, ya no lo hizo y no tiene remedio. Esa fue la genialidad y la fuerza de “La parte de los crímenes”, los informes y el nombre del basural, y ya no se puede hacer otra vez, y no por un problema de “propiedad intelectual” o de obscenidades de ese tipo, sino porque su poder artístico radica también en su primera vez. Entonces piensen, que sentido tendrían los diálogos y coqueteos que el mismo Zurita realizó con la obra de Dante o luego con Kurosawa si ellos ya lo dijeron o si antes, todo lo plasmado por otros “maestros” ya estaba en el Ramayana o El Gilgamesh y luego en Kafka y Proust. En todo caso dichos como estos sólo tienen un valor secundario, anecdótico y que solo hay que tocarlos de modo tangencial y cuando sea exclusivamente necesario, vale más priorizar ciertos temas del artículo del autor de Anteparaíso que se pueden rescatar, claro si previamente los liberamos del ámbito de la opinión personal que ataca el valor del escritor y su integridad. Algunos de estos apartados desarrollados a medias por Zurita son por ejemplo la ya mencionada disyuntiva realidad ficción y el peso que la primera tiene en relación a un tema no menor e irresoluto como la grotesca ola de femicidios en Ciudad Juárez (leitmotiv en la ficticia Santa Teresa) y como el arte, no digo que este sea el caso, puede tender a trivializar o ser un espejo superficial de lo que se pretende representar. Tal como diría Avelar: El problema para el sujeto testimoniante se complica en tanto que el sólo hecho de incluir lo vivido en una secuencia tempo-
ral y narrarlo, supone de por sí una traición a la experiencia. La inconmensurable distancia que media entre ésta y su relato implica una profunda resistencia a la metáfora: la pérdida no puede traducirse en lenguaje y mucho menos cuenta con un auditorio capaz de traducir estas palabras en algo visible y/o tangible. De cualquier modo a riesgo de sonar majadero la banalización de los medios y entre ellos la novela, no excluye a la poesía, a la que Zurita dota de una sacramentalidad a prueba de fuego. Pero no excluyamos por ello un tema de interés y que pudo aprovechar Zurita en su redacción y que sutilmente llego a rozar, se trata de la critica a las editoriales y su manipulación, sobre todo en el tema difusión y la creación de una imagen, esa tarea que inunda las micros con pancartas, genera artículos en las revistas de las aerolíneas y ampara la creación de consabidos slogans que tienden a agrupar autores por temáticas, droga, sexo, contracultura y reducirlos a una colección colorida para lectores adolescentes o trasnochados admiradores de las vanguardias y su rupturismo, así en la estantería de Herralde podemos ver casi en una mismo nivel The naked lunch y alguna obra de Bayly o Navokov junto a Cueto entre otros pares inimaginables, y como obviar las citas de afiche hollywoodense “la mejor obra de los últimos 30 años” o “un carpetazo a…”, esos cuestionamientos Zurita apenas los atisba, uno debe intuirlos o sacarlos a sablazos de su decir pues se pierde en una diatriba política que apunta a las multinacionales lo cual recuerda los ilustrados discursos que Chávez dirigía a Mr Danger cito textual: El costo también fue alto: el de ser el “mejor novelista de su ge-
neración”. Qué duda cabe, pero todo aquello que es “lo mejor de su generación” contiene algo siniestro, en realidad es la forma más grosera del menosprecio (¿fue Dante el mejor poeta de su generación?), y cuando el merchandising califica así a un creador recuerda el típico trato de los patrones de fundo a sus peones favoritos. Sin embargo, hay unos puntos altos en la reseña, creo que el poeta Zurita busco dar en el clavo al criticar a los lectores promedio de Bolaño y en general de toda la llamada mafia amarilla, caricaturizándolos del siguiente modo: Roberto Bolaño al optar por la novela optó por una transacción. Es decir: optó por no llevar las cosas a sus límites, por autolimitarse como artista, pero, a cambio, pudo decirles al menos algo a los lectores que decidió no perder. Se trata de un tipo de lector registrado en los manuales básicos de los estudios de mercado: literatoso, intelectualoso, eterno aspirante frustrado a ser Arthur Rimbaud. Lo trágico es que termina por echarse no sólo al bolsillo a los lectores de Bolaño sino a los de Auster, Sada, Fadanelli, Pauls, Piglia, Pedro Juan Gutiérrez, Rey Rosa, Puig, Bukowski, Faulkner y a los mismos autores que no tienen al final la culpa de quienes operan o lucran con el destino de sus obras o más aún, quienes las actualizan, ya sea en concordancia a lo que se proponía el texto o acorde al uso aberrante que cada cual puede dar a una obra al interpretarla, sobre todo si lo mismo dicho más arriba sobre la distinción de géneros opera aquí, si optamos por caricaturizar al lector de poesía como Zambra lo hace magistralmente en un texto titulado “Contra los Poetas”, pensemos sino en todos los huérfanos suicidas arroja versos que deliran buscando en Pizarnik a su madre-amante y en el transgresor de turno (ese que llama performance poética al masturbarse en escena) a un gurú o progenitor dispuesto a escribirle un prólogo que le abra el Olimpo. Como cierre, atiendo a lo más importante, lo que nos lleva a reflexionar sobre el texto original Mayo 2011. No. 9. 11
Narrativas
Lluvia Zbigniew Herbert Cuando mi hermano mayor volvió de la guerra portaba en su frente una estrellita de plata y bajo la estrellita un abismo un fragmento de granada lo alcanzó en Verdún 0 quizá en Grunwald (no recordaba los detalles) hablaba sin cesar en muchas lenguas pero la que más le gustaba era la lengua de la historia hasta perder el aliento alzaba del suelo a sus camaradas caídos Roland Feliksiak Aníbal gritaba que era la última cruzada que pronto Cartago caería y después entre sollozos reconocía que él a Napoleón no le caía bien mirábamos cómo palidecía, los sentidos le abandonaban lentamente se iba convirtiendo en un monumento en el pabellón musical de sus oídos apareció un bosque de piedra y la piel de su cara quedó abrochada a los dos ciegos y secos botones de sus ojos le quedó sólo el tacto y qué historias contaba con sus manos en la derecha tenía novelas en la izquierda Memorias de un soldado se llevaron a mi hermano y lo trasladaron fuera de la ciudad ahora vuelve cada otoño delgado y callado no quiere entrar en casa golpea en el cristal para que salga paseamos por las calles y él me cuenta historias fabulosas tocando mi rostro con los ciegos dedos del llanto 1957 12 Mayo 2011. No. 9.
de Zurita, la técnica narrativa del autor y no tanto por presencia y detalle en el artículo sino porque la escamotea por completo a través de una abusiva y reduccionista comparación con Finnegans Wake, cito: Pero ¿el más “revolucionario” autor de los últimos tiempos? ¿Y un lector de Joyce? ¿Y que conocía bien el Finnegans Wake? ¿Y en una novela de la ambición artística de 2666? No, allí hubo un problema económico; es evidente que si la obra hubiese sido construida en base [Sic] a una lengua que incorporara el alemán, inglés, mexicano y ruso, concreta, materialmente, como tal vez lo habría hecho un artista radical, habría significado mínimos lectores o, en el peor de los casos, pasar a la categoría de “demente”. Pasando por alto ese parangón innecesario se hace importante no eludir la debida mención a la ironía intertextual la metatextualidad, el doble código y el diseño del narrador y voces que se entrecruzan y que Bolaño detenta pues ahí está su herencia, no en una alucinada y mal entendida pretensión del autor de Los Detectives Salvajes por romper la literatura y la comunicación creando una antinovela o el experimento último de la narrativa latinoamericana, esa es una responsabilidad que el mismo creador jamás se puso encima y que en todo caso ya lo han intentado otros como Calvino, Perec, Beckett y muchos más. Bolaño sin negar la admiración a estos proyectos edifica su propuesta al menos en 2666 y en muchos otros de sus textos conforme a fines distintos, a favor de la novela buscando ser hiperbólico y dialogante, aglutina información y hace que el lector se disperse en una búsqueda incesante de fuentes como si se paseara por una hiper-biblioteca o fuese absorbido por el Aleph. En lugar de tender a la mudez, busca la sobrecarga y eso se aprecia además en su poesía, en un paseo por la literatura o los neochilenos, no va contra la literatura y sus bordes y si eso se busca en el autor, quizá el proyecto más cercano a tal intención sea Amberes, una de las más alucinadas
de sus prosas y que podría con esfuerzo entrar a cuestionarse bajo ese prisma mientras que 2666 y las otras obras buscan ampliar la idea de el escritor-lector con un soporte semiótico en el contenido y cuestionando en lo posible los simulacros de esta hiperrealidad llena de espectros y máscaras y que otros como Zambra en Bonsái o recientemente Zuñiga en Camanchaca están explotando conscientes, agregando a su lectura de la realidad maneras de los sistemas de masa, la inmediatez y fugacidad de la comunicación y la potencia que para algunos tiene una frase en el Twitter, un mensaje de texto, post de blog o estado de facebook en relación a la memoria personal y colectiva y la percepción de lo verosímil, lo cual Bolaño puso en el tapete de la narrativa acercando un público lector y escritor a los abismos de la cotidianeidad, siendo accesible en su quehacer pero no ingenuo o fácil al punto de ser calificado de espíritu decimonónico, pues bajo la superficie subyacen los rasgos de una postmodernidad tan cara a la literatura de hoy (incluida la llamada neo-vanguardia) que ha buscado y seguirá construyendo desde las ruinas de la sobreexplotación y el maniqueísmo sus estrategias, mismas que no podemos medir como profesor de liceo a la luz del Quijote, La Comedia de Dante o el mero siglo de Oro u otros proyectos que son parte de nuestra propia obsesión y autocomplacencia, sino epocalmente, e ahí su aporte y el de aquellos que apuntan a una cuarta dimensión pero sin atarse al retoricismo abstracto de esferas opacas pues como dijo el mismo Bolaño en su discurso de Viena a propósito del artefacto de Nicanor Parra referido a los poetas de Chile, todo cae por su propio peso, no sé si se entenderá el término caer por su propio peso, imaginaos una estatua hecha de mierda que se hunde lentamente en el desierto, bueno, eso es caer por su propio peso. Lo demás queridos amigos, es simplemente literatura. Daniel Rojas Pachas es escritor. Académico de la Universidad de Tarapacá. Director de Cinosargo ediciones. Autor del poemario Gramma (2009).
