Pastiche 8

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sólo que parten de premisas distintas. Por ejemplo, el arte americano parte, por simplificar, de Picasso y Miró; el arte latinoamericano ignora básicamente a estos artistas y les interesa Mondrian, Malevitch, Albers o Max Bill. También Latinoamérica aporta una visión de la historia no formalista, porque siempre tenemos la impresión de que la modernidad tiene que empezar con Baudelaire o Kant, pero nosotros nos preguntamos: ¿Qué pasa si la modernidad empieza con la acumulación originaria, con Potosí? ¿Qué pasa si la modernidad comienza con el Barroco, no con Velázquez, sino con el barroco inverso de la pintura colonial? Y a partir de ahí hicimos una exposición muy mal recibida por agresiva: “Principio Potosí”; donde había las semejanzas brutales entre Potosí, de la que se decía que hasta las casas eran de plata, con un sistema basado en la esclavitud, y lugares como Dubái o Abu Dabi, donde hay nuevas formas de esclavismo patentes y se ve qué papel juega el arte en ambos sitios en cuanto a la esclavización o ahora con las sucursales del Louvre, por ejemplo. Ahí se ve la continuidad de la historia y su perversidad y cómo se pueden establecer áreas de resistencia. Por ejemplo se ve cómo la pintura, que es evangelizadora, la cogen los indios, no para borrar su historia, sino para mantenerla. Y encuentras que la Virgen no tiene un hijo sino cinco y uno de ellos es el demonio, porque si les interesaba tanto a los occidentales debía ser muy poderoso (risas). Y eso les ayuda a mantener su cultura.

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A la reciente exposición sobre Dalí aquí en el Reina Sofía vinieron unos 735.000 visitantes y fue un éxito popular y de taquilla inmenso. En cambio, usted ha criticado esta exposición y otras por basarse en el espectáculo y en la razón populista, más que en la búsqueda y el análisis críticos. ¿No está usted mordiendo la mano que le da de comer? No lo sé, no sé si es morder o no. La exposición de Dalí estaba planeada de una manera muy aséptica, no estaba planificada en absoluto, a diferencia con el Pompidou, como un blockbuster. Pero luego fue muy popular por otras razones, entre ellas los propios medios de comunicación. Pero por supuesto no me atrevería a decir, como me citaba fuera de contexto algún medio de comunicación, que el público es como un “publico a medias”, ni por convicción ni por ética diría esto. Pero sí que a partir de esta exposición y de una reflexión que llevo haciendo desde hace tiempo, pienso en cómo la razón histórica se transformó en una razón utilitaria y cómo esta se ha convertido en una razón populista. Una razón populista en la que estamos todos inmersos, sobre todo cuando ves a los museos intentando hacer exposiciones para tener más visitantes, donde acabamos como en la novela de Henry James, siendo el muerto y el que pensábamos que estaba muerto, está vivo. Y esto tiene que ver con otra reflexión, que también es una autocrítica porque nosotros hemos contribuido a ello, en cuanto a la visión utilitaria del arte, en la que si el arte no sirve para algo no tiene valor y que el espectador ahora tiene que ser activo. Y posiblemente en una sociedad donde las cosas se calculan por su valor haya que reivindicar un arte que no sirva para nada. Esto es parte de una voluntad de reflexionar, faltaría más que no me gustase que la gente


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