Bogotá fílmica

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CINE Y PATRIMONIO_

(FEDERICI LORUSSO EN Bluff, 2007. !no te muevas!)

puramente audiovisual, ha sido explotada con éxito por dos figuras fundamentales: Gustavo Nieto Roa en los años 70 y algunas producciones navideñas de Dago García en la actualidad, generando en el imaginario colectivo, tanto crítico como de audiencia masiva, una sensación ilusoria de estrecho vínculo entre este tipo de humor y el éxito de taquilla, elevada casi axiomáticamente al estatus de fórmula. Bluff contradice ese presupuesto al constituirse como uno de los éxitos comerciales más importantes de nuestro cine reciente desde el trabajo con la comedia negra que, a priori y según declaraciones del propio director, estaba dirigida a un público específico y reducido: Yo pensaba que estaba haciendo una película para gente de 15 a 25 años y de repente no, mi película va desde los 12 hasta los 80. El humor los mete en la película y eso hizo que el rango se ampliara mucho. (Felipe Martínez, comunicación personal, 2007)

Retomando el tema central de James M. Cain (el hombre común enfrentado a la circunstancia adversa), una aplicación de este humor negro desde lo contextual se manifiesta al introducir en la fórmula la variable “torpeza”, que vira radicalmente el tono de lo trágico a lo risible. En efecto, existen en la película varias escenas destinadas a mostrar la ineptitud predominante de personajes enfren-

tados a situaciones en clave de cine criminal: Nicolás lleva a Rosemary en el carro y trata de evitar que se note que está muerta; Nicolás secuestra a Margarita y en su huida debe esconderse todo el tiempo para evitar que lo descubra la empleada, y finalmente, la mejor lograda, Nicolás amenaza a Mallarino con un revólver que no funciona y se desbarata constantemente. Tres ejemplos donde se apela a la memoria del espectador, que identifica los rasgos básicos de una situación de género, pero se da cuenta, de igual forma, que son ejecutados por un personaje que contradice esas mismas convenciones, y es en esa conmutación, precisamente, donde tienen lugar, a un mismo tiempo, lo cómico y lo lúdico. Entrando en la cuestión de los personajes, la intención de Martínez continúa por la misma línea; esto es, el permanente esfuerzo por justificar y articular, desde lo local, los elementos más tópicos de una trama de género criminal, cuidándose de una trasposición vertical. La falla que yo le vi a películas como Soplo de vida, era que ellos traían el género directo, como que lo aterrizaban. La vuelta creo que la dio Aljure en La gente de La Universal, con esos detectives que uno dice “Sí, claro. Si un detective viviera en Colombia seria así”, esa sensación de “Esto es una película de género, pero en Colombia”, me parece que coge mucha potencia. (Felipe Martínez, comunicación personal, 2007)

Así pues, si nos aventuramos a afirmar que la pregunta que pudo dar origen a La gente de La Universal fue “¿Cómo sería un detective bogotano?”, es posible asegurar que Felipe Martínez se formula un interrogante similar con respecto a un detective de la policía judicial y su respuesta efectiva es Walter Montes. Bebiendo de las altas dosis de informalidad del


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