Narrativas
El discreto arte del fracaso Lejos de Veracruz Enrique Vila-Matas Anagrama Barcelona, 2000 240 páginas “He dicho asombro donde otros dicen solamente costumbre.” Jorge Luís Borges. Dice el sonriente Nicanor Parra: “El escritor se contorsiona como un postulante al cielo.” La mueca maldita de una mano armada de un afilado lápiz
Camilo Morón Castro se muestra como la avante venganza contra el mundo, contra la vida de aquel que se niega a vivir por fuera de la literatura. ¿Seremos exploradores del discreto arte del fracaso, si anteponemos la literatura a la vida? A modo de obsesión el escritor se ve sumido en el difuso universo de los grandes propósitos y las causas perdidas. Vanos son los propósitos y también las posibles soluciones y si las hubiera, habría de ser portátiles, abreviadas y por contradicción propia de largo aliento e inacabables principios. A sus 16 años un joven catalán advierte la iluminación en medio del oscuro resplandor de un cine, videando al eterno Mastroniani en La noche de Antonioni; disfrazado de escritor, casado Jeanne Moreau… quizás esa fue la primera vez que pensó para sus adentros con la fuerza de un sospechoso deseo, las dos cosas que más deseaba ser y tener. Un día como los otros, deja atrás la ilusión de repetirse a sí mismo y a su padre que quería
ser como Andre Malraux, pero a diferencia de este termina curtido por el papel y la tinta y no por el sudor y las cicatrices que supone el encuentro aventurero con la vida. La callada ilusión de ser escritor queda rezagada, mientras el porvenir lo mostraría simulándose graduado de este oficio de vivir, acreditado con diplomas de diversa índole: Rómulo Gallegos, Ciudad de Barcelona, Premio Herralde, Prix du Meilleur Libre Étranger, Prix Médicis Étranger y otros tantos que reposan en las paredes de su casa, como animales de caza. Enrique Vila-Matas parece ahondar en una yaga oscura y se da de bruces al dulce abismo que evitamos todo el tiempo, buscando amparo a nuestro miedos en las seguridades del confort metafísico; trabajo, diplomas, compromisos, y los demás deseos frustrados de los eternos lustradores de la lámpara de Aladino. Las relaciones entre vida y literatura pueden ser muchas pero en el universo de la obra de VilaMatas esto se resume en el oficio del escritor: Escribir es hacerse pasar por otro, escribir es dejar de ser escritor o de querer parecerte a Mastroianni para simplemente escribir, escribir lo que escribirías si escribieras. Es algo terrible pero que recomiendo a todo el mundo, porque escribir es corregir la vida -aunque sólo corrijamos una sola coma al día-, es lo único que nos protege de las heridas insensatas y golpes absurdos que nos da la horrenda vida auténtica.
Ante la imposibilidad de vivir es necesario escribir, despejar las vivencias y huir en busca de sí mismo, hacerlo al modo del peregrino inmóvil que sueña… se va muy lejos; Bombay, Paris o Veracruz da lo mismo si te has ido y no importa lo que vivas sino aquello que escribes y que tú piensas que es lo más acorde con lo que debes vivir. Al parecer la literatura no guarda semejanza con la vida y sus nefastas tribulaciones. Si mal no estoy, este es el tema central de Lejos de Veracruz, sonoro título de un corrido imaginario que enmarca las aventuras de Enrique Tenorio; un hombre que se empeña en el solipsismo de contarse a si mismo su propia vida. De tal manera que ennegrece de misterios los secretos que ha guardado y los sobre-adjetiva sin necesidad. Sigue en su curso el tema del perdedor en su universo, que se niega y evita cualquier contienda que le deje marcas visibles, Enrique Tenorio emerge a esconderse de la endeble oscuridad de su sombra en un día soleado. Es el último de los Tenorio que se planta a sí mismo la tarea de retomar la escritura de una biografía familiar llamada El descenso. Objetivo que no se ve trazado a lo largo de una novela que siempre comienza y cada vez que esto pasa, se ve a Enrique Tenorio como un gato apaleado que regresa a la vida en medio de una noche llena de delirios. Entones se muestra como un peregrino inmóvil de la fiesta desesperada que vivimos a diario, escoge un país como centro de sus melancolía para lanzar sus últimos sufragios de mitómano. El México de corridos y matones, es la misma casa del diablo que funda su temor en los últimos rayos del tequila y el mezcal en la madrugada. Este es el escenario propicio para un héroe romántico cansado de vivir a los 27 años, que se cree con las atribuciones de matar a Dios armado de un peine que le robó al pintor Botero en una fiesta en Paris, en un oscuro rincón de un puerMayo 2011. No. 9. 13
Narrativas to mexicano. Manco a costa de una maldición del terrible Dios Siva que le castiga por fornicar indebidamente en su templo, despechado a cuenta de Nancy, compulsiva jugadora de Bingo, una gorda australiana que lo deja a su suerte en el África ardiente, por un raquítico monje budista. Desolado por segunda vez tras la muerte de su prima producto de la fiebre del mosquito en el Nevado del Tolima. Y por si fuera poco, aparece en su vida un tercer amor: la cantante de boleros Rosita Bom Bom Romero, una mujer de bandera que acaba con la dignidad y el dinero de los hermanos Tenorio. De este último viaje regresa a casa de Veracruz, con la nostalgia del héroe épico que se enfrasca en el nostoy: Por ejemplo con respecto a México yo me identificaba más con el tema de Rulfo en Pedro Páramo –el tema del regreso, por eso el héroe es un muerto, ¿y qué soy yo sino un derrotado en vida?– que con el de la expulsión del paraíso, que es de lo que trata Bajo el Volcán, de Malcon Lowry. Regresa luego de barrenar las naves como lo hizo Hernán Cortez en este puerto: “Fui a Xalapa como quien va a Comala. Emprendí en autocar la ruta histórica y algo extraña que une la
capital de México con el puerto de Veracruz y que en el pasado sirvió de cordón umbilical entre México y España”. Con la lectura de Robinson Crusoe, Enrique experimenta tardíamente lo que un niño hubiera degustado con placidez, la noción de aventura que sólo se lleva en la sangre con la lectura temprana de Emilio Salgari o Julio Verne, por ese mismo gusto busca refugio en otros libros, pero ve en el libro de Daniel De Foe el inacabado esplendor de una obra maestra
la fuga del convencido ostracista, las pinturas de un desesperado, la literatura que fractura nuestra percepción de la realidad y que podemos leer o contar con base en el engaño. En aras a la pureza de los sanos propósitos del personaje, Vila-Matas pretende que su protagonista en medio de su autenticidad, sea impostado. La voz que narra es dudosa y fluida, el ritmo es frenético y lento. Por momentos al hacer una pausa surgen las preguntas: ¿Quién habla aquí, el narrador o el autor?,
“¿Acaso la ambición no es el último refugio del fracaso?” que pasa sin advertencia, sin ruido y con toda la pureza del arte literario. Se empecina entonces en darle curso a la memoria familiar y nos cuenta el transcurso obstinado de esta historia donde hay un juego esencial en la forma de contar la historia. Los Tenorio parecen tristes tigres sin dientes que representan al artista en sus distintas facetas; tres hombres de cierta manera melancólicos que encojen sus artíficos para jugarle una mala pasada a la realidad familiar; el matrimonio, el arte de
¿Trampa autoconsciente? ¿Qué se esconde? ¿Quién es el protagonista de esta historia? ¿Quién lleva el peso de la historia? Aparece un narrador bastante elocuente, pero el que despliega los hilos de la marioneta se encarga de mostrar (al modo periodístico), confundir y asombrar con un argumento cada vez más inverosímil pero fijado en la subjetividad de la credibilidad. Todo esto nos lleva a un flujo que tarde o temprano, termina estallando al punto que pasamos de un personaje casi invisible que pasea por el mundo, buscando un
buen viento que refresque su existencia, a un delirante que lucha sin tregua contra sus demonios internos. El personaje tambalea por momentos y con inocencia extrema funda en mentiras infantiles su historia, juega con el lector que ve impávido como le juegan una broma en un melodrama a cuestas de una mujer fatal, que acaba sin el menor resquemor con los hermanos tenorio. En fin, Vila Matas al igual que Enrique Tenorio saben que a Veracruz no va uno, errante desanimado y entrando por el rio de la muerte buscando a un padre que no aparece nunca, se puede ir a Veracruz o Nueva york pero si uno tiende fracasar en el intento es mejor pensarlo bien. “¿Acaso la ambición no es el último refugio del fracaso?” Ahora, luego de la última página resalto estas líneas: “Me aventuraré. Escribiré, mentiré. Trataré de olvidar mi pequeño mundo de pronóstico grave.” Pienso en aquel lugar lejano que no conozco y sobre el cual escribo estas líneas deslucidas, mientras apuro otro mezcal. Definitivamente hay que fracasar con todo éxito y eso fue lo que hizo el protagonista de esta épica historia. Camilo Morón es escritor. Director de La periferia literaria.
