"Otros territorios: información y análisis sobre derechos y justicia"

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memoria / los pueblos originarios en la plástica salteña

Pescadores del Pilcomayo de Carybé (izquierda). Mujeres trabajando de Gertrudis Chale (arriba).

indicaba que encontrarían al indio puro que buscaban: “¿La época de nuestro paseo? Aquella cuando las primeras impresiones nos introducían en la embriaguez de luz. Aquella a la que Carybé nos había conducido en su constante –¿alucinada, inquietante?– verificación y certitud de América. Gestor de nuestros viajes: –¿Dónde mierda vas a ver o vivir esto si no es aquí?“ (Raúl Brié) El imaginario nacional había dejado dos territorios donde el indio incólume, inmaculado, sobrevivía: el Chaco y la Patagonia, que tenía los atributos de un espaciootro, desacostumbrado para un “porteño pituco“. Sin embargo, del otro lado buscaban lo propio, la identidad americana y la convivencia con aquel al que veían como la esencia de sus afanes.

(…) A cada pueblo le corresponde una forma de vivir, un arte y una visión del mundo. América se concibe como una serie de espacios discontinuos en los que se ubican culturas e identidades isomórficas a esos espacios. A partir de este contraste, la búsqueda de la americanidad como lo propio los lleva al otro indígena. De la misma forma, los folcloristas románticos buscaron en el otro-popular la esencia de la nación, en tanto era considerado virginal y genuino por estar aislado de la civilización, a la que se contraponía. Es el valor que la “vida de los pueblos“ toma en las palabras de Carybé, frente a una civilización que representan como ajena. Ellos aparecen como intermediarios y rescatadores de ese mundo popular olvidado donde encontrar las raíces.

Para finalizar esta parte de nuestra exposición, queremos señalar un último aspecto importante en la mirada y representación del indígena de estos artistas. Entre ellos, es una constante la crítica, en términos de denuncia social, del indio viciado por la civilización, que es explotado por el blanco en el aserradero, la zafra, el obraje, a diferencia de la representación de Gauffin, donde el indio es vago por naturaleza y al hacerlo trabajar, se le está haciendo un favor porque se lo civiliza. La perspectiva que adoptan los artistas nuevos los acerca a un art e social que, como vimos en el capítulo uno, se venía desarrollando en Argentina desde la tercera década del XX (con ejemplos como Spilimbergo y Berni). Sin embargo, el indio sigue siendo un otro al que construyen sin una voz, que sí poseen los que

se sienten autorizados para decir su verdad: “Vaya hasta ti mi voz endurecida, /llegue hasta ti mi canto, /que quiero que se amase con tu tierra/ aunque después sea canto calcinado. / (¡Llama mi voz ante tu voz callada!)/ El que quiera nombrarte/ no buscará palabras perfumadas/ sino palabras duras/ que digan de tu sol que sueltas brasas, / de tu quebracheral,/ y tu silencio que no acaba nunca./¡Tu nombre es una espina/ que se nos clava en medio de la lengua!/ y tu choza que tiene la boca bien abierta/ una protesta que se va hacia dentro./ Tus flechas sólo sirven para ensartar la luna/ que se ha muerto en el río. /¡Y tu luna!, tu luna muerta, indio, / se ha vuelto una moneda/ y tiene mucho frío.“ (Manuel Castilla “A Carybé“ en Luna Muerta). otrosterritorios / 7


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