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La gran disputa por el poder: Estados Unidos vs. China

Por: Carolina Alonso Romei

Durante los últimos meses, la comunidad internacional se ha puesto prácticamente en pausa debido a la existencia y propagación del virus COVID-19. Como si para el mundo no fuera suficiente la incertidumbre que ha generado el coronavirus, las dos principales potencias económicas del mundo se encuentran en constantes choques y escaladas de tensión, tratando de demostrar todo el tiempo, quien es el bueno de la historia, y de manera constante lanzan acusaciones o amenazas contra su “adversario”.

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Es una realidad que existe un nivel de fricción que mantiene a la sociedad internacional sumamente preocupada, ya que todo pareciera indicar que estamos expuestos ante una inminente nueva “Guerra Fría”.

Sin duda alguna, ha sido Estados Unidos el principal promotor de agravios en contra del gobierno chino, muchas de estas con intención meramente política, tratando de recuperar fuerza de cara ante las próximas elecciones presidenciales. relaciones comerciales y económicas, sino que también ha tenido repercusiones políticas, diplomática e incluso sociales. Las tensiones han aumentado al grado de que la comunidad internacional ha pensado en la idea de que el vínculo entre los dos países podría desaparecer por completo, generando una gran incertidumbre para el mundo.

Washington ha hecho severas declaraciones contra Pekín, desde el momento que el coronavirus, originado en la ciudad china de Wuhan, fue declarada como pandemia, y debido a la manera en que el tema del virus fue manejado por el país asiático. Pero no debemos perder de vista que este no es el origen de la rivalidad entre ambas naciones, sino que se suma a la lista de los puntos de fricción, los cuales comenzaron con una guerra comercial durante el segundo semestre de 2018, cuando el presidente estadounidense Donald Trump, aseguró que la empresa del gigante asiático, Huawei, tenía ciertos lazos con el gobierno chino, en donde filtraban información confidencial, lo que incurría en una amenaza a su seguridad nacional.

Pero, ¿cuáles son los temas que han llevado a Estados Unidos y China a un punto de quiebre? En primer lugar, podemos revisar la manera en que la que evolucionó el nuevo virus, dejando de ser un problema de salud específicamente para territorio chino, y se convirtió en una cuestión global, fue en ese momento que el mandatario estadounidense, Donald Trump acusó abiertamente a su homólogo chino Xi Jinping, de haber actuado de manera incompetente ante la situación, criticando también su falta de transparencia e insinuando que se pudo haber intentado encubrir la verdadera dimensión de la enfermedad. Incluso el presidente Trump, realizó señalamientos sobre el origen del virus, el cual dijo, podría haber surgido en un laboratorio en Wuhan.

A partir de ese momento, los ataques y amenazas se han convertido en una constante en la relación entre Estados Unidos y China, las cuales no sólo han puesto en peligro sus

Ante estas imputaciones, el gobierno chino, ha declaro que era prudente pensar que habían sido los soldados estadounidenses quienes podrían haber llevado el virus hasta Wuhan. En medio de este juego por echarse mutuamente la culpa, Estados Unidos arremetió severamente contra la Organización Mundial de la Salud (OMS), a quien acusó de no haber presionado lo suficiente a China para que la información compartida fuera más transparente. Como resultado, el gobierno de Washington, amenazó con retirarse por completo de dicho organismo, mientras que la respuesta de China fue una promesa económica por $2,000 millones de dólares para hacerle frente a la crisis ocasionada por la pandemia.

Otro asunto que ha puesto en jaque esta relación, es el reciente anuncio por parte de la Asamblea Nacional Popular (Parlamento) de China, en donde confirmaron la intención de aprobar una nueva ley de seguridad para Hong

Kong, la cual tiene como objetivo sancionar “la sedición, la secesión, el terrorismo, la subversión, la injerencia extranjera o cualquier acto que ponga en peligro la seguridad nacional”.

Una de las consecuencias principales de esta nueva norma, de ser aprobada, es la posibilidad de que los cuerpos de seguridad de Pekín establezcan sus sedes en ese territorio semi autónomo. Dicha iniciativa no solo encendió las alarmas entre los activistas pro democracia de Hong Kong, quienes temen perder algunos de sus derechos como la protesta o la libertad de expresión, sino que también alertaron al gobierno de Estados Unidos, quien amenazó con tomar medidas si la autonomía limitada de Hong Kong era vulnerada.