Editorial Domingo Atrasado Colección Cuadernos Anarquistas
10 Agosto de 2010. XXIII FILB. No. 8. www.domingoatrasado.com 14 Mayo 2011. No. 9.
Narrativa
La aniquilación de la memoria El tiempo envejece deprisa Antonio Tabucchi Anagrama Barcelona, 2010 176 páginas
No es necesario presentar Antonio Tabucchi, es uno de los grandes y reconocidos escritores italianos y europeos de la literatura actual. Su última obra El Tiempo envejece deprisa, ha recibido diversos galardones, y reseñarla entraña cierta dificultad porque la aparente sencillez oculta una profunda complejidad. Consta de nueve relatos, el número de relatos, según el propio autor, es un homenaje a Nine Storys de Salinger. “El Círculo”, “Clof, Clop, clofete, clopete”, “Nubes”, “Los muertos a la mesa, Entre generales”, “Yo me enamoré del aire”, “Festival”, “Bucarest no ha cambiado en absoluto”,”A contratiempo”. Todos ellos poseen una temática común que tranversalmente les otorga unidad: la vindicación de la memoria. Cada uno de ellos es en sí mismo una pequeña joya elaborada de imágenes llenas de poesía, rigurosidad formal y exquisitez en el estilo. El autor
disemina magistralmente claves, pequeños secretos murmurados al oído, que otorgan unidad y cohesión interna a la obra, y que nos permiten denominarla novela. A
Rosa Bruch través de la carga del pasado, de la memoria, fruto de la peripecia vital de los personajes o de su herencia, nos adentra en el panorama histórico europeo que recorre el siglo XX hasta nuestros días, a su vez, lo enmarca dentro de un mundo global. Pinceladas en el texto en forma de llaves nos van permitiendo la entrada a otras dimensiones donde surgen las grandes cuestiones: la Historia en mayúsculas, sus atrocidades y la construcción de la identidad europea a partir de la memoria. Los personajes, activos y pasivos de esa Historia, se debaten desorientados en ella en busca de la propia identidad. Así, las experiencias personales determinan diversos puntos de vista que se multiplican: “Cuando la noche es serena observo el cielo. No deja de asombrarme cuántos puntos de vista hay ahí”, dicho de otro modo, fuera de la experiencia personal, concreta, las certezas desaparecen, éstos son los últimos versos del poema “El viejo catedrático” de Wislawa Szymborska (Premio Nobel en 1996), recitados por el tío Galo en el homenaje al abuelo Josef en el primer relato “El círculo”, en realidad este relato es un prefacio en el que radica el planteamiento de la obra. La memoria se hereda, y es creadora de
identidad, no obstante es el producto de sucesivas fabulaciones, por ello, para la mujer de Michel, aunque no ha nacido en el Magreb, el agua es tan importante como lo es para su comunidad de origen, y cuando afloran las imágenes de su abuela en la memoria “como de un pozo enterrado” exclama “¡qué extraño!”, porque ese “era el recuerdo de otra persona”, sin embargo es capaz de ver el rostro de su abuela con nitidez aun sin haberla conocido. En ese instante, sobreviene la revelación, su identidad es una construcción. El personaje penetra en la espiral de su memoria identitaria y descubre que ella misma es el fruto de una fabulación. Indaga y con angustia y estupor encuentra un esqueleto vacío, llega a la nada y el círculo se ensancha abrazando el horizonte: es el principio de la consciencia. Todos los personajes están atrapados en ese laberinto. De la lectura de los relatos, surge la preocupación por la aniquilación de la memoria y por los procesos de generación que la rigen. Se plantean dudas sobre la identidad personal y colectiva, y los mecanismos de transmisión de dicha memoria. Así es como emerge la imperiosidad de romper la circularidad, el eterno retorno de la Historia: “en todos
Antonio Tabucchi
estos años Bucarest no ha cambiado nada ¿no te parece?” dice el personaje del relato (aunque en el contexto adquiere múltiples significados). Es necesario y urgente encontrar la salida del laberinto. Por ello, los personajes indagan en la espiral y el autor indaga con ellos en los mecanismos que permitan la huida hacia el futuro. El símbolo del círculo reaparece reiteradamente en las historias. En el primer relato, que adopta el nombre del símbolo, hay unas potentes y poéticas imágenes: los caballos rodeando al personaje, y cuya velocidad los transforma en uno sólo, después, aparecen los pensamientos pensándose a sí mismos. En “Clof…”, el personaje constantemente piensa que hará algo que no llega a hacer y, como se verá en el último relato, hace aquello que nunca dijo ni pensó que haría (en A Contratiempo). En “Festival” (basada en el cineasta Krzysztof Kieślowski): Me hallaba en un círculo vicioso, aquél era el cometido de mi profesión, aceptar el círculo vicioso, yo era el perro que se mordía la cola, mejor dicho, era la cola mordida por el perro. Los mecanismos de transmisión de memoria son puestos en tela de juicio, por ese motivo el personaje de “Clof...” es escéptico en cuanto a la efectividad de la literatura “Le parecía estar oyéndolo: querido amigo, el problema reside sobre todo en el hecho de que adoptas posturas equivocadas, mejor dicho, de que has adoptado posturas equivocadas durante toda tu vida, para escribir…”. El supuesto consejo del amigo médico continúa refiriéndose a su columna vertebral: Está completamente torcida, a estas alturas no te queda ya tiempo para recomponerla, pero podrías intentar atormentarla menos. De ahí surgen dos temas: el escepticismo sobre la funcionalidad de la literatura como transmisora de memoria y la certeza de que el tiempo se acaba. No es baladí que en “El círculo”, el punto de Mayo 2011. No. 9. 15
Narrativas vista esencial sea el de una mujer cuyos orígenes son magrebíes, donde aún hoy el cuento, la tradición oral, tiene un papel relevante en la vida y en la transmisión de esa memoria. La herencia de la memoria se recibe a través de esa transmisión oral desde tiempos ancestrales, la importancia de la voz es vital en todos los relatos. Parece lógico que la novela adopte la forma de cuentos, el fondo exige la forma: una perfecta ósmosis. El tiempo envejece, dice el título, el tiempo percibido en la huella física, no es él el que envejece, nosotros lo hacemos en nuestro transcurrir. El Tiempo envejece rápidamente, el adverbio incorpora la premura, lo que enriquece aún más el leitmotiv aportando la urgencia por construir y transmitir la memoria y la elección del mecanismo más efectivo: la transmisión oral. La oralidad atraviesa todos los relatos. : declamaciones, diálogos con personas reales, con los muertos, con los propios
recuerdos, conversaciones inexistentes, monólogo interior, pensamientos que dialogan consigo mismo, música, canciones… Una vindicación de la tradición oral, pero sustentada, contrastada. Dos ejemplos de ello: “Nubes” y “A contratiempo”. Al personaje de “Nubes” no le queda tiempo y siente la necesidad de transmitir a la niña la injusticia de toda guerra y de introducir en ella la duda y la reflexión sobre la herencia oral, para sus reflexiones se apoya en el geógrafo e historiador griego Estrabón (preocupado más por los aspectos humanos de la geografía que de los físicos). En “A contratiempo”, el anacoreta pide el relato de los hechos sucedidos pero con las pruebas físicas de lo ocurrido, en este caso en forma de fotografía. El tiempo se agota: “se me ha estrujado el tiempo”, piensa que dirá el protagonista de “Clop…”, único nombre que reaparece en “A Contratiempo”, en el que se ha-
bla del relevo generacional. En este último relato, la imagen sustituye al texto como icono de la memoria colectiva, vindicación de la experiencia directa, cuanto más vivida, más se alejará de la fabula (ej.fotógrafo Nick Ut y el bombardeo con napalm de Trang Bang., del 8 de julio de 1972). Es el único cuento que plantea una salida hacia el futuro, en Creta, donde el narrador, con juegos metanarrativos a imagen y semejanza del laberinto, permite que veamos el futuro, aunque contrarresta esa esperanza haciendo un reiterado hincapié en que estamos ante un juego de ficciones. El autor de El tiempo envejece deprisa a través de los excelentes relatos y personajes, indaga en los procesos de la memoria y en los mecanismos de transmisión, nos invita a la reflexión planteando interrogantes sobre la identidad individual y colectiva, sobre la fabulación como base de su construcción. Inteligentemente nos
coloca delante de un espejo y de los horrores de la Historia reciente. Todo ello, lo hace con una técnica impecable, muy elaborada, con historias cargadas de intertextualidad histórica, literaria, fotográfica, pictórica, musical… El resultado es una obra compacta de apariencia sencilla y polisémica, donde deambulan esos personajes, que podemos ser nosotros mismos, desorientados, atrapados en un mundo que parece ajeno, inaprensible. Nueve relatos deliciosos que recomponen una Europa en proceso de construcción en la mal llamada época de la globalización, donde es necesario e imperioso una altitud de miras, muy acorde con la ilustración de la carátula, la fotografía de Philippe Ramette, donde un hombre con zancos divisa el horizonte. Rosa Bruch. Licenciada en Literatura Hispánica. Es profesora de lengua y literatura española y correctora de estilo,
Las tumbas Sin puntos cardinales Celedonio Orjuela Duarte Biblioteca Libanense de Cultura Bogotá, 2011 350 páginas
Culpado por toda suerte de pasiones y conductas impropias, el harto conocido Divino Marqués de Sade pasó gran parte de su vida en prisiones y manicomios. Tanto la muerte como el deseo hermanaban sus fuerzas para ayudarle a denostar de un 16 Mayo 2011. No. 9.
