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sociedad | el eslabón

página 16 | viernes 8 de diciembre de 2017

EL PERIODISMO COMO HERRAMIENTA EDUCATIVA E INTEGRADORA JAVIER GARCÍA ALFARO

La pibada quiere saber de qué se trata la era digital Jóvenes de distintos barrios de la ciudad se capacitan en tecnologías comunicacionales a través de integrantes de la cooperativa La Masa, en el marco de programas sociales de la provincia. Un pantallazo sobre una experiencia enriquecedora que da batalla a la exclusión social, también desde las redes. Por Ernesto Ávila

J

ÓVENES Y ADOLESCENTES QUE POR distintas causas perdieron la oportunidad de continuar en la educación formal, se animan a despojarse de la frustración y avanzan hacia el conocimiento de las herramientas de comunicación. Las capacitaciones en Producción Audiovisual, Radio, Redacción y Comunicación Digital a cargo de integrantes de la Cooperativa La Masa, productora de este periódico, se realizan a través de programas sociales de la provincia, en el barrio Las Flores, en la zona oeste en el Club Fisherton Juniors, en la vecinal Rodolfo Rivarola del barrio Godoy y en el barrio 7 de Septiembre. Una práctica por fuera de lo convencional que intenta apropiarse de los alcances de las nuevas tecnologías y desarrollar su potencial social. Son jóvenes llenos de vida, curiosidad y alegría que por diversas complicaciones se

alejaron de las escuelas. Son de barrios periféricos de Rosario donde la vida es difícil. Muchas de las chicas participantes, desde los 15 años, son madres solteras que tuvieron que dar un giro a su vida para dedicarse casi exclusivamente a atender las necesidades de los pequeños. En otros casos, se trata de jóvenes que abandonaron la escuela por algún problema particular, por algún mal paso o simplemente porque no encajaron. Pero en las capacitaciones todos se animan a despojarse de cierta frustración y se introducen en el manejo de nuevas herramientas que en principio suenan extrañas. Porque palabras como “redacción”, “radio”, “audiovisuales” o “comunicación digital”, parecen venir de universos distantes para los chicos. Sin embargo, pronto descubren que se relacionan en casi todos los casos, nada más ni nada menos, con lo que tienen a mano la mayor parte del día: sus teléfonos móviles.

Las cursos son promovidos por los ministerios de Trabajo y de Desarrollo Social de la provincia de Santa Fe, en el marco del programa Nueva Oportunidad. Para los capacitadores, integrantes de la cooperativa de comunicación La Masa –que en esta páginas cuentan detalles y particularidades de su tarea–, se trata de un desafío relacionado al mundo digital pero también a la realidad social de los sectores más vulnerables. Como paneo general, lo que se ve allí, en las barriadas, es que, como sucede en los centros urbanizados, todavía conviven las formas de comunicación tradicionales con las digitales, aunque la preponderancia del manejo de los teléfonos y las redes sociales son el eje donde fluyen las necesidades de los jóvenes. Estas demandas, mediatizadas por las tecnologías y el consumo, siguen siendo las de la integración social. Lo cuentan nuestros compañeros de La Ma-

sa: mientras avanzan en las capacitaciones enseñan y aprenden a la vez. Encuentran esperanzas y frustraciones a flor de piel entre los jóvenes, descubren que a pesar de toda dificultad triunfan las ganas de levantarse, de sentirse parte. Con la contracara de los recursos mínimos para la subsistencia, la falta de trabajo o los problemas habitacionales, las ya no tan nuevas tecnologías también son parte de lo cotidiano. Es el marco del universo virtual, que es contradictorio, ya que acerca y aleja, incluye y excluye. Así, el reconocimiento, el juego, el aprendizaje y la facilidad con la que los jóvenes se zambullen a la tecnología, abren las posibilidades de encontrar palabras y voces propias. Con imágenes, audios, música y mensajes; con blogs, selfies y videos, con el canal en Youtube o la radio en streaming, también en las redes sociales y desde los barrios, se puede dar batalla a la exclusión. Y esa es la tarea, en la que todos aprendemos. MANUEL COSTA

Respuestas Por Jerónimo Principiano En la capacitación de redacción, que ofrezco como integrante de la cooperativa La Masa en el Centro de Convivencia Barrial Las Flores (CCB), normalmente el desafío es encontrar la materia prima, que no es otra cosa que algo que contar. “Se trata de contar lo que quieran o puedan, los que les pasó o lo que imaginaron, lo que pasó ayer o algo que se acuerden”, les insistía a modo de consigna. Pero las pibas y pibes, con palabras cortas y respetuosas, declinaban esa propuesta. Las rondas de mate dulce con galletitas de vainillas fueron lo más efectivo para que poco a poco empezaran a surgir algunas historias como respuesta. Esas historias, pequeñas, animaron a participar, a tratar de sumarse en alguna

actividad y a recordar aquellas vivencias de cuando eran más chicos. Fue animarse a escribir ese renglón que, con mucho esfuerzo, vence a la vergüenza de exponerse. El que antes miraba hacía abajo, como buscando algún vestigio de su pisada en el mosaico, ahora mira a la cara de sus compañeros y de vez en cuando se ríe o festeja un chiste. El tiempo lima de a poco las desconfianzas y la timidez. A medida que conoce la situación del barrio, las vicisitudes que viven los jóvenes, uno no puede evitar despedirlos con recomendaciones, sobre todo los días en que hay mega operativos de Gendarmería o alguna otra fuerza de seguridad. El “cuidate”, me salió sin darme cuenta, como si él no supiera que lo tiene que hacer. Ahí me di cuenta que, a veces, también al profe de redacción le faltan las palabras.


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