Voz

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EDITORIAL

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La paz requiere de voluntad concreta

la hora de redactar esta nota editorial no se conoce qué va a pasar con la liberación del mayor Guillermo Solórzano y el cabo Salim Antonio Sanmiguel, para completar el número de seis liberados por las FARC mediante decisión unilateral. Debido, al parecer, a un error en el cálculo de las coordenadas, el helicóptero brasileño con el emblema y la protección del CICR y a bordo de él la misión humanitaria, encabezada por Piedad Córdoba, no pudo hallarlas en la espesura de la selva y en medio del mal tiempo, el domingo 14 de febrero pasado. A lo largo de la semana pasada, en dos etapas y varios viajes, la misión humanitaria había recibido de las FARC y entregado a sus familiares a los concejales Marcos Baquero, de Garzón, (Huila), y Armando Acuña, de San José de Guaviare; el infante de marina, Henry López y el patrullero de la Policía, Carlos Alberto Ocampo, a última hora entregado por decisión de las FARC. Fueron viajes normales y exitosos, con el agregado de un liberado más de los que estaban previstos. Sin embargo, desde la liberación del concejal Acuña, el presidente Juan Manuel Santos estaba demostrando su molestia, reconocida en forma pública, por lo que denominó show publicitario, la misma cantaleta que estaban haciendo

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el presidente Uribe Vélez y varios de sus agresivos seguidores vía Twiter. Santos, bajo enorme presión de los enemigos de la paz y de los actos humanitarios, desde dentro y fuera del Gobierno, no encontró otro argumento más ridículo que el elegante vestido y la corbata con que apareció el concejal Acuña cuando fue liberado. Ni siquiera protestó por la presencia de un canal privado de televisión en la primera liberación con una periodista que reconoció ser freelance y tener contratos con el Ejército. Le falta decisión concreta de paz al presidente Juan Manuel Santos y sobre todo autonomía, porque pesa en sus decisiones la férula uribista. No hay que olvidar que el ahora mandatario fungió como Ministro de Defensa del nefasto Gobierno de Uribe Vélez. No es suficiente decir que tiene la llave de la paz en su mano, dispuesta a abrir la puerta del diálogo cuando lo considere conveniente (léase: cuando la guerrilla anuncie su desmovilización), porque en realidad la paz se construye sin inamovibles y sin obstáculos; entendiendo la naturaleza del conflicto y, como dijo Piedad Córdoba, sentándose a hablar para levantarse de la mesa solo hasta cuando haya un acuerdo concreto. De otra manera va a ser muy difícil. Las liberaciones unilaterales, gesto de buena voluntad de la insurgencia, aunque le disguste a los uribistas y a la “gran prensa”, llenaron de optimismo a importantes sectores en el país.

Febrero 16 de 2011

En el Congreso y en muchas partes se cocinan propuestas y se adelantan iniciativas, que se complementan con el perseverante trabajo de “Colombianos y Colombianas por la Paz”. El Gobierno y la guerrilla venían cumpliendo de manera estricta el protocolo y los compromisos hasta cuando se presentó el incidente del pasado domingo. Son situaciones que se pueden dar, sobre todo en este tipo de misiones humanitarias, cuyos acuerdos se hacen a distancia y con múltiples incomodidades. Lo importante es que ningún error, ninguna situación imprevista, debe impedir la continuación y es la enseñanza que le debe quedar al Gobierno Nacional, que actúa bajo presiones y muchos temores. La paz se construye con voluntad concreta y faltan los gestos de paz del Gobierno, porque al contrario persigue a la oposición, le cierra la puerta a las garantías democráticas que requiere el Polo Democrático Alternativo y continúa la violación de los derechos humanos y del DIH, en muchos casos por agentes del Gobierno. Hay enemigos de la paz que actúan cerca al presidente Santos. Uribe continúa actuando con descaro en contra vía de la distensión, su criatura es la guerra y el despotismo del poder. Son los serios obstáculos que deben superarse para que se concreten acuerdos humanitarios y diálogos de paz.

Los caminos de la duda

La historia a contrapelo

¿Quién tumbó a Mubarak?

Declinación de EE.UU.