Carlos Andrés Almeyda sistema político en el cual él mismo siempre tuvo, no obstante, una posición privilegiada, aunque aquello de la libertad fuese siempre impugnado por el Statu quo y la moral. Familiar algo distante, según algunos investigadores, de la Laura a la que cantase Petrarca, Sade no es otra cosa que un reo. No tanto por una patología, como lo quiere vender al mundo el miope sentido del morbo y el cliché de lo non sancto, sino por tratarse de un erotomano con un complejo sentido de lo político a quien se privó de ejercer su humanidad. Caso no tan cercano pero de relevancia en tanto castración de esos apetitos del cuerpo, se encuentra, sin ir más lejos, en Villon, Jean Genet o el mismísimo Oscar Wilde, apresado por darse a la poco encomiable tarea de “delinquir” en términos
de pudor y recato victoriano. Sus hilarantes episodios libidinescos junto a “hermosos mancebos” le llevan al encierro, nada más que la resultante de un programa de castigo, yugo de aquel poder acechante que, como ocurre al Yahve vengador de las escrituras –cual Gran Hermano orwelliano–, castiga el conocimiento con el exilio: todo lo externo al paraiso no es otra cosa que una cárcel. Wilde es, de esta forma, condenado a esta suerte de ‘destierro’, como lo refiere Celedonio Orjuela (El Libano, Tolima, 1956), en su libro Sin puntos cardinales, estudio alrededor de once escritores en el presidio: Oscar, que se decía hijo típico de su siglo, no contó con la violencia de la hipocresía de la sociedad inglesa que tanto criticaba, pero de la cual también se aprovechaba. Wilde con su do-
ble vida, convencional y clandestina, recurrió a la ley moral y recibió su respuesta invertida. El padre, recriminado en nombre de la moral, se convirtió en acusador del inmoral, y por medio de estratagemas sutiles, consiguió condenar a Wilde a la pena máxima de dos años de prisión a trabajos forzados. Se trata pues, de una suma de ensayos críticos alrededor de la prisión como imagen fundacional de la creación literaria en autores tan disimiles como lo fueron Cesare Pavese o George Jackson, este último emblematico lider de las Panteras Negras cuyas cartas desde la oscura celda se transcriben y analizan en este libro. Dedicado por algo más de una década al trabajo pedagógico en talleres literarios en cárceles colombianas, Orjuela descifra una serie de postulados alrededor de la censura, el castigo, el mal y la enfermedad, vistas como peste que debe ser aislada para evitar su propagación. El libro recoge,
Blogs así mismo, ensayos sobre Osip Mandelstam, Miguel Hernández, Fray Luis de León, Nazim Hikmet, César Vallejo, y Álvaro Mutis, este último llevado al encierro por otra suerte de ‘delitos’. Resulta ser un libro para sátiros, paganos que seguimos intuyendo que aquellas libertades de pensamiento son más que letra muerta, la literatura, como bien decía Sade, es el ínico universo de imposibles, la puerta hacia ese sofisma del mundo actual, la libertad. Deja Orjuela, en este libro, la sensación de impotencia y, de paso, acomete con una suma bien lograda de poemas –traducidos en su mayoría y con las versiones originales del ruso, italiano, francés e inglés– que acompañan su estu-
dio. Cabe por lo menos entender trasuntos como aquel por el cual Mandelstam –artífice del acmeismo– abdicara por supuesta locura de su condiciín antistalinista para elaborar una suerte de poema laudatorio para quien le expulsara de sus terruños, obligado así a regresar al rebaño de la logia estatal, o, como bien resalta Orjuela, al entender el curso de esa guerra civil española por la que Miguel Hernández sufiriese los vejámenes del presidio: Hernández padece en carne propia la ira de las hordas fascistas por considerarle cómplice de la muerte de su dirigente. De madrugada era sacado de su celda, para luego ser torturado con largas golpizas en los riñones.
El 7 de mayo de 1939, es encarcelado por unos días en la ciudad de Huelva para luego ser trasladado a la Penitenciaría de Sevilla. Por allí, se encuentra el lector avesado con el curso de la torpe noción de la ley, por la cual Fray Luis de León dejara su cátedra para ir a pasar un buen tiempo en el encierro para regresar como si apenas hubiese pasado un día, dicebamus hesterna die, decía. Me detendré finalmente en Nazim Hikmet, mi autor favorito, y a quien Orjuela hace un bello ensayo, Poesía conversacional”, y trae a colación varios poemas entrañables:
me asusta: /Mi siglo miserable, escandaloso, /Mi siglo valeroso, grande, heróico. /No me ha pesado nunca /Haber venido demasiado pronto al mundo. Al siglo veinte pertenezco, y me llena de orgullo. /Me basta con estar ahí donde estoy, /Entre vosotros. Y con luchar por un mundo nuevo /Dentro de cien años, amor mío /-No. Porque pronto y a pesar de todo, /Mi siglo moribundo y renaciente, /Mi siglo cuyos días finales serán bellos, /Mi terrible noche desgarrada por gritos de amanecer, /Mi siglo estallará de sol, como tus ojos, amor mío. Una buena forma de asomarse a lo universal desde la infame puesta en escena del presidio.
Dormirse ahora, /Y despertar dentro de cien años, amor mío /No. /No soy un desertor, /Mi siglo no
Carlos Andrés Almeyda es comentarista de libros.
Bloggers et all Más respeto que soy tu madre Hernán Casciari Colección Tierra firme México, 2007 695 páginas
“El 26 de septiembre de 2003 escribí la primera cosa en un blog (Weblog de una mujer gorda), que fue el primer capítulo de lo que luego sería el libro”. Hernán Casciari (Terra, 2005, párr 7) El blog fue escrito en primera persona, supuestamente por Mirta Bertotti, un ama de casa argentina de cincuenta años, casada con un marido holgazán a quién le llama, el Zacarías; tres hijos adolescentes con problemas, un suegro drogadicto, pésima si-
Annabel Manjarrés tuación económica y los problemas físicos de la edad como la menopausia y el sobre peso.
