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............... No es del caso puntualizar las razones de su propio éxito, cuando fuera nominado a disputar la presidencia. Pero sí de señalar la que según Patricio Aylwin habría sido la causa de su nominación y su victoria electoral: haber sido el principal promotor y gestor de esa unidad. “Fui elegido presidente”, recalcó con énfasis, como para que no lo olvidáramos, “porque hice de la Unidad mi principal motivo de vida”. En los prolegómenos de nuestro Referéndum Revocatorio del 15 de agosto de 2004 e interesados por conocer en detalles la experiencia de la transición chilena habíamos recibido suficiente información de los motivos del éxito de la oposición de parte del entonces encargado internacional de la DC chilena, Tomás Jocelyn-Holt y de uno de sus máximos líderes, Gutenberg Martínez. Ricardo Lagos había dado otros elementos de juicios. Todos ellos coincidían en destacar la rigurosa disciplina, el alto grado organizativo y el sentido de la conciencia histórica con que el centro -incluido sectores de derecha- y la izquierda chilenas habían enfrentado el compromiso de salir de la dictadura y emprender el reinicio de la Nación por su senda democrática. Un compromiso del que sólo se marginaron el Partido Comunista y los sectores de la ultraizquierda chilena, que sólo creían posible derrotar a la dictadura sobre el terreno del enfrentamiento armado y la conmoción social, contando para ello con el pleno respaldo en armas, en dinero y en know how de Fidel Castro. No se dejó un solo detalle al azar. El control del proceso comicial fue absoluto y total, a pesar de no contarse para entonces con medios de comunicación tan rápidos y expeditos como la telefonía celular. Pero sin ninguna duda asegurados los sectores democráticos de la buena fe, la decencia y la transparencia de que haría gala el ente comicial del régimen. La opoNº 1897 - 11-04-13

Patricio Aylwin, nonagenario, recuerda la difícil tarea de vencer a la dictadura en unas elecciones donde todo estaba en su contra y lograr que “todos los intereses confluyeran en un propósito esencial: dar fin a la dictadura por la vía electoral”.

sición había decidido manejar las cifras de los resultados electorales de manera expedita, exacta, directa e instantánea y darlos a conocer de inmediato a todos los sectores sociales, económicos y políticos del país. Incluidos, por supuesto y en primerísimo lugar, el generalato de las FFAA y sobre todo los propios miembros de la Junta Militar de gobierno. De los que se suponía, y la historia demostraría que con absoluta razón, cierta autonomía de criterios respecto de la conveniencia de la continuidad de las fuerzas armadas en el mando político del país. Ello no hubiera sido posible si la dictadura hubiera contado con un control telemático instantáneo del curso del proceso electoral, como sí sucede en nuestro país. Y allí radica una de las claves que hicieron posible una victoria

que correspondía a las necesidades históricas de un país esencial, radicalmente distinto al nuestro. Pinochet, en 1988, estaba derrotado de antemano, pues las razones que habían empujado al abismo del gobierno de Salvador Allende hacia tres lustros planteando la necesidad de una dictadura militar ya habían sido superadas: la grave crisis existencial que provocara la llegada al Poder de la alianza revolucionaria una crisis política, social y económica catalogada por Mario Góngora, el mayor historiador chileno del siglo XX, como la más grave crisis de la sociedad chilena desde su Independencia- había sido resuelta estructural, sistémicamente por la propia dictadura. De la cual su jefe y cabecilla, el cruento general Augusto Pinochet, había terminado por convertirse en un estorbo para el 47


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