Tgm110

Page 33

a las condiciones favorables del campo–. A partir de ese comentario, los golfistas comenzaron a confundir la dificultad de un campo con su calidad. Incluso, Kostis comparte que las listas de popularidad que hoy en día se conocen como “Los mejores campos”, en ese entonces se promocionaban bajo el título de “Los campos más difíciles”. La percepción se tornó a que un campo de golf no podía ser bueno si no era difícil. Y, de repente, ya no fue suficiente disfrutar una ronda de golf en un campo bueno. Otro factor importante que comenzó en Estados Unidos, durante la década de los 60, fue la llegada de las comunidades maestras, en las que mezclan campos de golf con complejos para vivienda. Durante este movimiento –y en la mayoría de los casos– el objetivo principal no era realmente diseñar o construir una buena cancha de golf, sino vender más lotes y casas. Así que se les hizo fácil a los desarrolladores y vendedores proponer que se alargara el campo. Comenzaron a hacerlo no sólo dentro de la estrategia de Tee a Green, sino de Green al siguiente Tee. Con esto, consiguieron incorporar más viviendas premium frente al golf y dieron paso irreversible al uso obligatorio de carritos ya que los campos comenzaron a ser incaminables. Olvidaron que el golf es un deporte y debe ser diseñado para caminarlo. A partir de ahí, el golf dejó de verse como un deporte y se percibió más como estatus. Durante los 40 y 50, tanto México como en Estados Unidos, un campo de golf se construía dentro de 40 hectáreas. Por ejemplo, los campos campestres que aún tenemos en cada ciudad. Regularmente se construían en menos de seis meses y costaban menos de U$S 2,000,000. Hoy en día, un campo exige por lo menos 65 hectáreas, tarda 18 meses en promedio para construirse y su costo no baja de U$S10,000,000. Además de que si no mide más de 7,000 yardas la gente no lo ve como “de campeonato”. Eso gracias a los diseñadores célebres de la década de los 80 y 90. Precisamente en esa época, la filosofía de “entre más difícil, es un mejor campo” estaba en pleno apogeo. Pete Dye, renombrado diseñador mundial de campos de golf, terminó de darle el último empujón al fenómeno de la magestuosidad cuando diseñó el PGA West. Un proyecto en el que le comisionaron específicamente diseñar el campo de golf más difícil posible, debido a que los desarrolladores querían “hacer ruido”. Peter concluye –y coincido con él– que culpar a la nueva tecnología en equipo y bastones, de que los campos sean más largos actualmente, es una falta de perspectiva histórica por nuestra parte. Afortunadamente, el respeto por la naturaleza en los últimos cuatro años está forzando retomar el diseño con consciencia que ofrezca campos de golf caminables, más económicos, más cortos y más divertidos.

El Arq. José Agustín Pizá, MSc., es Associate Member del European Institute of Golf Course Architects.

Septiembre 2013

TGM

33


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.