Aqui SBE Marzo - Abril 2012

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minado el oficio desfilan gaiteros, danzantes, directivos y damas del mencionado Centro por el pasillo de las viejas salas de especialidades -hoy convertidas en salas de asilo--, hacia la Sala 11 en la que se ejecutan los bailes y, como acto final, las referidas damas asturianas entregan el sobre a cada uno de los jubilados. Este es un ejemplo de lo que la Colonia Española, a través de sus sociedades regionales, siente por sus compatriotas amparados por nuestra Beneficencia. Y es que, como dice el proverbio, “la sangre llama” y aunque en este caso no se trata de consanguineidad, de alguna manera sí “llama”, porque todos, benefactores y beneficiados son de sangre española. Gracias, pues, a este Centro hermano por su generosidad y su sentido humano al realizar estos actos de amor

TREINTA AÑOS DEL VOLUNTARIADO Nuestra Sociedad de Beneficencia está constituida con fechas, días que fueron en su larga cadena de años, eslabones en los que de cada uno pende una ficha con una fecha y de él dependen los demás. Y una de estas etiquetas tiene la data de 19 de marzo de 1877, que corresponde al día de San José en que se inaugura el primer hospital de la Colonia Española, en las calles del Niño Perdido (el que nos dice el Nuevo Testamento, no el que se perdió hoy por la mañana) a 35 años de la fundación. Siguieron adhiriéndose eslabones en aquella cadena (que todavía a estas alturas del partido sigue creciendo sin parar, como está obligado), y en 19 de marzo de 1982 se crea el Voluntariado, a 105 años de haberse fundado nuestra Sociedad. A lo mejor no tienen importancia estos simples datos, para el asociado de hoy, pero es historia, nuestra historia, y es necesario conocerla. Era presidente de la Beneficencia el Sr. Victoriano Olazábal; las religiosas “Josefinas” ya no estaban con nosotros y de alguna manera había que sustituirlas, no en todo lo que ellas hacían, pues las labores de las mencionadas religiosas abarcaban muchos departamentos, de la cocina al archivo, casi todo estaba en sus manos. Podríamos decir como el “Tenorio”: “De la que pescan en ruin barca, a una princesa real, ha recorrido mi amor toda la escala social”… La fundación de este nuevo organismo hospitalario, si cabe calificarlo así, fue para las señoras, jóvenes y mayores, una salida, una oportunidad, el cumplimiento del deseo de “hacer algo por los demás”. Desde entonces el uniforme azul y blanco se ve por todo el Hospital con la misma profusión que veíamos las tocas y lo hábitos de las Josefinas. El Voluntariado, organizado perfectamente, cumple una misión importante, y muy en especial la parte que se encarga de los asilos, pues tienen en el curso del año diversos actos para entretenimiento de quienes están amparados por la Beneficencia. Por razones de tiempo, pues este número entró en imprenta el 15 de febrero, no tenemos fotografías que ilustren este trigésimo aniversario, pero en el próximo, aunque sean sin texto, publicaremos las correspondientes. Por lo pronto, les enviamos a todas las componentes de este importante grupo de damas de la sociedad hispano-mexicana nuestra felicitación por estos treinta años de servicio en pro de los desvalidos amparados por la Sociedad de Beneficencia Española.

Hoy presentamos una de esas joyas arquitectónicas que distinguen a México de los demás países hispánicos: el convento de los Santos Reyes de Meztitlán, Hgo., siglo XVI, una de esas tantas obras que el tiempo y la desidia de los gobernantes dejaron “morir” lentamente para que, con “el tiempo y un ganchito” --por decirlo coloquialmente--, un amante de esa arquitectura virreinal, consagrara muchas horas de su vida a la restauración de verdaderas “orfebrerías de piedra”: Juan Benito Artigas, nombre de este buen amante del arte que “traído y dejado” por frailes españoles en estas tierras para que, sus naturales, inspirados y enseñados por franciscanos, agustinos y dominicos, hicieAQUI . . . S. B. E.

ran con ellas y de ellas, verdaderas obras que asombran a quienes gustan de este arte inmarcesible. El Arq. Artigas, investigador y restaurador, es el artífice que logró --y sigue logrando--, que estén en pie muchas de estas maravillas mexicanas. Gracias a este galardonado arquitecto, emérito de la UNAM, podemos regocijarnos contemplando estos ejemplos de los estilos más bellos de la arquitectura de los siglos XVI y XVII, que no sólo le honran a él, sino también a México y a la patria de donde vinieron aquellos que “plantaron” por todo el territorio mexicano infinidad de admirables templos religiosos y civiles. PAGINA 5


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