ninguna gorda. “Muchos lectores comenzaron a odiarme porque consideraban que les había traicionado, que había matado la ilusión que generaba la incertidumbre La blogonovela de no saber si Mirta es un género literario era real o no”, expliporque necesariamente ca Casciari (El País, 2006, párr. 2) Pero debe cumplir unas la sorpresa fue que al retomar la historia determinadas reglas. en primera persona de Mirta, todo volvió a la normalidad, y los lectores Poco a poco los problemas de Mirta Bertotti fueron conmo- le volvieron a dejar comentarios viendo a muchos lectores que la como si nada hubiera sucedido. visitaban religiosamente para en- La blogonovela es un género liteterarse de los problemas familia- rario porque necesariamente debe res y disfrutar del satírico humor cumplir unas determinadas reglas. Una de ellas es que el protade esta mujer argentina. Sólo hasta el capítulo 56, Diario gonista hable permanentemente de una mujer gorda, como ante- en primera persona; que sea consriormente se llamaba el blog, tuvo ciente del formato que está utilicomentarios en el sitio web. En zando (en este caso el blog); que total fueron 40 comentarios alen- se enfoquen temas de actualidad, tadores, de personas de diferentes pero en el momento preciso en lugares del mundo, de distinta que ocurren; y que nunca dentro lengua, raza y credo, felicitando y del formato se diga que es ficción. dándole ánimos a Mirta, para que Esto es lo fundamental para Cassiguiera escribiendo acerca de su ciari, el eje de todo. En ningún lado hay que decir vida. Seis meses después de puque se trata de una blognovela y blicado el blog, Hernán Casciari que el personaje tal te va a condecidió desenmascararse y decirle tar su vida, sino introducir al a todos sus lectores que él no era
espectador desde la posibilidad, por más rocambolesca que sea, de que eso que está ocurriendo es verdad (Terra, 2005, parra 2). De esta manera, Casciari, argumenta por qué la Blognovela es un nuevo género literario, y también un espectáculo en directo. Es más enriquecedor y más complicado, dice Casciari, tienes la presión de que los lectores están ahí, criticándote públicamente, tanto los inteligentes como los estúpidos, pero es un ejercicio fenomenal - y lo tiene claro: La blognovela va a funcionar como recipiente de género. (El País, 2006, párr 4) El elemento clave de la Blognovela, son los comentarios en vivo y en directo, porque le indican al escritor, que tanto éxito tiene su obra y que curso darle. Por ejemplo, cuenta el autor que en la primera temporada de ´Mujer Gorda, la protagonista tuvo que decidir si seguir con su marido o caer en la tentación de serle infiel con un amante uruguayo. Para eso, Casciari hizo una encuesta en la que participaron seis mil quinientos lectores y el resultado ganador fue la fidelidad. Hernán Casciari nació en Mercedes, Buenos Aires, en marzo de 1971. Es escritor y periodista. Ha recibido el primer premio de novela en la Bienal de Arte de Mayo 2011. No. 9. 17
Blogs Buenos Aires (1991), con la novela Subir de espaldas la vida, y el premio Juan Rulfo (París, 1998), con el relato Ropa sucia. Desde el año 2000 está radicado en Barcelona, desde donde ha escrito cuatro blognovelas, pioneras en la literatura por Internet. En febrero de 2004 comienza a escribir artículos, ensayos y piezas cortas de ficción en Orsai, su página web. Desde 2005 encarna, desde la Red, al protagonista de la serie de TV Mi querido Klikowsky, que lleva ya seis temporadas al aire en la televisión de Euskadi. Ha publicado las novelas Más respeto que soy tu madre (Plaza & Janés, 2005), recopilación de la historia virtual Los Bertotti, bitácora
elegida como la mejor del mundo por la cadena alemana Deutsche Welle; el Diario de una mujer Gorda (Editorial Sudamericana, 2006), novela que será llevada al cine a finales de 2010 y que antes fue adaptada al teatro con gran éxito por Antonio Gasalla; y los libros de relatos, España, perdiste (Plaza & Janés, 2007) y España, decí alpiste (Ed. Sudamericana, 2008). Sus cuentos e historias cortas aparecen en diversas revistas (Brando, NewsWeek, First, Sport Illustration o La Mujer De Mi Vida, El Malpensante. Es columnista semanal en los periódicos El País (España) y La Nación (Argentina), y hace parte del programa de radio “Te doy mi palabra”, de Onda Cero. Su último
libro fue lanzado en septiembre de 2009, es una historia autobiográfica llamada El Pibe que arruinaba las fotos. Diario de una mujer Gorda llegó a una editorial con el nombre de Más respeto que soy tu madre, y fue publicada en Francia, Italia, Argentina, México, España y Portugal. (Orsai, 2007) Actualmente el blog no hace parte de la plataforma blogspot. Después de su éxito varios novelistas siguieron el ejemplo. En España, por ejemplo, el escritor de blognovelas Angel Blanco, creó la página Blognovelas.es, espacio web que pretende reunir a todos los escritores vanguardistas de este género literario y crear el movimiento de la blognovelas en términos serios. A partir del año
2009, se premia a las mejores obras de este nuevo género, entre ellas Más respeto que soy tu madre, que recibió el galardón a mejor blognovela finalizada. Dentro de las otras categorías encontramos, premio al mejor diseño blog, mejor personaje de ficción, mejor recurso web, mejor drama, mejor comedia y otros más. España ha asumido a la blognovela como su propia hija (a pesar de que en sus inicios tuvo un fuerte sabor a mate argentino), por el hecho de haber nacido en Barcelona y porque es en España dónde se encuentran los blogeros más activos de la lengua hispana. Annabel Manjarrés es escritora y periodista cultural,
La invención de la soledad Jimmy Corrigan, the smartest kid on earth Chris Ware Colección Tierra firme NY, 2003, Pantheon 380 páginas
Si bien obras como Watchmen de Alan Moore, que fue catalogada por la revista Time como una de las 100 mejores novelas escritas en inglés después de 1923, o Maus de Art Spiegelman, que ganó en 1992 un premio Pullitzer, han llamado la atención de un público más amplio que aquel que es asiduo lector de cómics, este género aún es bastante ignorado por gente que ve en él sólo un producto de la cultura popular, un producto que puede ser entretenido pero que carece de un contenido profundo. A esta célebre lista se le sumó en el año 2000 el cómic (o novela gráfica, como algunos prefieren llamarlo para darle más estatus a este género) 18 Mayo 2011. No. 9.
Cristian Soler Jimmy Corrigan, the Smartest Kid on Earth de Chris Ware, el cual, como la mayoría de las obras de este género, comenzó a publicarse de manera seriada en una revista hasta que años más tarde fue compilado en un libro. Jimmy Corrigan es la historia de un hombre de más de treinta años, tímido, solitario y
cuyo único contacto con otras personas son las llamadas diarias que hace a su mamá que vive en un ancianato y las pocas palabras que logra cruzar con Peggy, una empleada de la empresa donde él trabaja y
con la cual, pese a que ella le gusta, sólo puede sostener una relación estrictamente laboral. Para escapar de su vida monótona y aburrida, Jimmy Corrigan vive una serie de aventuras perdiéndose en los laberintos de su gran imaginación, así, en algunas ocasiones él se transforma en un robot, en otras, se encuentra con un superhéroe que él admira desde su infancia, Súper-man. Su rutina se ve interrumpida, sin embargo, cuando en vísperas del día de Acción de Gracias recibe una carta de su padre, al que nunca ha conocido, informándole que desea verlo en un pueblo de Michigan llamado Waukosha. A partir de ese instante la historia nos muestra el encuentro entre padre e hijo y esas barreras infranqueables que se producen entre los dos. La historia de Jimmy Corrigan se convierte entonces en un reflejo de la condición humana, muestra el aislamiento propio del hombre y como en un juego de
espejos nos señala este mismo hecho a través de varios personajes, hasta conducirnos cien años atrás cuando, en medio de la Exposición Mundial de Chicago de 1893, el abuelo de Jimmy Corrigan también es abandonado por su padre. En la “fe de erratas” que Ware coloca una vez se acaba la historia de Jimmy Corrigan escribe lo siguiente: “Comencé a escribir esta historia en 1993 como una caricatura semanal para New City, un diario de Chicago bastante tolerante y comprensivo. Estaba planeada como un ejercicio de improvisación, que no tomaría más de un verano”. Si bien es cierto que la historia se demoró en escribir más de lo que él había calculado y que, aún cuando no lo había planeado, ésta dio el salto de las páginas de un periódico a las de un libro, ese carácter de improvisación se mantiene en todo momento y se refleja en las técnicas narrativas que emplea. Con las fantasías de Jimmy Corrigan y la historia que se mueve en todo momento entre la temporalidad del protagonista
Cómics y las de los otros personajes, se produce una ruptura de la linealidad narrativa. Sumado a esto, está también el empleo de una técnica narrativa rara vez usada en el cómic: el stream of consciousness, el cual refleja el transcurrir de la conciencia y que en Jimmy Corrigan se presenta mediante el empleo de dibujos y palabras. Así, este libro aparentemente fácil de leer, se convierte en un acto de lectura complejo. Para estudiosos del cómic como Will Eisner o Scott McCloud el artista ideal de cómic es aquel que no sólo se ocupa de escribir una historia sino que también la dibuja, esto hace que su obra adquiera un carácter más personal y un verdadero valor artístico. En un medio en el que se trabaja con los tiempos y en los que los plazos de entrega son muy cortos, es necesario contratar en la mayoría de los casos a personas que realicen estas tareas de forma separada, mientras unos se encargan de escribir la historia otros la van dibujan y otros se encargan de ponerles color y agregar las letras de los diálogos. En el caso de Jimmy Corrigan, es Chris Ware quien lleva a cabo todas estas tareas, haciendo que su libro adquiera así un verdadero carácter unitario. Sin necesidad de emplear palabras, Ware pone de presente desde un principio esa constante en su historia: la soledad. Para ello, coloca como primera imagen el dibujo de una tierra diminuta en un universo inmenso. También emplea recursos como hojas muertas o pájaros para señalar ese paso irremediable del tiempo. La manera como son dibujados los personajes de Jimmy Corrigan puede recordar la sencillez de dibujantes clásicos de caricaturas como Charles Schulz o Winsor McCay, pero hay también un cuidado especial por los trasfondos donde su-
ceden las historias. Cuando nos encontramos en 1893, presenciando al Chicago de esa época, Ware se dedica a revivir la iconografía de ese momento mediante imágenes que parecen extraídas de fotografías, pero que al mismo tiempo parecen extraídas de un sueño que nunca tuvo lugar. De igual manera, las calles de Waukosha y del
Chicago de fines del siglo XX en las que se mueve Jimmy Corrigan, retratan fielmente ese paisaje monótono de los pueblos y los suburbios norteamericanos, ese aislamiento que se hace patente en cada una de sus construcciones. Jimmy Corrigan, the Smartest Kid on Earth es también un libro consiente de sí mismo, esto se hace patente en el cui-
Para estudiosos del cómic como Eisner o McCloud, el artista ideal de cómic es aquel que no sólo se ocupa de escribir una historia sino que también la dibuja.
