Libro 25 años OEA

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Observatorio Económico de Andalucía 25 años de análisis, debate y propuestas

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aquéllos momentos, Telefónica. Fue la primera sesión del emblemático 1992, también celebrada fuera de Sevilla y por primera vez en la provincia de Cádiz, concretamente en Jerez de la Frontera; Velázquez protagonizó en esta reunión una interesante polémica con un miembro del Observatorio acerca de la mayor o menor posibilidad de participación de la empresa privada en los proyectos que las administraciones auspiciaban para el desarrollo de las telecomunicaciones, que fue el tema del debate. La Cámara de Granada fue también escenario en este año de una sesión de la entidad, interesada en que el eco de su actuación llegase a todas las provincias andaluzas, en cumplimiento de su objetivo de abrir la sociedad andaluza al interés por la economía. A caballo entre 1992 y 1993, dos sesiones pueden considerarse complementarias: en la primera se analizó la situación de Andalucía tomando como referencia la Unión Europea y en la segunda las implicaciones del reciente Tratado de Maastrich; también hubo novedades en ellas: representantes de los partidos políticos parlamentarios andaluces asistieron invitados por primera vez, aunque no todos los partidos acudieron. Es preciso destacar a dos de los más habituales, el andalucista Miguel Ángel Arredonda y el comunista José Barragán. Otra coincidencia de ambas reuniones es que en las dos salió a relucir el talante andaluz ante el hecho económico. La primera, además, contempló un fuerte debate entre el maestro de analistas económicos Julio Alcaide y el secretario general de Economía de la Junta de Andalucía, a cuenta de las estimaciones de crecimiento económico en España y Andalucía a lo largo de los últimos años; el primero, tras exponer algunas críticas sobre los gastos del 92 (estamos en octubre de ese año, ocho días después de clausurarse la Exposición Universal de Sevilla), afirmó que las últimas estimaciones del Servicio de Estudios del Banco Bilbao Vizcaya valoraban el crecimiento de Andalucía en el periodo 1985-91 dos décimas por debajo del de España. Además de la respuesta contraria del representante del gobierno autónomo, la oficina de prensa de este último hizo pública una nota desmintiendo los datos del analista y señalando cómo no sólo esas estimaciones del BBV eran dos puntos favorables a la comunidad, sino que todas las demás estimaciones, de FIES, del Instituto Nacional de Estadística y de la propia Junta de Andalucía abundaban en ese campo. Lo cierto, y lo decía también la nota oficial, es que el mayor crecimiento global de la comunidad venía oscurecido por el crecimiento tres veces superior de la población andaluza, lo que mermaba la ventaja de Andalucía si la comparación se hacía en términos de PIB per cápita. En la segunda de estas reuniones, el jerezano catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad Carlos III, Rafael Illescas, expuso como elementos para comprender el menor desarrollo regional todo un catálogo de «objeciones a la conducta económica de los andaluces» (la frase la tomo del diario sevillano ABC); como resumen, «nos endeudamos para una fiesta pero no para una inversión empresarial». Otro ponente, un agudísimo catedrático desgraciadamente ausente ya de entre nosotros, añadió: «En Andalucía no hay que reducir el gasto público sino el fasto público».


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