El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, calificó la iniciativa china como algo desastroso, por lo que su gobierno podría pensar en la posibilidad de revocar el estatus comercial especial que Washington le ha otorgado a Hong Kong, y del cual Pekín también obtiene ciertos beneficios. Si esto sucediera, podría estar en riesgo un comercio valuado en millones de dólares, lo que también impactaría a algunos inversionistas, quienes pensaría dos veces antes de arriesgar su dinero en esa región.

Otra cuestión de disputa se ha dado en materia geopolítica, particularmente el control del mar en China Meridional. Esto se derivó a mediados de abril, cuando China declaró la creación de dos nuevos distritos como parte de la ciudad de Sansha, en la sureña isla de Haninan. La decisión fue controversial puesto que entre las nuevas áreas que pretende gestionar la ciudad, están algunas, que otros países como Filipinas y Vietnam reclaman como suyas.

El hecho fue causa de discordia con Estados

Unidos, cuyo gobierno solicitó a China que por el momento la prioridad debía estar enfocada en la lucha contra el coronavirus y sus efectos, y que debía dejar de lado poder aprovechar la distracción y vulnerabilidad de otros Estados con el fin de expandir sus demandas ilegales en la región del mar de China Meridional.

Otro aspecto que ha complicado la relación, es la normalización del transporte aéreo tras la pausa a causa de la pandemia. Las autoridades estadounidenses han acusado al gobierno chino de hacer prácticamente imposible que sus aerolíneas operen entre ambos países, específicamente las dificultades que enfrentan Delta Airlines y United Airlines para retomar sus vuelos hacia China.

El gigante asiático se ha respaldado bajo el argumento de evitar la llegada de casos importados de coronavirus, por lo que ha establecido que todas las aerolíneas deberán utilizar hasta nuevo aviso los mismos itinerarios que tenían desde la semana del 16 al 22 de marzo. Caso contrario, Estados Unidos había permitido que las aerolíneas chinas continuaran operando su servicio de pasajeros en territorio estadounidense.

A raíz de toda esta confrontación, Estados Unidos está evaluando la posibilidad de establecer una prohibición radical de viajes hacia territorio estadounidense por parte de miembros del Partido Comunista chino y sus familias. Esta medida podría provocar represalias contra los nacionales que buscan ingresar o permanecer en China, acentuando aún más la tensión entre las dos naciones. El último tema –por el momento- que se encuentra bajo la lupa de Estados Unidos y de China es el endurecimiento de las medidas contra la compañía Huawei, ya que el departamento de Comercio de Estados Unidos anunció que exigirá que los fabricantes extranjeros de chips que usen software o tecnología estadounidense para elaborar productos que posteriormente venden, deberán solicitar antes una licencia para poder hacerlo. Ante tales condiciones, la empresa china se ha acercado a empresas no estadounidenses para obtener los componentes que Washington le ha negado, situación que puede poner en peligro el futuro de la compañía.

Como podemos ver, la relación entre Estados Unidos y China está llegando a un límite de complejidad, y conforme pasa el tiempo, va sumando temas a la lista que dificultan aún más el panorama entre ambos países. Una pronta solución de paz y amistad se ve muy lejana, la cual no culminaría con las próximas elecciones presidenciales estadounidenses, ya que cualquiera de los dos candidatos, el mismo Donald Trump o Joe Biden, no pretenden establecer lazos cordiales con el gobierno liderado por Xi Jinping.

Aunado a esto, no solo son ellos los que se encuentran en esta disputa, de una forma u otra, las demás naciones del mundo están tomando partido por alguna de los dos países, formando “bandos”, tomando una postura clara para hacerle frente a esta situación. La realidad es que no aprendemos de nuestra historia, y estamos por repetir algo que ya habíamos vivido y que al mundo le costó muy caro, estar dividido, afectando de manera grave la economía, la relación entre las naciones, acentuando ese juego de poder, en donde lo más importante es ganar, sin importar el precio.

La creciente tensión entre Estados Unidos y China amenaza con un nuevo conflicto que, hasta el momento, no ha derivado en un enfrentamiento abierto de sus fuerzas. Pero lo que nos pone a reflexionar, es el hecho que hay una cosa que es 100% segura: ninguna de las dos partes tiene miedo de la confrontación, ninguno de los dos líderes de las máximas potencias en el mundo tiene temor a luchar.

En este punto ya no existen opciones buenas o correctas para resolver el roce en la relación entre Estados Unidos y China. A pesar que se encuentra en juego la paz y estabilidad mundial, pareciera que lo único y más importante para ambos, es demostrar quién es el mejor, los dos buscan el desafío, el poder enfrentarse y solo están esperando el momento adecuado.

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