dado que hay en cada detalle de la carátula y en el hecho de que se incluya en la contra-portada una guía de instrucciones que “facilitan” su lectura. Mediante esa ironía que le es tan peculiar, Ware se burla de esas distinciones clásicas que se dan entre literatura y otros géneros populares como la ciencia ficción y el cómic, también realza el hecho de que una historia que se comenzó a publicar en periódicos sea presentada como un libro. Para ello, se vale de herramientas como resúmenes, láminas coleccionables y figuras para recortar, que aparentemente buscan ubicar y entretener al lector, pero que en realidad son deconstrucciones de la historia que abren nuevas ramas de lectura e interpretación. En el año 2001 Chris Ware ganó gracias a Jimmy Corrigan el premio que el periódico británico The Guardian entrega cada año al mejor nuevo talento literario, así esta obra se convirtió en la primera novela gráfica en ser galardonada con éste. Este hecho es el reconocimiento del valor literario de esta historia, hace evidente que más allá del formato en que se presente es una obra de una gran calidad narrativa, que toca fibras íntimas de la naturaleza humana y que, como todo buen cómic, también es entretenida. Por ello, Jimmy Corrigan nos invita a replantear, o incluso eliminar, esas distinciones tradicionales que se hacen en las academias; aunque se encuentra en medio del cómic y la literatura, no pertenece a ninguna de las dos, por otra parte, el término “novela gráfica”, si bien suena mejor, quizás tampoco le hace suficiente justicia. Lo mejor quizás sería llamar a este libro como lo que es: arte. Cristian Soler es escritor. Estudiante y crítico literario. Mayo 2011. No. 9. 19
Ensayo
Valéry y sus apuestas (teorías) poéticas Obstinado rigor La teoría de la acción poética de Paul Valéry Ana María Brigante Universidad Javeriana Bogotá, 2008 300 páginas
La labor misma es la cosa esencial; el resultado es secundario; el trabajo es un subproducto. Es el hecho de usar el esfuerzo literario para sacar fuera de uno mismo riquezas e ideas que podrían quedar implícitas o tocadas superficialmente, no desarrolladas. (Valéry Cahiers II 1001). El libro de la profesora Anna María Brigante (su tesis doctoral de filosofía en la Universidad Javeriana, publicado como el primer número de la colección Laureata) es un recorrido conceptual profundo y muy bien delimitado en torno a las relaciones ambiguas y productivas entre Paul Valéry y lo filosófico. Desde el principio la investigación se enmarca dentro de lo paradójico, en la medida en que el mismo Valéry se refiere con frecuencia a lo filosófico en términos de lo no-filosófico, llegando incluso a clasificarse a sí mismo como un no-filósofo, por privilegiar su “faceta” hiper-subjetiva (con un rasgo eminentemente cartesiano, del Descartes de las Meditaciones). Desde la Introducción, Brigante deja claro el sentido y el alcance de su investigación: Abordar a Valéry, por tanto, es un reto doble. Por un lado, es el intento de comprender a un au20 Mayo 2011. No. 9.
Alberto Bejarano tor polifacético y asistemático: poeta, ensayista y escritor fragmentario. Por otro, es el intento de rastrear su diálogo, muchas veces implícito, con la filosofía que tanto critica. En el ámbito de estas dificultades se ha tratado, en este trabajo, de exponer la poética de Valéry y situar su pensamiento en el interior de la discusión de la estética filosófica. (Brigante 2008 29) El libro, dividido en tres partes, aborda tres problemas cruciales en los estudios estéticos contemporáneos: la recepción y producción estéticas y la relación entre “naturaleza” y “arte”. Brigante insistirá a lo largo de su investigación en el carácter renovador de Valéry, un poeta por lo general clasificado más bien como un “anacrónico” defensor del arte del pasado. Sin embargo, Brigante deja claro que uno de los aportes más relevantes de Valéry radica en su énfasis por las cuestiones de método a la hora de abordar la construcción y apreciación de una obra de arte: Valéry quiere desentrañar el rigor, ostinato rigore, de la construcción de la obra de arte en el ámbito, no de una lógica inductiva o deductiva, sino de una lógica poética. Esta implica la urgencia de un método para alcanzar la perfección y la necesidad de la obra. (Brigante 2008 104).
Aunque para abordar estos problemas, Valéry se interesará por autores tan distantes entre sí como Pascal o Bergson, es valiéndose de Leonardo Da Vinci como personaje “filosófico” (diríamos nosotros, a la manera de Deleuze), que Valéry construye una teoría poética novedosa: resaltar los procesos de fabricación y recepción de una obra de arte. Así, como lo señala Brigante: El arte es para Valéry, antes que nada, un ejercicio. Por tanto, el poeta no debe ser declarado un formalista sin más, que pone su
atención en la estructura formal de la obra. La poética de Valéry es de la acción, de una acción que efectivamente tiende hacia la perfección formal del objeto hecho, pero que no se limita al objeto como tal, sino que le da una gran importancia a la acción que lo hace. (Brigante 2008 235). El título mismo del libro es una evocación de Leonardo Da Vinci y su “obstinado rigor”: Leonardo Da Vinci, entonces, es el personaje preciso para encarnar una poética que toma como punto de partida al hombre como sistema abierto, susceptible de transformar y ser transformado en su obrar. Una vez introducido un personaje como Da Vinci, ya no se trata del ejercicio mísitico, ateo y autorreferencial de la inteligencia de Teste, sino del ejercicio técnico de Leonardo. (Brigante 2008 135) . Son sin duda Platón, Descartes, Poe, Bergson, Degas, Mallarmé y el citado Leonardo, los nombres esenciales con los que dialoga Valéry. La relación de Valéry con
estos autores va mucho más allá de que podría esperarse. En términos de Brigante:
Poe, Mallarmé, Leonardo da Vinci y Degas son verdaderos alter ego de Valéry y forman parte de su Drama Intelectual. Por tanto, aun cuando, parece referirse a estos admirados personajes, el autor en realidad trata de su propia experiencia como creador, y a ella reconduce siempre el discurso. De alguna manera, en el discurso sobre el genio también se trata de los desarrollos de su Yo. (Brigante 2008 107). No podría ser de otra forma. Sobre todo porque Valéry se (re) piensa y se asume continuamente como poeta y desde esa “condición” proyecta sus ideas hacia
una cierta filosofía y una cierta estética, que develará progresivamente Brigante en términos de una poética valeriana. La fuerza de Valéry está entonces, nos sugiere Brigante, en el espacio de la singularidad de la producción y recepción de una obra artística. En la conciencia que se tiene de ella en esos dos momentos. Pero, nos atreveríamos a decir que implícitamente también hay una especie de estética comparada que plantea Valéry sutilmente y que Brigante nos insinúa cuando resalta por ejemplo la manera como Valéry se sitúa frente a lo “nuevo” o lo “diferente”, en especial en el caso de los versos del poeta chino Liang Tson Taï: Esta es la conclusión a la que Valéry llega al aceptar la propuesta de Lian Tson Taï (es decir, comentar la traducción del chino al francés de sus versos. NdelR). Cada obra de arte es conforme a su propia regla, regla que la hace adecuada sólo a sí misma; de modo que cada pieza de arte posee su propia ley de unidad, armonía y proporción y hay en ella una relación correcta entre las partes materiales que componen un todo. La obra de arte tiene lo que debe tener. (Brigante 2008 75) Para conseguir su propósito -explorar y problematizar los aportes y la singularidad del pensamiento de Valéry-, Brigante debe enfrentarse a la bifurcación misma del ser-Valéry y todos sus Test(e), según su personaje acaso más “representativo”, Monsieur Teste.. Así, Brigante estudia textos de diverso origen y circunstancia en Valéry: de los poemas variables, a los ensayos (sobre Leonardo, Poe o Mallarmé), de la Conferencia en 1937 del II Congreso de estudios estéticos a la Charla en el Colegio de medicina, pasando por los cursos en el Collège de France. Brigante, por otra parte, se interna en las redes ambiguas y bien tejidas de Valéry. Uno de los
Ensayo aspectos más relevantes del libro se sitúa justamente en los intersticios y en los nudos centrales de la obra de Valéry. En el fondo, la autora se dedica a repensar una y otra vez las condiciones de posibilidades de los planteamientos estéticos de Valéry y confronta al poeta de El cementerio marino con las fuentes de sus ideas y con las diversas repercusiones de las mismas, en campos en apariencia alejados de la filosofía como la danza y la música (ver en especial el caso de Nadia Boulanger y de Stravinsky). Para ello, Brigante se vale de un cuidadoso estado del arte que incluye a contemporáneos de Valéry y a comentadores del poeta, pertenecientes a corrientes filosóficas diversas (Merleau Ponty, Derrida, Agamben, Bouveresse, etc.) Ahora bien, en medio de esas múltiples lecturas filosóficas, Brigante se instala prolíficamente en un diálogo detallado con las fuentes y las versiones valerianas, permitiéndole al lector redescubrir
a Valéry y proyectarlo en la contemporaneidad como un precursor de una reconfiguración de lo estético en nuestros tiempos. De esta manera concluye la autora: La poética de Valéry es una teoría de la acción, de una acción en la que el autor se ejercita y se ensaya en la lucha contra el caos, ya no como Montaigne en el espacio conceptual de la filosofía, sino en el espacio artístico de la forma. El arte es , por tanto, una apuesta del poeta en el ámbito de un escepticismo que no admite la inacción (Brigante 2008 266). Le queda al lector la ardua tarea de recorrer el libro por su cuenta y de acercarse paulatinamente a Valéry y todas sus “mélanges” con el fin de construir a su vez, otra “versión” posible de Valéry, o para decirlo en los términos del poeta de La Joven Parca, debe el lector
fabricar “su Valéry”. En esa lectura, podrán profundizarse muchas ideas apenas esbozadas someramente en esta reseña y explorar otros temas que no alcanzamos a citar aquí como la relación entre arte y mística o entre cuerpo y creación artística en Valéry o entre sueño y vigilia, para sólo citar tres ejemplos. El riguroso libro de Brigante abre nuevas posibilidades de análisis no sólo para los estudios valerianos sino, insistimos, para la veta no-finita de estética comparada. Pensamos por ejemplo en la influencia más bien solapada de Valéry en Borges. Queremos terminar este texto evocando un artículo necrológico de Valéry escrito por Borges en 1945 en el que se vislumbran ciertos horizontes abiertos por la autora: Valéry ilustremente personifica los laberintos del espíritu... Paul Valéry nos deja al morir,
el símbolo de un hombre infinitamente sensible a todo hecho y para el cual todo hecho es un estímulo que puede suscitar una infinita serie de pensamientos... de un hombre cuyos admirables textos no agotan, ni siquiera definen, sus omnímodas posibilidades. (Borges 2007 79) Sólo nos queda esperar nuevas contribuciones de Brigante a la estética contemporánea en sus diversas variables y campos de acción. Quizá una ruta abierta por el director de cine iraní Abbas Kiarostami no le sea del todo indiferente a la autora (nos referimos en particular a su última película, premiada en el festival de Cannes 2010: “Copie conforme” donde se exploran varios temas centrales para la autora) y podamos seguir apreciando sus “obstinados rigores” filosóficos.
