Taggert 09

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9 Mientras los hombres paseaban a Maddie llevándola sobre sus hombros, ella se agarraba desesperadamente para no caer, podía oler el hedor a whisky y de sus cuerpos sucios y sin lavar. Esto no se asemejaba en nada a lo ocurrido cuando los estudiantes rusos habían arrastrado su carruaje, pues estos hombres estaban tan ebrios que podrían dejarla caer y pisotearla de modo puramente accidental. Estaban tan borrachos que si por alguna casualidad la dejaban caer, probablemente tardarían mas de una hora en darse cuenta. también la inquietaba la idea de que algunos de ellos pudieran tomar por verídica su representación y creer que ella era Carmen. Fue un verdadero alivio para ella ver que el capitán Montgomery se iba abriendo paso trabajosamente entre esa multitud de hombres enardecidos. Les llevaba por lo menos una cabeza de altura a los demás y era un hombre con una misión por cumplir, que quizás estaba usando mas fuerza de la necesaria. Al hundir los dedos en la mata de pelo de uno de los hombres que la sostenían y tratar de mantenerse allí arriba lo mejor posible, se dio cuenta de que no se habría inmutado si el capitán Montgomery hubiese utilizado un cañón para abrirse paso hasta ella. Cuando le tuvo lo bastante cerca, pudo ver que estaba muy enojado, pero en el instante en que alzando sus brazos se los tendió, Maddie no vacilo. soltó inmediatamente el mechón de pelo del hombre que la sostenía y se arrojo a los brazos del capitán Montgomery. Escondió la cara en la chaqueta de lana y se apretó lo mas posible contra su cuerpo. podía oir los latidos de su corazón por encima del griterío enardecido de los mineros, oyó también otros gritos y sin siquiera mirar, supo que Toby, Frank y Sam estaban allí. El capitán Montgomery la llevo de regreso a la tienda que Sam había trasladado a un bosquecillo cercano durante la actuación, lejos de los campamentos mineros. La dejo caer sobre el catre sin muchos miramientos, le volvió la espalda y sirvió un poco de whisky en una copa. — Bebe — le dijo tendiéndole la copa. "No puede estar demasiado enfadado si me ofrece de beber", pensó tranquilizada. Bebió un sorbito y antes de que pudiera continuar, el le arranco la copa de las manos y bebió todo el whisky que quedaba de un solo trago. — No te mereces ni un trago, pero sigo desconfiando de la bebida que guardas aquí — afirmo el frunciendo el entrecejo— . Vaya que era toda una representación la que pusiste en escena esta noche. ¿Quien te enseño eso? ¿Madame Branchini? — Lo hice basándome puramente en mi instinto. — Le sonrió. — ¿te agrado? — Me alegro de que los hombres no pudieran entender la letra de las canciones. Amor gitano, ya lo creo! — Le dio la espalda y volvió a llenarse la copa. Se recostó en el catre sobre los codos. La blusa seguía abierta casi hasta la cintura dejando ver el corsé de Edith y ella acababa de darse cuenta de que con los brazos hacia atrás tal como estaba, los pechos se redondeaban y se volvían mas turgentes. Nunca había hecho algo semejante. Creo que lo hice bastante bien ¿no te parece? Se dio la vuelta violentamente para mirarla y derramo unas gotas de whisky en el suelo al hacerlo. — Si continuas jugando con fuego, vas a quemarte. — ¿Ah, si? ¿Y quien le echara leña a mi fuego? — No seré yo, si eso es lo que estas insinuando. Esto le hizo perder el entusiasmo. Se incorporo bruscamente. — Debí haber sabido que no te arrancaría ni un solo cumplido. — ¿Es lo que deseas? Cantaste como los dioses. En toda mi vida he oído algo así. Todas y cada una de las notas eran como piedras preciosas caídas del cielo. La sinceridad que oyó en su voz la hizo parpadear varias veces. — Pero, ¿que me dices de mi actuación? — ¿actuación? — Bufo furioso. — No estabas actuando eras Carmen. — La miro de arriba abajo. — Pero ya puedes acabar con eso.

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