Estudioparticipacion

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La participación de las familias en la educación escolar

«…no solo como una dimensión principal de la gobernanza, sino también como un elemento clave que contribuirá a desarrollar y sostener la “calidad” a través de las preocupaciones y responsabilidades compartidas de todos los sectores implicados. La participación implica que aunque las instituciones democráticas son importantes, estas no funcionarán en la práctica sin la participación activa de los ciudadanos, en este caso los miembros de la comunidad educativa» (Council of Europe, 2013: 2). Por esta razón, uno de los mayores retos para la implementación efectiva de los estándares de calidad en educación, desde una aproximación basada en los derechos humanos, es precisamente la implicación de los padres, los profesores y los estudiantes en el gobierno de la educación. De acuerdo con la posición de este organismo, los padres tienen que jugar un papel determinante en la educación, y es necesaria su participación efectiva. Para alcanzarla no son suficientes los mecanismos formales que existen en los estados miembros, especialmente en el caso de los padres de contextos sociales desaventajados, sino que es necesario crear nuevos mecanismos y desarrollar nuevos métodos. Teniendo en cuenta todo este conjunto de iniciativas, parece razonable plantear que, de cara al futuro cercano, se perfila una tendencia a reforzar la atención al tema de la participación paterna en los sistemas escolares. Poco a poco los planteamientos tradicionales de la participación, que han marcado la legislación de la mayoría de los países, van dando paso a una visión que enfatiza la importancia de la colaboración entre familias y escuela. El papel de los padres en el acompañamiento de la vida escolar de sus hijos y su participación en la definición de la orientación estratégica de la enseñanza se considera fundamental para garantizar una gestión más democrática de la escuela, pero, sobre todo, para alcanzar mejores resultados en la educación, por lo que los esfuerzos se dirigen a ese objetivo. En relación con ello, el reto para los próximos años es que las escuelas funcionen realmente de un modo participativo. Este reto es especialmente importante si se considera que, en muchos sistemas, las políticas que buscan impulsar la participación vienen impuestas desde arriba, desde las iniciativas de reforma planteadas por la propia administración, y no proceden del arraigo de una verdadera cultura participativa ni de una demanda de quienes componen la comunidad escolar. Se ha constatado ya que las normas no crean por sí mismas la atmósfera de apertura y aceptación que es necesaria para la cooperación efectiva, por lo que resulta necesario crear en los sistemas oportunidades que fomenten la participación. Requisitos esenciales para ello son el diálogo, la transparencia y la consideración de los padres como socios educativos en términos de igualdad. Las modificaciones en la estructura organizativa tradicional de los centros, emprendidas ya por algunos sistemas, pueden facilitar el camino, pero se requiere sobre todo un cambio en la cultura de las escuelas, más lento y difícil de conseguir.

6.- Referencias bibliográficas Berndt, R.P. (coord.) (2009). «Involve Parents–Improve School». Hildesheim Niedersächsisches Landesamt für Lehrerbildung und Schulentwicklung (NiLS). <http://www.involve-migrants-improve-school.eu/index.php?id=9>

Bolívar, A. (2006). «Familia y escuela: dos mundos llamados a trabajar en común». Revista de Educación, 339, pp. 119-146.

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