Alberto Bejarano es escritor. Doctorante en Filosofía, Universidad París 8. kinephilo@gmail.com
El demonio de Sagan El mundo y sus demonios Carl Sagan Planeta editorial Bogotá, 1997 300 páginas
Hace unos cuantos siglos un hombre llamado Galileo sorprendió a la comunidad de su época con su teoría sobre el sistema del universo, planteando contra toda evidencia (y sin
Alberto Rahal Garios ninguna prueba física), que la magnífica visión del sol saliendo por el oriente y ocultándose por el occidente no era más que una ilusión y que en realidad era la tierra la que giraba alrededor de sí misma produciendo en nuestros sentidos esa falsa percepción. Hoy esta es una noción común, pero no es de extrañar que los académicos de la universidad de Padua, además de las razones políticas y religiosas que tuvieran, se hubieran negado a aceptar de entrada ésta teoría apelando al sano principio que aconseja al hombre no contradecir su percepción natural. Escasamente un siglo más tarde un tal sir Isaac Newton conmovió a la comunidad científica de Cambridge con la no poco extraña teoría de que existía una fuerza misteriosa, de naturaleza completamente desconocida (aún lo es) y que no necesitaba nin-
gún medio de sustentación para propagarse, pudiendo hacerlo en el vacío. Aseguraba Newton que ésta fuerza ligaba a todos los cuerpos del universo y por lo tanto entre la pluma que reposaba sobre su escritorio y el tintero que se encontraba un poco más atrás se establecía una atracción irresistible. Y todo esto basado en una pobre evidencia circunstancial (la caída de una manzana, dicen) y de nuevo sin ninguna prueba física. Hoy los dos integran la galería de grandes hombres de la historia de la ciencia, pero en su tiempo Galileo fue llevado a juicio mientras que sir Isaac Newton recibió los máximos honores que una sociedad pueda tributar a un insigne miembro. ¿Qué había sucedido en ese corto período de tiempo entre estos dos acontecimientos científicos, que hiciera cambiar tan radicalmente a los hombres
su percepción del mundo y les hiciera llegar hasta el extremo de negar su propio sentido común en beneficio de la ciencia? El método científico Existe el consenso más o menos generalizado de que el iniciador del método científico fue Galileo. O por lo menos el que sentó las bases para su desarrollo. En realidad Galileo aplicó sistemáticamente el método inductivo de Bacon. Su aporte consistió principalmente en la sistematización de las observaciones, la elaboración de hipótesis explicativas y la generalización que le permite llegar a relaciones universales a partir de los hechos observados. La fase experimental preconizada por Bacon fue sabiamente aplicada por Galileo en su “mecánica” inaugurando así un nuevo estilo en la práctica de la investigación científica. Durante los casi cien años transcurridos entre la exposición del Mayo 2011. No. 9. 21
Ensayo sistema heliocéntrico del universo y la ley de gravitación universal, ésta nueva concepción del trabajo científico, basada en la experimentación, logró cambiar la visión que los hombres tenían de su entorno, restándole importancia a su percepción sensorial y enfatizando los resultados obtenidos con el nuevo método. Con esta poderosa herramienta esbozada por Galileo y Descartes, utilizada magistralmente por Newton y consagrada por la escuela positivista, la ciencia avanzó incontenible a través del siglo XIX añadiendo luces al siglo. A partir de entonces todo lo que no fuera producto de éste sistema de elaboración de conocimientos fue considerado como no-científico o como pseudocientífico para emplear el término, de matiz peyorativo, tan en boga actualmente. Durante mucho tiempo el hombre se apoyó en su percepción sensorial para conocer y manejar el mundo que lo rodea. La información proporcionada por los sentidos acerca de los sucesos que acaecen en el mundo era considerada completamente fiable. Aforismos populares como “ver para creer” o máximas filosóficas como “nada hay en nuestro entendimiento que no haya pasado por nuestros sentidos” dan fe del enorme valor acordado por los hombres a la información que procesan sus órganos sensoriales. En estas condiciones no es de extrañar la enorme labor de convencimiento que debió desarrollar Galileo para persuadir a la gente de su época de la veracidad del postulado copernicano acerca del movimiento de la tierra, teniendo en cuenta que la percepción sensorial natural parecía indicar todo lo contrario. La predicción: objetivo común Generalmente las preguntas que se hacen a las pseudociencias son preguntas simples cuya respuesta puede ser un Si ó un No. (¿Ganaré la lotería? ¿Recuperaré mi empleo?) Esta característica binaria de la respuesta hace que probabilísticamente el adivino acierte en la mitad de los casos, sin que ello implique la efectividad de su método. Desafortunadamente en el imaginario de la gente solo persis22 Mayo 2011. No. 9.
ten los eventos en los que el adivino acertó. Nadie quiere recordar los fracasos y ello hace que se le dé carta de veracidad a los métodos empleados por las ciencias adivinatorias.
Fronteras de la razón En uno de sus más importantes libros El Mundo y sus demonios, Carl Sagan aborda este problema de manera directa. Esta aparente contradicción entre lo que per-
Es necesario pues, para la tranquilidad del espíritu, rechazar lo probadamente falso y atenernos a un sano principio: lo que no se puede probar no se debe creer Quisiera recordar aquí el agudo y hermoso pasaje de Montaigne citado por Darío Jaramillo Agudelo en la introducción de su libro La muerte de Alec: Hay quienes estudian y glosan astrológicos almanaques y atribuyen autoridad a las cosas en ellos contenidas. Cierto es que contendrán verdad y mentiras porque qui est enim qui, totum dies jaculans, non aliquando collinet? (tirando todo el día, ¿no se acertará alguna vez?, Cicerón, De div., II,59). Pero no los estimo más por verlos acertar en ocasiones. Más certeza habría si existiese regla y verdad en mentir siempre, ya que nadie lleva cuentas de sus yerros, que son ordinarios e infinitos y, en cambio, hace valer sus adivinaciones raras, prodigiosas e increíbles. Para ilustrar su afirmación Montaigne relata a continuación la historia de Diágoras, apodado el Ateo, cuando de visita en un templo en Samotracia se hallaba contemplando los exvotos, frases de agradecimiento e imágenes pintadas en los muros por aquellos que pudieron llegar a salvo escapando del naufragio. Al ser interpelado por uno de los sacerdotes con la siguiente frase: Tú piensas que los dioses no se ocupan de las cosas de los hombres. ¿Qué dices de tantos hombres salvados por la gracia divina? Responde Diágoras: No están pintados aquí los que se ahogaron. Y son en número mucho mayor...