ALFONSO CONDE

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erminaron treinta años de Mubarak al frente del poder en Egipto. La “amistad” de Washington, si acaso ella existe por fuera de sus intereses, y el apoyo de la CIA al vicepresidente Suleiman, fueron insuficientes para sostener el régimen; después de dos y media semanas de tumultuosas manifestaciones cayó el llamado “último faraón” dejando el poder en manos del Ejército. Dicen que fueron los “Hermanos Musulmanes”, el grupo de oposición de más fortaleza; también dicen que fue el “Movimiento Juvenil 6 de Abril”, esa agrupación que nació el año pasado en apoyo a las huelgas textileras de Mahalla. Asmaa Mahfouz, joven mujer de esa agrupación, dijo en un video publicado en facebook (tomado de Afrol News): “Queremos ir a la Plaza Tahrir el 25 de enero. Iremos allí a exigir nuestros derechos humanos fundamentales. Simplemente queremos nuestros derechos humanos y nada más”. Después de esa marcha, en otro video, ella misma dijo: “Lo que aprendimos ayer es que es la gente la que tiene el poder, no los matones. El poder está en la unidad y no en la división”. Los asalariados se unieron luego a la protesta. A la huelga y movilización de 6000 trabajadores que operan el canal de Suez, se unieron los de Port Said e Ismalia; los del transporte, el

petróleo, la industria, los maestros, los trabajadores de hospitales, los del cine, los de correos; los trabajadores de Misr Spinning and Weaving Company, que emplea a 27.000 personas, se unieron también a la huelga, lo mismo que los del cemento, el carbón y las industrias farmacéuticas. Ellos determinaron la caída del rais, al margen de la organización sindical bajo la influencia del Gobierno. La pelea es por democracia, pero el detonante fue la crisis capitalista. Al igual que en Túnez, en donde los sindicatos (UGTT) y la mayoría del pueblo derrocaron al gobernante Ben Alí tras la “revolución de los jazmines”, y de manera semejante a la movilización que se construye en Arabia Saudí, Siria, Jordania, Argelia y otros, son las condiciones de vida de la población, el desempleo, la explotación y la pobreza, fruto de la crisis, los desencadenantes de la protesta; así fue en Europa hace unos meses y seguramente se repetirá. ¿Hacia dónde se dirigen estos movimientos? El pueblo lo decidirá. En el mundo corren vientos de cambio, pero aquí, ahora como en otras épocas, a la unidad popular y su poder se oponen personajillos empeñados en construir la división de las fuerzas por la democracia. Parecen cumplir la tarea al servicio de los explotadores.

MARIANO AZUELA

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os recientes procesos populares en Oriente Medio y el norte de África, en medio de su imprevisibilidad (Hobsbawm considera que la historia contemporánea procede por “sacudidas sísmicas”), están mostrando el rostro crudo del retroceso cultural e ideológico de los Estados Unidos. De cierta manera, un balance histórico y político de los desafueros de la denominada “guerra preventiva contra el terrorismo” y su furia “arabofóbica”. Al lado de la crisis económica interna, que ha llevado al Presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, a sostener que la actual es la “peor crisis desde 1930”, se constatan notorios síntomas de deterioro ideológico, político y cultural. Los analistas internacionales han empezado a formular hipótesis sobre los efectos de esta revuelta social en la geopolítica actual. La primera afirmación es el agotamiento de Gobiernos autoritarios a partir de la resistencia popular perseverante. La segunda, así los mandatarios a la fuerza acepten algunas transformaciones, el hastío de las poblaciones los deja sin margen de acción. La tercera, que el proceso de levantamientos no se va a detener y son previsibles importantes revoluciones en el norte de África. La cuarta, que la protesta social en las calles sigue siendo la acción política más relevante contra el

totalitarismo. La quinta, el mundo árabe tiene reservas políticas, más allá del fundamentalismo religioso. Pero este torbellino de acontecimientos también está mostrando la debilidad de USA en la región y en el mapa mundial. Mientras en la década del noventa del siglo XX, Estados Unidos había logrado relanzar un proceso de paz en el Medio Oriente y era factor determinante en el control de la región, la situación ha cambiado profundamente. Los regímenes autocráticos de Túnez y Egipto, han caído; Jordania, Marruecos y Yemén enfrentan serias dificultades internas; Sudán experimenta procesos de autonomización territorial; los Gobiernos prooccidentales de Líbano y Turquía han perdido el Gobierno. David Miller, ex-negociador de paz estadounidense, estima que los acontecimientos recientes en el mundo árabe “dejan ver la debilidad estadounidense”. Podemos afirmar que este declive es notorio en tres campos. Primero, Israel y los palestinos resolvieron acudir a la ONU para abordar el conflicto, mientras las negociaciones patrocinadas por USA parecen derrumbarse. Segundo, las invasiones a Irak y Afganistán, además de su fracaso, han incrementado la influencia iraní en la región. Tercero, los regímenes aliados de Washington, están siendo derrotados por las masas populares.


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