ciben nuestros sentidos y lo que realmente sucede en la realidad es la que define la diferencia entre lo que llamamos ciencia y lo que se ha dado en calificar como pseudociencia: La pseudociencia colma necesidades emocionales poderosas que la ciencia suele dejar insatisfechas. Proporciona fantasías sobre poderes personales que nos faltan y anhelamos (...). En algunas de sus manifestaciones ofrece una satisfacción del hambre espiritual, la curación de las enfermedades, la promesa de que la muerte no es el fin. Nos confirma nuestra centralidad e importancia cósmica. Asegura que estamos conectados, vinculados al universo1. Pero acaso -podríamos decir al leer desprevenidamente éste párrafono está hablando de la historia, la medicina y la astrofísica? ¿No nos proporciona acaso la historia un sentido de la vida y un camino para recorrer? ¿No es acaso ella en sí misma y ante todo una historia de la evolución del espíritu humano? ¿No nos da la medicina una esperanza de curación y aleja cada vez más a la muerte de nuestro destino inmediato? Y, como el mismo Sagan lo reconoce en una nota al pié del mismo párrafo, no es difícil ver una conexión cósmica más profunda que los asombrosos descubrimientos de la astrofísica nuclear moderna. Y si caracterizáramos a la ciencia por la clase de fenómenos que estudia y las fuerzas que en ellos intervienen, ¿podríamos tal vez
agrupar dentro de lo no-científico todas aquellas teorías que para explicar el desarrollo de los fenómenos apelan a fuerzas que no emanan de la misma naturaleza? Excluiríamos de esta suerte toda explicación que aluda a fuerzas sobrenaturales o que trasciendan el mundo físico incluidas las explicaciones teológicas o religiosas. Pero de nuevo aquí nuestra certeza sería precaria y nuestro juicio se vería nublado por la duda: ¿Es acaso natural la gravedad? ¿Cuál es su soporte físico? ¿Son sobrenaturales las ondas del pensamiento o las ondas cerebrales que según los defensores de teorías como la telepatía, emanan del cerebro? ¿Cuál es la naturaleza del éter, que durante tanto tiempo sirvió para dar sustento a la teoría ondulatoria de la luz? ¿Qué clase de fuerzas mueven la historia y el desarrollo de las sociedades? Nos encontramos al parecer en una encrucijada. La frontera que estamos tratando de establecer entre lo que es ciencia y lo que no lo es, se torna cada vez más difusa. ¿Cuál será entonces la idea aclaradora que nos proporcione aunque sea una tenue luz en este sombrío panorama? La Babel de la ciencia La diferencia entre lo que es ciencia y lo que es pseudociencia puede ser muy sutil. ¿Nos proporciona en realidad el método científico un criterio para juzgar entre las dos? No pensamos aquí en el científico cuyo juicio entrenado en los procedimientos del método puede discernir sin dificultad entre éstas dos cuestiones. Pensamos en el hombre común. Hombres y mujeres con intereses corrientes cuya vulnerabilidad frente a los medios de comunicación los hacen presa fácil de toda clase de imposturas. Tomé un gas inerte que había en el aire, lo convertí en líquido, agregué ciertas impurezas a un rubí, le adherí un imán y pude detectar el fuego de la creación. Comparemos la proposición anterior con ésta otra: Disolví el mercurio en ácido nítrico (HNO3) y ácido sulfídrico (H2S) obtenido por la calcinación del azufre y obtuve
Ensayo un precipitado negro mezcla de sulfuro mercúrico y mercurio metálico. Añadí de nuevo ácido nítrico y se transformó en un complejo blanco insoluble de fórmula Hg3S2(NO3)2 Cuál de las dos es una proposición científica? La primera es una definición en lenguaje coloquial de lo que podría ser un máser de baja frecuencia como los utilizados actualmente para detectar la radiación de fondo del universo, y es usada por Carl Sagan en su conocida novela Contacto. El fuego de la creación hace referencia al ruido remanente de la gran explosión que dio origen al universo. La segunda es nuestra descripción, en lenguaje formal, de una de las proposiciones fundamentales de la alquimia: la creación del opus nigrum y su posterior conversión en la obra blanca. No se había dado aún nombre a los compuestos, pero eso no obstaculizaba para nada el resultado perseguido, que no era, como pudiera pensarse, el precipitado blanco, sino la unión del cuerpo con el espíritu. La sublimación de las potencias superiores del ser. Es verdad que aquí hemos apelado a un recurso engañoso como es el de codificar cada proposición en un lenguaje que no le corresponde. No habría confusión si le negáramos a Sagan la licencia poética y si conserváramos la fórmula alquímica en el lenguaje críptico en que fue formulada originalmente para proteger el conocimiento, de los no iniciados en el arte2. La prueba: fuente de certeza -En mi garaje habita un dragón que escupe fuego – le aseguro yo. -Enséñemelo – me dice usted. Yo le llevo a mi garaje. Usted mira y ve una escalera, latas de pintura vacías y un triciclo viejo, pero el dragón no está. -Olvidé decirle que es un dragón invisible –le digo yo. Usted me propone que cubra de harina el suelo del garaje para que queden marcadas las huellas del dragón. -Buena idea, pero éste dragón flota en el aire. Entonces me sugiere usar un sensor infrarojo para detectar el fuego invisible.
-El fuego invisible tampoco proporciona calor. -Se puede rociar con aerosol al dragón para hacerlo visible – insiste usted -Se podría, sólo que es un dragón incorpóreo y la pintura no se le pegaría... En El mundo y sus demonios, Carl Sagan tipifica la actitud de los pseudocientíficos con la anterior anécdota que hemos abreviado en aras de la claridad (p.191). El mensaje de Sagan es simple: es necesario exigir del investigador no solamente una explicación viable sino la prueba fehaciente de que la explicación es correcta. Hay que tratar de comprobar cualquier afirmación pretendidamente científica, tratar de probarla, y rechazar de plano todas aquellas declaraciones que no puedan ser demostradas. Es necesario pues, para la tranquilidad del espíritu, rechazar aquello probadamente falso. Pero es necesario también atenernos al sano principio que nos indica la prudencia: lo que no se puede probar no se debe creer. Por medio de la prueba la ciencia avanza. Habiendo comprobado algunos presupuestos puede dedicarse al estudio de nuevos problemas. La pseudociencia por lo contrario, o la falsa ciencia al no utilizar la prueba permanece siempre estancada en el mismo problema. La astrología es la misma desde los tiempos antiguos y ni siquiera ha tomado en cuenta el movimiento de precesión de los equinoccios que ha retrasado la posición del sol en un signo zodiacal completo. Aquello cambió y sin embargo la astrología se mantiene igual. La acupuntura como la homeopatía son ciencias tradicionales de mucha antigüedad que han permanecido con los mismos postulados a través del tiempo. Parece que no hubiera posibilidades de avance por la sencilla razón de que no se establecen principios para probarlas y continuar. Por el contrario, el hecho de haber demostrado en la práctica la operatividad de la mecánica newtoniana es lo que permite avanzar hacia la mecánica relativista. La química con el estudio
de la estructura del átomo va dejando atrás modelos cada vez más complejos que habiendo sido sometidos al rigor de la prueba han cumplido su función y han dejado descritos los límites dentro de los cuales funcionan abriendo de ésta manera el camino hacia nuevas teorías, nuevos modelos de explicación. Una conclusión peregrina Es real, sin mentira, cierto y muy verdadero. Lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo, para hacer los milagros de una sola cosa. Y así como todas las cosas han salido de una cosa por el pensamiento de uno, así mismo todas las cosas han nacido de esta cosa por adaptación2. ¿Será acaso este extraño preámbulo de la Tabla de Esmeralda un reflejo fiel de la situación que estamos viviendo con respecto a la ciencia? ¿Cómo podemos hablar de pensamiento pseudocientífico, cuando toda pregunta es lícita, toda hipótesis puede ser validada? A lo sumo podríamos hablar de un pensamiento precientífico y definido éste como el conocimiento adquirido sin la utilización de lo que conocemos como el método científico. ¿Que hubiera pensado me pregunto yo, un científico como Carl Sagan, reconocido por su alto grado de escepticismo, si hubiese vivido en el siglo XVIII y un buen día se hubiese presentado en su despacho de la universidad sir Isaac Newton con su extraña teoría de la misteriosa fuerza invisible que se propaga en el vacío y que liga todos los cuerpos del universo incluyendo la pluma y el tintero que reposan sobre su escritorio? Y al preguntar por qué no es posible percibir ésta misteriosa fuerza de atracción entre los objetos de nuestra habitación y ser informado de que la fuerza era demasiado débil para manifestarse así, ¿no hubiera sentido vagamente el científico sobre su cuello el cálido aliento del Dragón? Tal vez se trate simplemente de diferenciar entre lo que es una creencia y lo que es un conocimiento. Y qué debemos hacer con las creencias? Tendremos que convivir con ellas hasta que demuestren ser útiles en
la producción de conocimiento o de lo contrario desecharlas. No hay que creer en demonios ni apariciones. No hay que creer en nada que no pueda probarse. Pero la historia de la ciencia está verdaderamente plagada de ejemplos de teorías científicas en los que la lógica humana ha sido forzada más allá de una duda razonable y sin embargo han salido indemnes de la prueba científica. Y también se encuentran múltiples ejemplos del caso contrario, en que teorías que a todas luces presentan una coherencia y una verosimilitud a toda prueba no hayan pasado el examen. No hay que perder de vista que lo extrañamente insólito en la historia de Galileo y Newton es que la conjetura de Galileo, quien estuvo a punto de pagar con su vida por ella, ha sido incuestionablemente probada, mientras que la teoría de Newton, que en su tiempo fue aceptada sin restricciones y que no dejó de constituir un avance importante en el desarrollo de la mecánica de cuerpos celestes, ha sido sin embargo revaluada por los modernos postulados relativistas. El verdadero reto del científico moderno, es pues, ante todo, tratar de no repetir de nuestros días la terrible cacería de brujas que en épocas anteriores desató la intolerancia y el prejuicio, contra los espíritus curiosos o investigadores que se atrevieron a formular una explicación. La fórmula alquímica según Artefio (s. XII) es: “Las naturalezas se transmutan recíprocamente, pues el cuerpo se integra en el espíritu y éste convierte al cuerpo en un espíritu colorado y blanco... lo cuece en nuestra agua blanca hasta que se disuelve y ennegrece. Una larga cocción le hace perder luego su negrura y, finalmente, el cuerpo disuelto se eleva con el alma blanca, se mezcla con ella, y ambos quedan tan estrechamente abrazados, que nunca más pueden separarse...” 2 La Tabla de Esmeralda de Hermes Trismegisto, en Siete Textos de Alquimia, Editorial Kier, Buenos Aires. 1
Alberto Rahal Gairos es escritor. Académico y crítico literario. Mayo 2011. No. 9. 23